jueves, 28 de mayo de 2009

Nuevas fronteras en la tierra de la seguridad


Pasado mañana se celebrará en nuestra Escuela las II Jornadas de Seguridad en Atención Primaria. En el blog de Sano y salvo se da cumplida cuenta del evento, que permitirá hablar de un asunto importante, y donde el conocimiento difundido adolece del habitual sesgo hospitalario. Y si bien es cierto que gran parte de la información disponible en esta materia se ha generado en hospitales, es sorprendente la ligereza con que se aplican en atención primaria recomendaciones generadas en otro entorno ( sirva de ejemplo las recomendaciones respecto al lavado de manos sin considerar el contexto), cuando no se pasan por alto directamente las especificidades propias del primer nivel
Algo similar ocurre respecto al sesgo que en cuestiones de seguridad existe respecto a la investigación en relación con los efectos adversos, siendo bastante significativa la falta de atención al ámbito del diagnóstico en contraposición a la copiosa investigación relativa a la seguridad en el uso de fármacos.
De nuevo, el equipo del "mediático" Pronovost puso la cuestión a debate recientemente en JAMA, con un título sensibilizador: "El error diagnóstico: la próxima frontera en Seguridad del paciente". Newman-Toker y Pronovost hacen énfasis en la escasez de estudios en esta materia: de 93 proyectos de la AHRQ sobre seguridad del paciente solo uno estaba relacionado con el diagnóstico; mientras que en To Err is Human se mencionan 70 veces los errores relacionados con fármacos, sólo aparecen dos veces los relacionados con el diagnóstico. Y ninguno de los indicadores sobre seguridad del paciente basados en la evidencia establecidos por la AHRQ miedía indicadores sobre seguridad diagnóstica. El diagnóstico sigue contemplándose más como un arte individual que como una ciencia: la complejidad del proceso diagnóstico así como la que denominan “excesiva infancia” de los métodos de estudio del error diagnóstico, combinados con financiación muy escasa de los estudios sobre seguridad diagnóstica determinan el escaso progreso en esta materia. Y una vez más se cumple que cuando es complejo aunque importante se sustituye por lo que se puede medir...aunque sea menos relevante. También el BMJ se ha hecho eco en el pasado mes de la necesidad de investigar en este campo, en la serie de Heneghan.
El error diagnóstico dista de ser un problema menor. En el Harvard Medical Practice Study (Leape 1991) sobre 30.195 historias clínicas hospitalarias, este tipo de erores representaba el 17% de los efectos adversos detectados, siendo más frecuentes que los registrados en relación con el uso de fármacos. Cifras similares se han encontrado en posteriores estudios. A diferencia de los errores en el uso de medicamentos los errores diagnósticos eran menos prevenibles pero causaban más daño a los pacientes.
La incidencia del error diagnóstico depende en gran medida de la especialidad médica que se analice: Berner & Graber en 2008 diferencian las especialidades “perceptuales” (radiología y anatomía patológica), en las que el diagnóstico depende de la percepción de una imagen, de las especialidades de la medicina clínica; en las primeras, la incidencia de errores diagnósticos oscilan entre el 2 y el 5% , mientras que en la segundas es aproximadamente del 15% (Elstein, 1995). ¿ Y en medicina de familia? Pues no lo sabemos con certeza. Pero dado el alto nivel de incertidumbre con el que se toman decisiones podemos suponer que posiblemente sea uno de los más altos.
Diagnosticar es tal vez el proceso médico más difícil, en el que permanentemente se toman decisiones mediante procedimientos cognitivos sumamente complejos a los que ya nos hemos referido otras veces. Al margen del uso de rutinas inconscientes y procedimientos automatizados, el estrés, la fatiga y el exceso de trabajo influyen de forma muy significativa en la probabilidad de cometer errores. seguridad, calidad, gestión de la agenda, exceso de presión asistencial, ...burnout: al final, todo parece tener relación.

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