martes, 11 de diciembre de 2012

Métodos de enseñanza



But that blood too, has the power to redeem our history
We only have to name it, and heed the call of justice
that still waits for an answer.
I am standing here until the Lord takes me somewhere else,
because the blood done sign my name

Timothy Tyson

Una templada noche de mayo de 1970, el año en que Pelé conquistó su último Mundial, un ex estudiante universitario llamado Henry Marrow, antiguo miembro del Ejército americano, se dirigió a la tienda más cercana a su casa en Oxford (Carolina del Norte) a comprar una coca cola para su mujer. Como la mayoría de la población de su barrio Marrow era negro; el dueño de la tienda  Robert Teel , vinculado al Ku Klux Klan, tenía antecedentes de haber apaleado a un maestro de escuela simplemente por el hecho de ser negro. Nunca se sabrá cual fue el breve intercambio de palabras que se produjo en la puerta de la tienda de Keel. Éste consideró un insulto que Marrow se dirigiera a su nueral; por el contrario, los amigos de Marrow siempre sostuvieron que éste no se dirigió a ella, sino a otras dos chicas negras, que se encontraban allí. En cualquier caso,Marrow fue perseguido, abatido por  diversos disparos, y finalmente  pateado. Murió camino del hospital de la Universidad de Duke. El jurado, compuesto mayoritariamente por blancos, absolvió de todos los cargos a los integrantes de la familia Teel. La injusticia generó una oleada de disturbios sin precedentes en Oxford y la extensión como la pólvora del movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos.
Blood done sign my name cuenta aquella historia. Fue escrita por Timothy B. Tyson, un profesor de Madison que vivió aquellos acontecimientos cuando tenía 10 años y que en su último capítulo recuerda una  elocuente cita de Kundera: “la lucha de la humanidad contra el poder es la lucha del recuerdo contra el olvido”.
Este libro es uno de los dos que todos los residentes de Medicina de Familia deben leer cuando tienen la fortuna de ser admitidos en Duke University. El otro se llama The Best of Enemies ( escrito por Osa Gray Davidson) , y cuenta la historia también real, de la amistad que acabó estableciéndose entre una activista negra por los derechos civiles y un alto cargo del Ku Klux Klan , cuando ambos descubren que los que siempre acaban perdiendo son los pobres, ya sean negros o blancos.Porque la medicina se practica siempre en una comunidad en la que los determinantes sociales condicionan la forma de enfermar de las personas. Y porque es imprescindible conocer la historia del lugar en el que se ejerce.
El Departamento de Family and Community Medicine  de la Universidad de Duke (atención a los dos apellidos que lleva la palabra Medicina allí), está dirigido por J. Lloyd Michener, una de las referencias fundamentales en la medicina de familia americana. Su  programa de formación de residentes, del que es Vicedirectora Viviana Martinez-Bianchi , es uno de los más prestigiosos en Estados Unidos. Cada año reciben más de 600 solicitudes de los cuales solamente 4 son admitidos.
Gracias a la Dra Martinez-Bianchi tuve la suerte de poder convivir unos días con ellos. No hace falta señalar el interés de los residentes de primer, segundo y tercer año por estar realizando su especialidad; la sensación de privilegio que tienen. Tampoco es preciso abundar en su nivel clínico, algo en principio previsible. Pero sí sorprende ver de donde vienen, lo que han hecho antes de empezar su residencia. Al conocer los criterios de selección de la Universidad uno se extraña menos: las notas importan , por supuesto. Pero también el haber dedicado su tiempo a proyectos comunitarios, el tener inquietudes sociales, el haber “perdido” tal vez un año  buscando algo…El ser algo más que un cerebrito de notas excelentes. Por ello no extraña que la lectura , y especialmente leer la historia del estado en que se ubica Duke, sea  tan importante.
Viendo el desprecio de nuestro Ministro de Educación por las enseñanzas de humanidades, la obsesión por la cuantificación del conocimiento, y el sistemático “olvido” de nuestro gobierno hacia lo que ha sido nuestra historia (reciente y pasada), es inevitable suponer que nuestro decrépito sistema educativo seguirá siendo el mismo. Si algún osado propusiera que los residentes de medicina de familia  de Granada leyeran La vida , pasión y muerte de Federico Garcia Lorca de Ian Gibson, sería inmediatamente desacreditado por querer desenterrar el pasado.
Pero todos los países lo tienen. Y conocerlo es siempre un magnifica experiencia en la educación. Enseña a pensar.
(Fotografía del despacho de Brian Halstater, Director del Programa de la residencia de Medicina Familiar y Comunitaria)

2 comentarios:

  1. No podemos ejercer la medicina, y mucho menos la medicina familiar y comunitaria sin entender la realidad de la gente de nuestra comunidad. Ignorar cuestiones raciales en Carolina del Norte, seria ignorar una historia muy importante que hace a la realidad socio-económica de la comunidad a la que servimos como proveedores de servicios de salud.
    Existen disparidades enormes de acceso a salud y educación en nuestra sociedad de Durham, en gran parte originadas en esta historia de tensión racial: de blancos con privilegios y negros sin. El horror de la criminalización de una raza por parte de otra raza dominante debe conocerse, es una de las maneras en las que podremos llegar a entender las raíces de la desconfianza de la población negra hacia la opinión de sus médicos (en su mayoría blancos).
    Desconocer la realidad que brinda la historia haría que nunca podamos salir adelante en eliminar (o al menos a empezar a socavar) in-equidades en salud y educación.

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  2. Muchísimas gracias Viviana. Tu comentario resulta imprescindible para entender el post. Y lo que me pregunto es por qué lecturas de importancia similar para entender nuestra historia y la realidad social y económica de las comunidades en España permanecen al margen de la enseñanza de la medicina

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