jueves, 7 de junio de 2012

Jasón y Medea

Según cuenta Apolonio de Rodas en El viaje de los argonautas,  Jasón estaba destinado a reinar en Yolco, como legítimo heredero de su rey, Esón.  Pero fue su tío, Pelías el que usurpó el trono , mientras Jasón se educaba bajo la estricta disciplina del centauro Quirón. De todas formas, Pelías no las debía tener todas consigo porque acabó consultando al inevitable oráculo, quien le previno de los hombres con una sola sandalia. Años después, apareció por  Yolco un tipo enormemente atractivo, vestido de forma estrafalaria, que había perdido la sandalia en el camino: era Jasón reclamando el trono. Su tío, sin embargo, era hombre de rápidos reflejos: no le negó su reivindicación pero la condicionó a cumplir una misión imposible:robar el vellocino de oro, la piel dorada de un carnero alado, hijo del mismo Poseidón, y que custodiaban en la Cólquida dos enormes toros y una serpiente monstruosa. Jasón que no se arredraba ante nada, botó un barco ( Argos), reclutó al “dream team” de la época ( más de 50 héroes de lo más variado) e inició el largo viaje que tan bien describe Apolonio, lleno de pruebas a cual más complicada. Por supuesto consiguieron el vellocino, pero tal proeza hubiera sido imposible sin la inestimable colaboración de Medea, la sabia hechicera hija de Eetes, rey de la Cólquida, quien también se había enamorado perdidamente del buen Jasón. Medea no solo le aportó sus infalibles remedios, sino que además le ayudó a recuperar su trono, antes de retirarse a Corinto a consumar y consumir su tórrido amor.
El docente moderno comparte con Jasón la condena a tener que enfrentarse a todo tipos de desafíos, a cual más complejo: permanente cambio de las necesidades sociales en materia de educación, modificación radical de la forma en que los “nativos en la edad digital”  establecen sus redes de comunicación y adquieren información, inmediatez en el acceso al conocimiento, dispersión en la atención a tanto estímulo interesante… No es de extrañar que, cuando todo eso se compara con los sistemas que siguen imperando en materia de aprendizaje en las universidades y escuelas de formación continuada, se comprueba que la brecha entre lo que se aprende y lo que se debería aprender crece cada año de forma exponencial.
Hace un mes dos profesores de Stanford, Prober y Heath, publicaban en New England un artículo muy interesante sobre la necesidad de modificar radicalmente la forma de enseñanza en medicina: de poco sirven hoy las clases magistrales a las que asisten de forma sumisa y pasiva los estudiantes, y cuyos conocimiento pueden ser mucho más fácilmente accesible a través de los múltiples recursos educativos existentes hoy en Internet. Experiencias como la Khan Academy o TED son ejemplos de ello, en el que es posible enseñar mucho y bien en apenas 20 minutos.
A diferencia del anquilosamiento de las instituciones educativas, existen cada vez más experiencias de lo que Jane Hart llama el “aprendizaje informal”  que demuestran que hay otra forma de aprender. Una de ellas es Tekuidamos, la magnífica experiencia de aprendizaje colaborativo creada por Olga Navarro. El martes pasado tuve la suerte de participar en una de sus sesiones, en la que hablamos sobre los retos a los que se enfrenta el Jasón docente y los remedios que le puede aportar MEDEA. Porque además de ser la bruja amante de Jasón, MEDEA podría ser el acrónimo de Mirar, Elegir, Deliberar, Escribir, Entrenar, y Aplicar. Habilidades ausentes habitualmente de nuestras instituciones, pero con grandes posibilidades para aprender y, sobre todo, aplicar lo aprendido. El interesado en el debate puede revisarlo en diferido en la página de Tekuidamos, donde lo más sustancioso es seguir el chat de los asistentes. Ejemplo de lo que se aprende así, es el enlace que me envía Txema Campillo a la experiencia del grado en liderazgo Emprendedor e Innovación ( LEINN) de Mondragón, la primera titulación española sobre emprendizaje. Un magnífico ejemplo de la A de “aplicación”. En ella, siguiendo el modelo de la Timmi Academy finesa, el curriculo de la titulación consiste en crear un negocio “ de verdad”. Un amigo mío me había comentado hace unos meses la experiencia, en la que el aprobado o el suspenso es colectivo y depende de que realmente una empresa funcione. El 99% del aprendizaje depende de lo que se obtiene de analizar los errores. Un tipo de docencia que en la universidad clásica no existe.
Las instituciones académicas pueden seguir aposentadas en sus torres de marfil, acumulando sexenios . Pero sin la utilización de algunas de las artes de Medea, será muy difícil que el Jasón docente recupere el vellocino.
(Reproducción de Medea and Jason de Edmund Dulac)

2 comentarios:

  1. Hola Sergio:
    La función docente es una tarea, como bien describes, épica para nuestra generación. Mi experiencia se ciñe a estudiantes de medicina y residentes de medicina de familia.

    Me inquieta en este momento que:
    1.- Los residentes son siempre jóvenes y yo me voy haciendo mayor. Ya lo decía aquel torero "los toros siempre tienen cinco años, pero cada temporada cumplo un año mas".

    2.- Los residentes vienen de un modelo educativo en las facultades, sumiso y pasivo. El problema es de instrumento (clase teórica o práctica) pero tambien de actitud (no molestar, no poner en duda). La culpa no es de los estudiantes claro sino de los docentes que les han conducido así desde la escuela infantil. Una clase magistral participativa puede ser grandiosa.

    3.- En mi caso, los residentes llegan como unos adolescentes a la busqueda de su identidad y de entender la responsabilidad profesional. La formación teórica ya la tienen y las habilidades prácticas se adquieren con el tiempo. El periodo MIR tiene sentido como formación en valores, sentido del deber y experiencia moral. Por eso es crítico e irrepetible. Creo que los docentes / tutores todavía no entedemos la importancia de ayudar en esta singladura.

    Es verdad que hay que incorporar nuevas herramientas e instrumentos docentes, tambien es cierto que hay que favorecer la aplicación de lo que se aprende, pero sin renunciar nunca a gestionar correctamente los valores. Al menos en este mundo de la adolescencia formativa.

    miguel melguizo jiménez

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  2. Muchas gracias Miguel, como siempre, por tanta sabiduría en tan pocas líneas. ¡Que lustrativa es la comparación que haces respecto al paso del tiempo¡Y lo difícil que es ser cada vez más mayor mientras tus alumnos sigue perteneciendo alas generaciones en la vanguardia ( en teoría) del cambio.
    Yo también compruebo cada día la falta de capacidad crítica, de sano cuestionamiento de lo que se considera indiscutible, sea un modelo de organización o una práctica concreta.
    Cuando me refería al la importancia de deliberar lo hacía en el sentido que siempre señala el profesor Gracia. La medicina y su gestión es una profesión sumamente compleja, muy distante de la simplificación a la que estamos conduciéndola. DE poco sirven los debates cuando los que participan no se han esforzado lo suficiente para dopinar con argumentos. Y de poco sirve, como muy bien señalas, formación alguna que no esté centrada en una correcta gestiónde los valores.

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