martes, 5 de febrero de 2013

¿Por qué España es tan corrupta?

Este es el título de un artículo publicado hace unos años en The Economist , y que hace unos días difundía Mónica Lalanda desde su cuenta de Twitter. En realidad el semanario británico analizaba los argumentos que utilizó por aquel tiempo Victor Lapuente en El País, en su intento de responder a tan enigmática cuestión.
Lapuente descartaba las habituales apelaciones a nuestra cultura, o a la ausencia de regulación que suelen utilizarse cuando el hedor en nuestro país alcanza cotas como las actuales. En su opinión, las causas habría que buscarlas más bien en la politización de las instituciones públicas.Señalaba que mientras en cualquier otro país europeo unas elecciones determinan la suerte del político elegido y unas pocas personas de su confianza,en una ciudad media española puede haber cientos de personas cuyo futuro depende del partido que gane las elecciones. En opinión de Lapuente, “en España toda la cadena de decisión de una política pública está en manos de personas que comparten un objetivo común: ganar las elecciones. Esto hace que se toleren con más facilidad los comportamientos ilícitos, y que, al haber mucho más en juego en las elecciones, las tentaciones para otorgar tratos de favor a cambio de financiación ilegal para el partido sean también más elevadas”.
Para el comentarista de The Economist no es tan sencillo excluir la cultura entre las causas de nuestra inveterada afición a la corrupción. Como señalaba Javier Padilla en Medico Crítico, en este país no solo reciben sobres los políticos, sino que la cultura del tarugo está ampliamente establecida y tolerada en la sociedad. El comentarista de The Economist, aludía medio en broma a la herencia del catolicismo y su capacidad para perdonar rápidamente, en donde el pecado no tiene una condenación eterna siempre que uno se arrepienta a tiempo.
Más allá de interpretaciones religiosas, el año pasado Daron Acemoglu (MIT) y James Robinson ( Harvard)  publicaron un interesante ensayo sobre las razones por las que los países fracasan ( Why Nations fail?), escrito al calor de la primavera árabe. Ellos también descartan algunos de la factores clásicos invocados para justificar el negro destino de algunos países ( la geografía, la pobreza, la cultura):
Cada sociedad funciona con una serie de reglas políticas y económicas creadas e impuestas por el estado y los ciudadanos colectivamente. Aunque las instituciones económicas son críticas para establecer si un país es pobre o rico, son la política y las instituciones políticas las que determinan el futuro de un país”.
Así diferencian dos tipos de sociedades en función del tipo de instituciones dominantes.
Las sociedades inclusivas serían aquellas que están suficientemente centralizadas, existe una distribución pluralista del poder político, y son nítidos y efectivos los límites al ejercicio del poder. Aquellos países que han alcanzado un mayor nivel de riqueza y estabilidad en ésta, son los que han sido capaces de derrocar a las élites que controlaban el poder y crearon sociedades en las que éste estaba mucho más repartido, en donde el gobierno está obligado a rendir cuentas, y la mayor parte de la población disfruta de oportunidades de progreso  individual.
Las instituciones económicas extractivas, por el contrario, “tienen como objetivo extraer las rentas y riquezas de un extracto de la sociedad ( no precisamente los más ricos) para beneficiar a un subconjunto distinto”
Históricamente el paradigma de  sociedad extractiva ha sido siempre la sociedad española y sus derivados. La historia de la conquista de América ( salvo excepciones) no es la del interés por adquirir y cultivar nuevas tierras, sino más bien la de saquear las riquezas ajenas: la obsesión por el oro de los conquistadores, tan bien descrita por Bernardino de Sahagún o Fray Bartolomé de las Casas ) es buen ejemplo.
La política extractiva de aquellos tiempos (expropiaciones de tierra, sueldos miserables, impuestos elevados y precios altos) sigue practicándose con alegría en los tiempos que corren bajo fórmulas modernas (desahucios, recortes salariales, incremento del IVA,…)
Acemoglu y Robinson sostienen que el desarrollo histórico de un país no está predeterminado, sino que suele ser el resultado contingente de diferentes desarrollos institucionales cruciales ocurridos en determinadas “coyunturas críticas”. Posiblemente estemos viviendo una de ellas: ni la monarquía, ni la ley electoral, ni el sistema de financiamiento de partidos, ni el nivel de corrupción, ni la impunidad política y criminal, pueden sostenerse más tiempo.
Si “la política es el proceso mediante el cual una sociedad elige las reglas que la gobernarán” como señalan ambos investigadores, es el momento de la política. Porque las reglas de gobierno existentes ya no funcionan.

5 comentarios:

  1. Exacto. Es el momento de la política, la de verdad, la que asume que el hombre es animal político, todo hombre; pero fijémonos en esa expresión clásica: no sólo político, también animal. Estamos en un mundo donde somos gobernados por fieras ávidas de esa extracción de lo que tenemos, más aún, de lo que somos, seres de derechos.
    Ante una situación de degradación tan impresionante de la "política profesional" quedan pocas opciones más allá de tomar la política de forma animal, como algo sustancial a la naturaleza de cada ser humano, de cada uno de nosotros. Sabemos a dónde puede conducir esa toma de conciencia política enraizada en lo más animal del sujeto; sería terrible que sucediera, pero, o esta gentuza cambia o no va a dar muchas opciones. No somos monos de feria adiestrados a echar un voto cada cuatro años en una urna para enriquecimiento de clases dirigentes y de delincuentes que lo son desde el poder. No somos monos de feria para sonreir la campechanía de reyes y perdonar sus desmanes. No somos imbéciles para tolerar que nuestro presidente de gobierno no sepa articular una frase coherente cuando es necesario hacerlo y caiga en una antinomia estúpida.
    Ya está bien.

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  2. Creo que es un tema de incentivos o falta de incentivos. Culturales/sociales (los paises catolicos claramente somos más permisivos que los protestantes) y sobre todo penales. Los actos corruptos escapan a los sentimientos morales innatos y por lo tanto se deben penalizar duramente. El ser humano es mucho mas parecido a la visión de Hobbes que a la de Rousseau, aunque no nos guste. Nuestro régimen político no es una causa de la situación. Simplemente alimenta el fuego de las causas más profundas. Deberíamos estudiar las reflexiones que generaron la constitución de Estados Unidos (sobre todo de Madison). Hace casi 250 años dieron con claves que en España deberíamos revisar urgentemente. Querer reintentar la rueda es uno de nuestros errores endémicos. Por supuesto esto no quiere decir que no debamos dar la vuelta a nuestro sistema político, especialmente a nuestra ley electoral. Pero no sería suficiente.

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  3. Como siempre muchas gracias a los dos.En cada una de vuestras intervenciones aprendo algo nuevo. Lejos de mi intención proponer la invención de la rueda una vez más. Pero viendo la reacción de los responsables políticos de este pais en esta semana, y la valoración de éstos por parte de los ciudadanos ( ver CIS de hoy ) , creo que con este gobierno, esta oposición y estas reglas de juego no se va a ninguna parte. O mejor dicho, se va al desastre, aunque como siempre para unos más que para otros. saludos muy cordiales

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  4. La que proponen los autores es una teoría muy atractiva, pero claro, si el paradigma de crecimiento económico en el siglo XXI, de teórica, dentro de un orden, modernización de la sociedad es China; con instituciones económicas extractivas, la consistencia del argumento no es muy elevada.
    Pronosticar, como hace los autores, imagino que con una wija, que China colapsará antes del 2050 no me parece muy correcto dentro de un estudio serio de ciencia social.
    Lo que no cabe duda es aquí todo hay que cambiarlo... para que sea completamente diferente.

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  5. Es cierto lo que comentas de China, pero precisamente lo ponen como ejemplo de que o bien introducen instituciones inclusivas o su éxito será efímero. Pero estoy de acuerdo en que previsiones a tan largo plazo son tan aventuradas como equivocas. hablaremos de ello pronto. Muchas gracias por tu precisión

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