lunes, 29 de diciembre de 2014

La marea

La marea me dejó cangrejos helados,
agujas de hielo y un libro en blanco.
La marea me dejó los versos borrados.
la tinta, un borrón, un papel mojado

La marea. Vetusta Morla

Una nueva línea de investigación ha nacido. Se llama “Waiting room science” ( la ciencia de la sala de espera) y si el FIS fuera mínimamente moderno la incluiría entre sus prioridades para el año próximo, en lugar da tanta patochada de receptores endocrinos. La proponen desde el departamento de Medicina General y Atención primaria ( hay países en que esto existe), en Auckland ( Nueva Zeland)a. Acaban de publicar un estudio de cohorte en el BMJ en el que comprueban que en las salas de espera de los médicos generales predominan las revistas vieja, pero porque la gente se lleva las nuevas. Las que antes desaparecen son las de cotilleos ( definido como todo aquel medio con más de 5 fotos de celebridades en sus portadas). Es decir a la gente le gustan las equivalentes a Hola o AR , antes que  The Economist o Time, que se pudren en las mesas.
Pero la imaginación y creatividad de los médicos generales de otros países no acaba ahí (aquí estamos ocupados solo en cosas serias).
Neville y Austin de Dundee han aplicado la experiencia del Rey Canuto al sistema de citas de su consulta. En el año del señor de 1028 el monarca de todas las tierras alrededor del Mar del Norte sufrió una sonrojante humillación al colocar su trono en la playa sin darse cuenta de hasta donde llegaba la marea alta, teniendo que salir por piernas después de quedar empapado. Algo que no le hubiera ocurrido si hubiese consultado a sus cortesano , identificado la marca de la marea alta y colocado su trono más allá de ésta
Cada día , al menos en Reino Unido, los médicos generales libran su peculiar batalla contra la marea de pacientes que desean ser atendidos. Y también como el Rey Canuto acaban mojados y enojados al comprobar que esta peculiar marea acaba empapándoles, además de quedar sumamente descontenta con el servicio recibido. Por lo que , aprendiendo las enseñanzas de la historia británica, se pusieron a identificar la marca más alta que señala hasta donde ha subido la marea ( de pacientes claro). Y sin pedir permiso al Secretario de salud reorganizaron su sistema de citas.  Y se preguntaron : ¿Qué pasaría si ofreciéramos cita a todos los pacientes que quieren vernos hoy? ¿Y qué pasaría si nos comprometiéramos a dar una cita a todos los pacientes que lo demandaran sin negociación, disuasión o penalización?
Plantearon la propuesta a todo el centro así como a los representantes de los pacientes. A cambio de darles cita en el día,  los pacientes debían especificar, cuando llegaran al centro, cual era su problema y a que médico veían habitualmente.
Además de las citas programadas que se mantuvieron como de costumbre, a cada paciente que llamaba para una cita urgente o temprana se le sugería asistir a las 10.30 de la mañana a lo que llamaron el “pool” . Cuando se llenaba el pool con 20 pacientes, a los siguientes se les citaba a las 11 y así sucesivamente hasta las 11.30. Cada día al menos cuatro médicos atienden a los pacientes que acuden al pool ( los que tienen avisos domiciliarios dedican menos tiempo al pool). Los primeros en ser atendidos son los casos más apurados , especialmente si son niños, independientemente del orden de cita; después se atienden  los pacientes que han solicitado cita con un médico concreto por parte de éste; y finalmente al resto de pacientes.
Hay días en que apenas acuden tres o cuatro pacientes al pool; en otros se llega a 60, pero habitualmente a mediodía no hay pacientes esperando: El ambiente de la sala de espera ha pasado de caótico y estresante a relajado y tranquilo. Los pacientes están satisfechos por poder ser atendidos en el día y en especial por su propio médico, habiendo aumentado el porcentaje en este sentido del 74% al 87%. Como señalan los autores, todos los indicadores que establecen los burócratas del NHS se cumplen satisfactoriamente.
Lo interesante de la experiencia no es el modelo de organización de las citas que implantaron los colegas de Dundee. Es lamentable que haya que establecer este tipo de sistemas para conseguir que cualquier paciente pueda ser atendido en el día por su  médico, un valor clave para garantizar la longitudinalidad al que renunció hace tiempo el NHS.
Pero no deja de ser sorprendente para un país dócil y sumiso como el nuestro, comprobar como en otros lugares del mundo los médicos generales siguen decidiendo  de que forma organizan sus consultas. Aquí, en la mayor parte de las comunidades autónomas, se sigue cumpliendo sin rechistar cualquier norma más o menos caprichosa que decida el responsable del servicio regional de turno sobre como deben citarse los pacientes a los médicos de familia, dócilmente ejecutado a través de su call center correspondiente.
Luego se extrañarán de que cada año suba unos metros la marea.

Imagen: El Rey Canuto en plena cagada. Ilustración de William Balfour, 1911

2 comentarios:

  1. Sergio, aquí seguimos en manos del rey Canuto de turno.
    Lo que indicas en el blog señala que cuando los médicos quieren pueden organizar las cosas a pesar del sistema y sus eficientes directivos. Eso no ocurre en Galicia y me atrevería a asegurar que tampoco en el resto de España. Aquí rige la docilidad burocrática a directores varios que, a pesar de ser médicos, tanto podrían dirigir hospitales como zapaterías y que “optimizan” listas y lo que haya que optimizar desde sus despachos. Siempre hay algún directivo que embelesa a otros con estupendos gráficos obtenidos en Excel. Estoy convencido de que la Medicina funcionaría mejor sin la aparición de Office o prohibiendo su uso por quien ocupe cualquier puesto directivo. Sería mejor para médicos y enfermos que nuestros directivos se limitaran a leer AR.

    ResponderEliminar
  2. Feliz año Javier
    Es un tema interesante ese de la nefasta influencia de Office en sus diferentes modalidades. Recuerdo los años en que estuve en el lado oscuro donde no había excel ni móviles y las cosas también funcionaban
    Pero el problema e fondo es el que señalas. La simple docilidad es la que nos ha traído hasta aquí
    Y no solo en Galicia

    ResponderEliminar