jueves, 3 de diciembre de 2015

No es sano

Hace poco más de un mes en una de las calles más pijas de Madrid, y anunciado en una página web y una cuenta de Twitter por una presentadora de aspecto impecablemente pijo, se daba a conocer una iniciativa de ofrecimiento de medicamentos pijos, el Club Premium del Medicamento.
En tan distinguido club se ofrecía a los interesados en convertirse en socios un tratamiento VIP que les daría acceso a fármacos que no están al alcance de cualquiera, esos fármacos tan “ esenciales” hoy día para el tratamiento de enfermedades que generan gran alarma social
La presentadora convertía en palabras lo que está en el pensamiento de algunos: “Da igual que no haya suficientes medicinas para todos, que sean muy caras o que tengan lista de espera, con el Club a mí no me faltan”.
Es posible que más de uno se acercara a la sede del club buscando la manera más rápida de hacerse socio, aunque lo que generó mayoritariamente fue una oleada de rechazo. Rechazo que , en cambio, no es tan visible cuando se ponen en marcha iniciativas y medidas, en ocasiones auspiciadas desde instituciones oficiales, de promocionar el consumo de medicamentos de eficacia, seguridad y eficiencia no demostrada y que ponen en riesgo ( esto sí) la sostenibilidad del sistema.
Pasada la sorpresa inicial de video y noticia, se descubrió que detrás de esta campaña se encontraba “No es sano”, una iniciativa de múltiples organizaciones profesionales ( OMC, SESPAS), ONGs ( Médicos del Mundo, Intermon-Oxfam) o blogueros de diferente tipo y pelaje para conseguir el compromiso de los partidos políticos en una reforma del sistema actual de innovación de medicamentos, que permita de una vez el acceso de toda la población a medicamentos esenciales a un precio asequible.
 Se calcula que en 2014 cerca de dos millones y medio de pacientes tuvieron que interrumpir sus tratamientos debido a su elevado costo, incompatible con su disponibilidad económica a poder pagarlo. Habría que ver cuales de todos esos medicamentos eran realmente esenciales ( la medicalización masiva e innecesaria afecta también a este tipo de situaciones), pero en cualquier caso no debería permitirse esta situación en un sistema que aspira a ser universal y solidario.
Será interesante ver la respuesta de los diferentes partidos a una iniciativa de este tipo. Algunos pondrán de manifiesto que a la hora de elegir siempre será más importante los intereses de las empresas ( que a menudo les sostienen y financian) que la de los ciudadanos a los que dicen representar.
Pero también sería interesante comprobar si todos los que jaleamos y defendemos este tipo de iniciativas estaríamos también dispuestos a luchar con la misma fuerza para eliminar el uso y fomento de medicamentos absolutamente innecesarios, o aplicados en condiciones en que no sirven para nada.
Según el Institute of Medicine americano cerca de un tercio del gasto sanitario americano ( cercano al 18% de su PIB) es despilfarro. El papel que representan los fármacos en ese monto es muy relevante.
Todos los ciudadanos deben tener a acceso a medicamentos; pero siempre que éstos sean realmente necesarios, efectivos y seguros.

Más información sobre la campaña puede encontrarse aquí.

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