sábado, 19 de marzo de 2011

Riesgos radiactivos: unos mejores que otros

La sobrecogedora tragedia ocurrida hace una semana en Japón pone de manifiesto una vez más la pretenciosa soberbia de la raza humana, que sigue sin reconocer lo vulnerable que es: exigimos una seguridad absoluta para todo y para todos, a ser posible sin pagar precio. El Tsunami y sus consecuencias es otro buen ejemplo de lo que Thaleb llamaría Cisnes Grises, es decir aquello de lo que no conocemos completamente sus propiedades y sobre lo que es imposible elaborar cálculos precisos.
Ayer los alumnos de nuestro Máster realizaron una excelente revisión de la catástrofe y sus consecuencias, en el que una vez más se pone de manifiesto las diferencias culturales que nos separan: mientras los japoneses parecen subordinar sus intereses personales a los colectivos, colaborando en la medida de cada cual al abordaje de la tragedia, los occidentales llaman precipitadamente al repliegue de sus ciudadanos, sea cual sea su riesgo.
El Ministerio de Sanidad español, siempre “ a la última”, acaba de editar un “protocolo” ( ¡como no¡))  de actuación para las personas procedentes de Japón, entre las que se incluye por supuesto el acudir a los servicios sanitarios ante la más mínima molestia que sufran. Mientras redactaban el protocolo debieron pensar que quizá todo ello alarmara más a la población , por lo que paralelamente informan de que “ningún español habría resultado severamente contaminado en el entorno de la central japonesa”.
Para tranquilizar a la población aclaran en cualquier caso que "todos los seres humanos estamos expuestos a unos pequeños niveles de radiación natural a diario”…
Bueno, no tan pequeños. Es sobradamente conocido desde hace años (por ejemplo, en la revisión de David Brenner y Eric Hall en New England del año 2007 sobre la exposición a la radiación de los TACs), que la exposición a la radiación en solo dos o tres pruebas de este tipo, somete al sujeto a una radiación equivalente a la que sufrieron las personas supervivientes en Hiroshima, cuando los americanos lanzaron la bomba atómica.
El último diciembre, el grupo de Brigitte Baumann publicaba un interesante trabajo en los Annals of Emergency Medicine sobre las percepciones de 1168 pacientes que acudieron a servicios de emergencia respecto al TAC, sus indicaciones y riesgos.
Evaluaban el conocimiento previo respecto a los riesgos de la exposición radiológica analizando el nivel de acuerdo a dos afirmaciones: “ el riesgo de recibir dos o tres exploraciones es similar al de haber sufrido los efectos de la bomba de Hiroshima “ y “recibir al menos 2 TACS incrementa el riesgo de sufrir cáncer a lo largo de la vida”.
Las dos son afirmaciones sustentadas en estudios científicos (se calcula que alrededor del 2% de los cáncer en Estados Unidos podrían ser atribuibles a haber sufrido exploraciones a través de TAC) . Sin embargo solo el 13% estaba de acuerdo con la primera afirmación y el 45% con la segunda.
Hay cosas que no se saben y otras que no se quieren saber. Posiblemente como consecuencia de las posibles molestias que puedan sufrir los españoles residentes en Japón se llevarán de regalo algún que otro TAC. Pero este tipo de radiación no parece que preocupe mucho al Ministerio. Ya se sabe que la ciencia es siempre intrínsecamente buena.
Foto. Reuters. Viñeta de El Roto en El Pais de hoy

4 comentarios:

  1. Muy interesantes las dos entradas sobre los efectos de la radiación y la sobreutilización de las pruebas radiológicas. Los artículos a los que te refieres advierten sobre el uso cada vez mayor y con frecuencia no bien justificado de los nuevos TACs . Estoy convencido , y trabajo con ellos, que han supuesto un avance importante en el diagnóstico de enfermedades potencialmente curables pero también sabemos de sus efectos indeseables . Por un lado se ha demostrado una mayor incidencia de cáncer en sujetos expuestos a bajas dosis de radiación similares a las que utilizan estos equipos ( este conocimiento como bien dices procede del seguimiento a largo plazo de individuos que fueron expuestos a dosis de radiación equivalente durante los bombardeos atómicos de Japón en 1945 ,normalmente sujetos alejados del centro del bombardeo) , no sabemos si otras técnicas pudieran tener efectos similares porque afortunadamente nunca han sido empleadas con los mismos fines. Otro efecto negativo de estas pruebas que son capaces de detectar estructuras cada vez más pequeñas es la aparición frecuente de hallazgos inesperados no relacionados con la clínica que presenta el paciente (los llamados incidentalomas)y que inducen la realización de nuevas pruebas a veces invasivas o de nuevos controles con TC .Como dices y se nos plantea en al artículo del BMJ deberíamos ser más cuidadosos , apoyarnos más en la clínica , evitar en lo posible el uso de estas técnicas en niños y jóvenes y no utilizarlas como método de cribado o de seguimiento de patología crónica o de hallazgos incidentales con baja probabilidad de malignidad . En resumen deberíamos esforzarnos en aplicar el sentido común.

    saludos

    Luis Fernández Ollero

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por el comentario.
    Como muy bien señalas, se trata de utilizar el sentido común, simplemente. Por supuesto el TAC es una prueba diagnóstica de indudable utilidad, pero que ( como todas) no está exenta de efectos adversos. Y esos habitualmente brillan por su ausencia en medios de comunicación.
    Especialmente importante también es el hecho que comentas de "la detección de de hallazgos inesperados no relacionados con la clínica". Y la genera de encarnizamiento diagnóstico que generan
    En cualquier caso, para aquellos que quieran tener información complementaria sobre los efectos de la bomba nuclear en población japonesa, es muy recomendable acceder a estas paginas:
    http://www.rerf.or.jp/
    http://www.atomicarchive.com/Docs/MED/med_chp10.shtml
    (Cortesia de Alberto Fernandez)

    ResponderEliminar
  3. Magnífico post, en la línea habitual de este blog. La última frase es definitiva; dicho de otro modo, nada "científico" es malo.
    Pero lo bueno es sólo lo éticamente reconocible como tal. No se puede decir que Mengele no fuera un científico; ni Lysenko, ni muchísimo menos el gran Feynman cuando compaginaba trabajo y juego en el proyecto Manhattan.
    De la tragedia de Japón se pueden aprender muchas cosas. Para mí, la esencial es que hay personas valientes; valientes anónimos que arriesgan su vida sin contar milisieverts, simplemente porque hay cosas más valiosas que su propia vida.
    Enhorabuena de nuevo por el refresco casi cotidiano que suppone para muchos de nosotros este estupendo blog.

    ResponderEliminar
  4. Muchisimas gracias Javier.
    Un gran estímulo para seguir escribiendo.
    Afortunadamente hay personas que no hacen las cosas valorando de manera fría los riesgos a los que se someten . Aunque todos sabemos en el fondo que la seguridad absoluta no existe, muchos siguen exigiéndola.
    Rara vez lo bueno que la humanidad ha creado lo generaron ese tipo de personas, que nunca se arriesgan por nada ni por nadie.
    Saludos cordiales

    ResponderEliminar