jueves, 15 de marzo de 2012

Desayunando con el Sr. Wonca

Estoy en la Habana, participando en el Congreso regional de WONCA América CIMF (Conferacion Iberoamericana de Medicina Familiar) . Otro congreso más de atención primaria con llamadas en cada intervención a recuperar los sagrados principios de lo que mi aingo José Francisco García llama AAMM ( Alma Ata me mata): siempre la s mismas frases, las mismas fotos de aquella famosa reunión, las mismas argumentaciones manidas.Da que pensar que las iniciativas para fortalecer la Atención primaria en el siglo XXI procedan de una declaración de hace más de treinta años. Recuerdan a las romerías de los pueblos, sacando en procesión al mismo santo y recitando las mismas oraciones a las que cada vez menos gente presta  atención.
Tengo la suerte de compartir desayuno con Richard Roberts, el actual presidente de WONCA ( para los que no la conozcan, WONCA, además del apellido de Willy, el inolvidable personaje del cuento de Roald Dahl protagonizado en la película de Tim Burton por Johnny Depp, es la Sociedad Mundial de Médicos de Familia). Roberts es un encantador,médico de familia americano,profesor de la School of Medicine & Public Health de la Universidad de Wisconsin. Durante su mandato ha visitado más de 60 países distintos, conociendo sobre el terreno la situación real de la atención primaria en buena parte de ellos.
Roberts conoce bastante bien la atención primaria española, no en vano ha estado aquí en muchas ocasiones, las dos últimas en Granada ( donde participó en el seminario con Iona Heath del que ya informamos) y en Alicante ( en el IV Congreso nacional de atencion a cronicos).A el le llama mucho la atención que siempre que visita los países, incluido el nuestro , suelen llevarle a conocer centros de salud ubicados casi siempre en zonas pobres, francamente deprimidas, las incluidas en el eufemismo de  “zonas de transformación social”. Y me dice que está bien, que el médico de familia debe atender por supuesto a este tipo de pacientes. Pero no solo a ellos. El médico de familia debe ser también el médico de las clases medias y por supuesto de los más ricos. Y me pone el ejemplo de Obama, en el que los cinco médicos del staff de la Casa Blanca son médicos de familia. Ya se que en general repugnan los ricos y poderosos, pero difícilmente se conseguirá mejorar la importancia social de los médicos de familia, si los banqueros, políticos, periodistas famosos y artistas no tienen confianza en los médicos de familia como principal referencia para abordar sus problemas de salud.
 Si el GP ( general practitioner) tiene ( o ha tenido hasta ahora) tanta fuerza y respeto en el Reino Unido es porque recurren a él desde el inmigrante recién llegado hasta Drogba del Chelsea o Chris Martin de los Coldplay.
Roberts recuerda que, para convertirse en imprescindible socialmente, el médico de familia tiene un arma fundamental, casi inalcanzable para el resto de las especialidades: la capacidad de construir relaciones personales duraderas con cada paciente, basadas en la confianza. Ese debería ser el fin último del trabajo del médico de familia, más que aspirar a la plena salud física, psíquica y social de su comunidad o competir con los especialistas a ver quien indica o realiza más procedimientos complejos. Consiste en ganarse la confianza de todos y cada uno de sus pacientes para que le consulte todos y cada uno de sus problemas: a cualquier hora y en casi cualquier circunstancia. Sin embargo, el presidente de WONCA  observa una cierta tendencia de los médicos españoles a considerar al paciente en cierta forma como un adversario, casi un enemigo: se le considera a menudo otra tarjeta más, cargada por la administración sanitaria de turno ( y no reconocida), otro número más a añadir a la larga lista de consultas de cada día. Una vez más  el factor clave para construir relaciones de confianza descansa en una gestión inteligente del tiempo , que debería destinarse a fortalecer este tipo de relaciones con los pacientes. Roberts propone realizar con cada pacientes algunas visitas muy largas a lo largo del año ( en Estados Unidos ya hay iniciativas que recomiendan el estándar de 4 pacientes en 3 horas), complementadas con mucha actividad basada en el teléfono e internet. Eso sí, nadie fuera de España entiende que un paciente español visite 9 veces al año de media al médico de familia. Otra muestra más de los resultados lamentables de esa estrategia alimentada por todos ( administración, medios y profesionales) de medicalizar la vida.



4 comentarios:

  1. Hola Sergio. Como sabes trabajo en una organización que gestiona residencias para personas mayores en la C.Valenciana. En las residencias la figura del médico es fundamental, clave, crítica. Pero no tanto para diagnosticar, curar o prescribir, que es lo que piensa la mayoría de ellos. Es fundamental como figura que genera confianza, que habla (o debería hacerlo) con los residentes, muchas de veces de cuestiones que no tienen que ver con la salud o sólo indirectamente. Exactamente lo que Richard Roberts señala como clave para el médico de familia es también clave para el médico de residencia. Desde el punto de vista del paciente probablemente eso debería de ser más fácil de conseguir en una residencia que en un centro de salud normal porque para los mayores todavía el médico conserva ese aura de sabio en sentido platónico, de élite cuya palabra es ley casi sobre cualquier cosa. Esto no pasa ya con gente más joven. Sin embargo los médicos de residencia en muchos casos siguen considerando a los residentes como Roberts dice que consideran a los pacientes de primaria: como un adversario, una ficha del programa informático que hay que rellenar para cumplir con el sistema de calidad. A nivel de gestión nos cuesta muchísimo que los médicos cambien su chip, que salgan de su despacho, que paseen por los pasillos del centro, que se sienten en las salas y en los comedores. Simplemente su presencia genera confianza y tranquilidad que básicamente es lo que necesita una persona de más de 80 años polimedicada y con múltiples problemas de todo tipo. Pero desgraciadamente muchos todavía prefieren quedarse encerrados en su consulta generando una cola de residentes esperando fuera a imagen y semejanza de un centro del sistema de salud. Y en nuestro caso no es por falta de tiempo. Ojalá todos los médicos tuvieran claro ese mensaje. Aunque en mi organización creo que hemos avanzado mucho en este sentido voy a pasarles ya mismo tu entrada para ver si los que todavía son escépticos (pocos ya) acaban por convencerse. Gracias y un saludo.

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  2. Leo con atención tu Blog, Sergio; y lamento no habernos tomado más tiempo en Habana para que conversáramos acerca de nuestras impresiones de la reunión. Pero aquí va algo de lo que estoy pensando. Creo nos toca a los médicos académicos de familia comenzar a restaurar la imagen de la especialidad en donde esté carcomida y formar nuevas generaciones de graduados con alma de Ata que no mate de aburrimiento o despasión. Si los directores de residencias no formamos colegas que se enorgullecen de lo que hacen, quien va a hacerlo? Si no trabajamos en nuestras academias para formar líderes que sepan decir un mensaje importante de que somos y hacemos, quien va a hacerlo? En la conferencia de CIMF hablé del "elevator speech" que define lo que necesitamos comunicar. Lo tenemos? Hemos pensado en los 8 segundos que pueden llamar la atención del político, del rico, del profesor o el periodista, y que ilustra a la especialidad con esa imagen de continuidad, de integralidad y de confianza de la que habla Rich Roberts?

    Tenemos que volver a pensar en los valores de la Medicina de Familia o Generalista (como sea la llamemos en cada región) y unir y apoyar con mensajes inspiradores que potencien y validen el papel importante de la especialidad en nuestros sistemas de salud, y el rol único de la relación entre cada persona y su médico de familia.

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  3. Muchas gracias una vez más Guillermo. Tienes razón: la confianza es esencial en la buena práctica de la medicina. Y es esencial en la medicina de residencia, donde los pacientes son especialmente complejos. Entre unos y otros hemos acabado consiguiendo considerar al paciente un enemigo, alguien de quien hay que sospechar, cuando no defenderse. Una batalla absurda en la que perdemos todos.
    Un saludo cordial

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  4. Muchísimas gracias por tu comentario Vivina, tan esclarecedor. En realidad te me has adelantado, puesto que tenía pensado escribir un post a raíz de las ideas que me generó tu excelente presentación. Lo encontrarás en el blog
    Sí, fue una lástima no disponer de más tiempo para seguir aprendiendo de vuestra experiencia. Pero estoy seguro que lo seguiremos haciendo
    Gracias de nuevo. Un afectuoso saludo

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