domingo, 15 de noviembre de 2015

Inventarse la salida

En The Storyteller ( el Contador de historias), Walter Benjamin diferencia dos tipos de relatos: primero surgieron las historias de campesinos, contados en voz baja a la luz de la lumbre al acabar el extenuante trabajo en el campo; con el desarrollo del transporte marítimo aparecieron los cuentos de navegantes,  los intrépidos marineros capaces de embarcarse hacia lo desconocido, y contarlo a la vuelta. Los primeros son expertos en el tiempo, en la enseñanza del pasado, en el (re)descubrimiento de lo conocido; los segundos manejan el espacio, la distancia y el descubrimiento de lo desconocido.
Poco a poco fueron ganando distancia los segundos en la preferencia social: lo inaudito y desconocido, lo nuevo y excitante, resulta siempre más atractivo que lo cotidiano, lo que ya conocemos y vivimos a diario.
En el sistema sanitario también ganaron la batalla los relatos de navegantes: ningún medio de comunicación se resiste a publicar noticias sobre el último territorio descubierto: agotadas la posibilidad de encontrar nuevas islas, las ansias de descubrimiento encontraron en la ciencia un nuevo filón: en ocasiones es el descubrimiento del gen que determina la demencia; otras es la exploración del cerebro a través de la “nave” de la Resonancia Magnética. Los nuevos “tripulantes” a lo desconocido llevan hoy bata y tripulan unidades de ictus, rodilla o transplante, generando el asombro que antes produjeron conquistadores o astronautas. Para comprobarlo no hay más que comparar la forma de entrevistar de Pepa Bueno, Julia Otero o Carles Francino a un político ( seria, inquisitiva, agresiva incluso) o a un científico o  especialista pionero ( arrebolada, acrítica, sumisa).
En ese contexto, ¿a quien  puede interesar las historias de un campesino sanitario, de un médico de familia que lleva años atendiendo las mismas historias rutinarias, que no inventa cada día un tratamiento, ni realiza una técnica compleja dotado de una lente de alta graduación?
No es de extrañar por ello, que la atención primaria vaya adquiriendo unas portentosas cualidades de invisibilidad social: no aparece en los medios, no existe en la mente de los políticos, ni en las prioridades de los estudiantes a la hora de elegir especialidad. Mientras eso ocurre, nosotros “los campesinos sanitarios”, seguimos lamentando nuestra suerte artesana, culpando a los políticos que nos ignoran, mientras esperamos la llegada de un extraño mesías que nos cambie la suerte.
Bauman, considera que los relatos de campesinos son solo “aparentemente” familiares, conocidos o aburridos. Eso es solo una falsa apariencia, “que proviene de que se hallan tan cerca de la vista que no percibimos con claridad lo que son”. Porque “ nada escapa al análisis de forma tan hábil, decidida y obstinada, como las cosas que siempre están ahí y nunca cambian. Se ocultan bajo la luz”.
Escuchando ayer en las Jornada de Osalde y Osatzen  a Santi Esnaola hablar con fríos datos numéricos, del efecto que tienen los determinantes sobre la salud de las personas concretas que viven en Bilbao uno no puede creer que esto sea previsible o falto de interés. Leyendo las historias que cuentan médicos a pie de trinchera como Raul Calvo o Maxi Gutiérrez es difícil considerar que el trabajo en atención primaria sea superfluo, banal o fácil.
La tarea diaria de un cooperante humanitario, el proceso de investigación y deducción de un forense en un crimen oscuro, o el talento de un buen escritor de relatos no es más interesante ni valioso que lo que se lleva a cabo en una “buena” atención primaria.
Bauman señala que “ para que podamos conocerlas de verdad , las cosas aparentemente familiares deberían volverse extrañas”. Eulali Mariñelarena me planteó una pregunta al inicio de la mesa en que participaba dentro de las jornadas de Osalde/Osatzen. Eran dos versos de Vetusta Morla: "Si hay esperanza en la deriva / habrá que inventarse una salida”.
Si hay que inventarla, tal vez habría que comenzar por hacer visible lo que hacemos, por convertir en enigmático lo que es cotidiano.

PD: Las jornadas de Osalde/Osatzen fueron organizadas por Osatzen ( la Sociedad Vasca de Medicina familiar y Comunitaria ), Osalde ( Asociación por el derecho a la salud) y nOSInprimaria ( que vela porque las integraciones no acaben con la AP). La inscripción era de 20 euros para socios y 50 para no socios. Una demostración de que las cosas se pueden hacer de forma distinta acostumbran las sociedades

7 comentarios:

  1. Han sido dos días magníficos de reflexión e introspección. Gracias por tu participación, que nos ofreció ideas potentes e inspiradoras para enriquecer nuestro pensamiento y perseverar en la voluntad de fortalecer la AP. Gracias en nombre de las dos organizaciones a las que pertenezco, Osatzen y Osalde (FADSP)
    http://www.osalde.org/website/
    http://www.osatzen.com/

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias a todos vosotros Pedro. Si siempre es un privliegio acudir a vuestras reuniones, en estos tiempos que corren supone además una forma de recuperar la ilusión. Abrazo

      Eliminar
  2. Sí. Es fácil eludir el análisis por aquello "que se oculta bajo la luz". Y eso ocurre en todos los ámbitos.
    Por eso, Freud sigue vigente, como los cuentos de los campesinos, como los cuentos para niños, como los médicos que merecen ese nombre.
    No es extraño que Bauman escribiera un libro conjuntamente con un psicoanalista amigo, Gustavo Dessal ("El retorno del péndulo").
    Nos empeñamos en negar lo inconsciente y no precisamente porque esté en las profundidades, sino precisamente porque es visible, todos los días, en todo lo que nos mueve, pero no se le quiere ver.
    Se ignora el determinismo biográfico frente al biológico. Y no es extraño así que se hable de genes y más genes y se atribuya intencionalidad a células y moléculas.
    Pero, curiosamente, el cuento, la narración antigua, puede ser mucho más determinante en nuestras vidas (influyendo a veces en eso que se llamaba vocación) que nuestra genética y epigenética.
    Y son preferibles las imágenes de fMRI que pretenden desvelar lo íntimo, resucitando la frenología, para admiración de todos esos sesudos entrevistadores y divulgadores que nos muestran los pretendidos avances de la medicina.
    Por eso es de celebrar que haya esos encuentros, en los que no hay sociedades ni cruceros de ensueño.
    Enhorabuena a todos vosotros. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias Javier. y estupenda la recomendación del libro de Bauman y Dessal. Decia Iona Heath y tenía razón que para un médico tan importante es la ciencia como la poesía, la filosofía la literatura. Algo que tu demuestras con cada entrada de tu blog
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Tu cita me estimula a seguir siendo altavoz de que aquello que pasa por mi consulta (y tantas veces por mi corazón!!!) se haga letra, sonido, verso, panfleto o lo que sea para ser difundido por el universo.
    A veces, cuando uno escribe y siente el poco retorno que se produce, le parece estar sólo en el mundo. Como diría el también citado Raúl Calvo, ser un lobo solitario de la medicina de familia.
    Por eso tu escrito me alienta a visibilizar... y lo haré desde el relato vital y desde el sentimiento convencido que sólo desde ahí se consigue movilizar a las personas.

    Y los que estamos en la trinchera (y a mucha honra no queremos salir de ella!!!) te necesitamos, Necesitamos sabios como tu que llenen de ciencia nuestras intuiciones y nuestros "casos esporádicos" que cada día lo son menos. Gracias por venir una vez más a nuestra tierra.

    ResponderEliminar
  5. Gracias por la mención Sergio. Precisamente dar cierta visibilidad a nuestra invisible,e tarea fue uno de mis objetivos al iniciar mi andadura en este sendero de los cuenta cuentos hace ya casi un año. Como dices, la mayoría son historias sin brillo, con más emociones que oropeles, ni más ni menos que como es la vida. Son historias que es difícil que se cuenten en el cóctel posterior a la entrega de los Princesa de Asturias o a los premios a los sanitarios más influyentes, o más innovadores. Pero te aseguro que son las historias que mis pacientes vivieron en ese momento, ese momento real de sus vidas.
    Bueno, en fin, ¿quién necesita brillos, o fastos? Lo que necesitamos algunas veces es que nos dejen seguir haciendo nuestro trabajo lo mejor que podamos. Un abrazo, maestro

    ResponderEliminar
  6. Como campesino veterano, impregnado de aromas a patatas de la tierra y a ovejas latxas, darte las gracias por decir que si a poner vuestro relato al servicio de los viejos campesinos que no por ello han perdido la capacidad de aprender de las grandes estrellas del R&R.
    Solo nos queda un reto: Inventar la salida cuando se ha perdido la esperanza. Pero lo conseguiremos

    ResponderEliminar