miércoles, 24 de noviembre de 2010

Polvos, lodos y vacunas

“La vía comercializadora por la que se ha conducido el NHS está degradando a la población a la que sirve, al hacer que pasen a ser consumidores preocupados  sólo por lo que les apetece, en lugar de ciudadanos que tienden a asumir su condición de coproductores”
Julian Tudor Hart. 
La economía política de la sanidad.

Hace menos de una semana el grupo de Heyman y colaboradores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, analizaban en Lancet  las posibilidades de erradicación del sarampión, algo de lo que se lleva hablando desde hace 40 años. La cuestionada OMS, lo establecía como objetivo para el no tan lejano 2020. Para Heyman, cualquier objetivo de erradicación de enfermedades prevenibles a través de vacunas debería venir de la mano de fortalecer la inmunización rutinaria, específicamente en el ámbito de la atención primaria, tal y como señalaba la resolución de la World Health Assembly ya en 1988.
Lo cual tiene su justificación, habida cuenta de que aquellas regiones en las que se ha certificado la interrupción de la transmisión de virus, como los poliovirus ( Europa, América y el Pacífico Occidental) han sido aquellas en las que la  cobertura vacunal media, mediante servicios de inmunización rutinaria   aumentó significativamente ( para el caso de la DPT era del 78% en 1988  en esas regiones, mientras que en el resto era del 59%, diferencia que aún persistía en 2000).
Viene esto a colación en relación con un problema local de mi ciudad, Granada, que ya hemos comentado, pero que tal vez pueda tener una dimensión creciente si crecen los aficionados a los movimientos antivacunación que existen en otros países.
El elevado porcentaje de padres de esta última tendencia existentes en un determinado colegio público de Granada, ha acabado originando un problema de salud pública, no solo por la declaración de un número creciente de casos de sarampión, sino por la decisión de la Delegación de salud de  llevar el caso ante los tribunales. Asunto complejo éticamente y cuyo abordaje obliga inevitablemente a tomar decisiones impopulares por parte de las administraciones, como magníficamente explica Pablo Simón en su blog.
Posiblemente nadie esté exento de responsabilidad ante un problema de estas características. Ya señalaba Tudor Hart la importancia de aclarar si el servicio sanitario es un servicio público  de una sociedad, o un bien de consumo, como el de los televisores de plasma. Los entusiastas mensajes políticos de que uno puede y debe elegir continuamente, que todo es discutible y opinable, inevitablemente conduce a la idea de que uno puede tomar cualquier decisión en materia de salud, aunque sus decisiones perjudiquen a la sociedad de la que forma parte. Tudor Hart señalaba que “no hay que olvidar que lo que identificaba al NHS como tal era el hecho de que su producto era potencialmente en términos de incremento de salud de la población y no como actuaciones diversas que adquieren consumidores individuales".
La inmunidad de rebaño en una población no es algo negociable o discutible, si el objetivo último es erradicar enfermedades capaces de producir daño, e incluso muerte ( a no ser que uno piense que el virus del sarampión también tiene derechos protegidos por la constitución).
Las decisiones muy cuestionables tomadas por las instituciones sanitarias oficiales en los últimos años en esta materia respecto a otro tipo de vacunas ( desde el virus del papiloma humano a la gripe) , unida a la increíble ausencia de un calendario vacunal único en el mismo país (al haberse introducido este tema también en la lucha de mercado político) ha erosionado también la confianza en la credibilidad de las instituciones por parte de los ciudadanos respecto a este tema. Y por último el papel de "Pilatos" de ciertos profesionales sanitarios,que se lavan las manos ante el problema y desdramatizan la importancia de la vacunación ( ignorando los efectos que tiene para la comunidad) acaban de contribuir a la confusión reinante.
De aquellos polvos, estos lodos. Y los que vendrán si seguimos igual.

5 comentarios:

  1. Tudor Hart en Sevilla el día 2 de Diciembre

    http://www.juntadeandalucia.es/salud/encuentroprocesos/programa.html

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  2. Muchas gracias Miguel.
    Allí estaremos; ocasiones así no hay que desaprovecharlas
    Saludos

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  3. La vacunación, al igual que cualquier otro tipo de tratamiento médico es un derecho y no un deber. Dudo mucho que los padres que asumen la responsabilidad de exponer a sus hijos a un riesgo sean meros aficionados de un tema como la "no vacunación". Es cierto que algunos no vacunan por desidia o por miedo, pero la mayoría lo hace desde posicionamientos vitales acordes con otros enfoques terapéuticos. Y desde luego nadie impide a nadie vacunarse, por lo que todos aquellos que se sientan en peligro por la no vacunación de algunos pueden protegerse pidiendo ser vacunados. El único que asume un riesgo es el que libremente decide no vacunarse. Y obviamente la sociedad no vacunada no puede exigirle a otros que se vacunen para sentirse protegidos por la inmunidad "del rebaño". Que cada palo aguante su vela.

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  4. MUchas gracias por tu comentario.
    Uno puede negarse a seguir el calendario vacunal por creencias personales. Pero no basándose en razones científicas. Y las reglas de juego en materia de decisiones sobre salud deben estar sustentadas en éstas. Toda la evidencia científica disponible demuestra que los beneficios (individuales y poblacionales) de seguir el calendario vacunal vigente es mucho mayor que los riesgos ( que por supuesto también existen)
    La tolerancia hacia los padres que deciden no vacunar a sus hijos ( pero que se benefician indirectamente de la vacunación de los compañeros que determinan la inmunidad de rebaño del grupo) tiene su límite cuando el número de niños no vacunados es tan elevado que pone en riesgo esa propia inmunidad de rebaño. Y esa situación probablemente se haya producido en el colegio Gómez Moreno de Granada.
    La pérdida de esa inmunidad de rebaño no solo supone el riesgo de contagio para los que han decidido “voluntariamente” no vacunarse, sino también para los niños que, por su edad,aún no son susceptibles de vacunación, o a los que se vacunaron pero en los que la respuesta inmunógena no fue la adecuada o simplemente por su edad no fueron vacunados ( adultos en los que los casos pueden ser más graves)
    Es cierto que la vacunación en España no es obligatoria. Pero también lo es el hecho de que, como miembro de una comunidad de la que se forma parte y de la que se obtienen beneficios que no podrían ser obtenerse de forma individual ( el acceso a las prestaciones sanitarias que tiene un ciudadano español es buen ejemplo de ello), las decisiones individuales tienen consecuencias, en especial cuando ponen en riesgo la salud de los demás
    Saludos

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  5. Alguien estuvo en la conferencia de Tudor HArt? ALgún enlace donde verla/leerla?
    GRacias.

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