lunes, 11 de enero de 2016

Por alusiones

En relación con mi último post sobre la noticia aparecida en El Pais en relación con la cifra de presión arterial a partir de la cual debería iniciarse tratamiento (  “¿la tensión arterial ideal?, más baja que la que tienes,”) el Doctor Victor Montori hace un interesante comentario en Twitter: en su opinión en mi post hay “mucho énfasis en si es insostenible tratar, en vez de si ¿es esa la forma óptima de tratar?”.
El Dr. Germán Málaga, por su parte, considera que el comentario “se cuelga de opiniones poco entendidas y usa sofismas rebatibles, plantea no decir nada, ocultar información, y "decidamos" que es mejor para los pacientes”, al considerar que “si obvio la información, por discrepar con ella, "impongo mi criterio".
Agradezco mucho ambos comentarios. Sin embargo mi propósito al escribir no era  el de imponer ningún criterio sobre el manejo adecuado de la tensión arterial ( que no de la hipertensión arterial), sino el de poner de manifiesto la ligereza con la que se escriben noticias sobre “salud” en los medios de comunicación. El diario El Pais es el periódico de mayor tirada en España y su página web la más visitada entre los medios españoles. La influencia que puede tener una noticia situada en la cabecera de ésta es enorme, especialmente si trata sobre algo que preocupa a todo el mundo ( la salud), y presenta un titular tan llamativo como el que emplearon en dicha noticia . Ésta ( siempre desde mi punto de vista) es engañosa y puede dar lugar a interpretaciones erróneas por parte de la población general , quien principalmente consulta el diario ( es El Pais, no The Lancet). El artículo comienza con una impactante declaración de Tim Chico, cardiólogo de la Universidad de Sheffield: Cuando un paciente me pregunta, cual debe ser su tensión arterial ideal siempre le contesto: Menor que la de ahora”. Al margen de que semejante afirmación me sigue pareciendo un completo desatino, creo que transmite una actitud paternalista hacia los pacientes bastante mayor que la que me otorga el Dr. Málaga por mi comentario. Algo así como “déjese de historias y siga bajando sus cifras de tensión arterial”. Tampoco creo que mensajes del tipo “con 12/8 hay una mejor supervivencia “ ( como si esto fuera algo parecido a dar en el centro de una diana) aporten la información más adecuada a un paciente preocupado por su presión arterial.
En ningún momento pretendo decir en mi comentario que a los pacientes haya que hurtarles información y decidir por ellos. Es más, comienzo poniendo un ejemplo de lo que ( a mi modesto juicio) es un buen ejemplo de información matizada , la que escribe en su blog Carlos Oropesa. La diferencia es que a éste, por desgracia, le lee mucha menos gente de la que lee un artículo de El Pais. Por supuesto creo que a un paciente interesado en saber si sus cifras de tensión arterial deberían llevarle a iniciar tratamiento farmacológico ( aspecto que curiosamente se obvia en el artículo de El Pais), el médico debería informarle de los resultados del metanálisis de The Lancet. Pero también de que a menudo la determinación de la tensión arterial no es fiable, de que reducir sin freno la presión arterial tiene sus riesgos, que todo fármaco puede tener efectos secundarios y que, sobre todo, todo tratamiento conviene individualizarlo puesto que cada paciente es único ( todo ello siempre y cuando el médico tuviera más de 5 minutos por paciente, claro).
El Doctor Montori sin duda tiene razón. Antes de entrar en el coste e incluso en la eficiencia de un  tratamiento habría que valorar si es ese el mejor tratamiento para el problema. No tiene sentido discutir de la eficiencia de una determinada intervención sin antes comprobar que esa intervención es efectiva; más aún , si es ésta es la mejor alternativa disponible.

Pero no creo, sin embargo,  que la cuestión de la sostenibilidad sea un asunto baladí. El famoso “cubo” de la Organización Mundial de la Salud (ver imagen) representa los vectores que determinan la posibilidad de alcanzar la cobertura universal en un sistema sanitario: porcentaje de población cubierta, intensidad del pago de bolsillo (copago), y amplitud de los servicios ofertados. Partiendo de la base de que es imposible en cualquier sistema sanitario alcanzar cobertura máxima, sin copagos y para cualquier servicio, cada sistema debe elegir la mezcla del cóctel que más le satisface. Muchos países optan por el ejercicio de una medicina “óptima”, en que todos los servicios están presentes a costa de excluir a buena parte de la población de la asistencia sanitaria, o a incrementar el gasto de bolsillo de los ciudadanos. Otros preferimos que el sistema garantice solo aquellos servicios realmente necesarios, con mínimos copagos y para toda la población de un país. Porque como decía Julian Tudor Hart no hay modo de asumir todas las demandas de atención concebidas en un mercado de consumidores “ ( The political economy of healthcare). Como siempre, una cuestión de prioridades.

4 comentarios:

  1. Efectivamente, aquí el problema esencial surge por ser noticia divulgada por un periódico de gran tirada. Si fuera un comentario de revista médica, podría discutirse por médicos. No es el caso.
    Por otra parte, lo que parece difícil es tener a lo largo de varias medidas, incluso realizadas en poco tiempo, el mismo valor de T.A., pues es de las "constantes" menos constantes ya a lo largo del día. ¿Una medición continua para todos? ¿Qué le puede suceder a un hipocondríaco sino que se le acelere el corazón con cada medida de tensión? ¿Habrá que medicar a demanda a quien se considere a sí mismo hipertenso porque lo dice El País? ¿Habrá que hacerlo aunque no lo pida, pero también porque lo dice El País?
    De "El médico en casa" pasamos a lo que podría definirse como "El médico en el kiosko".
    Estas pautas pretendidamente saludables son insanas por dos motivos: alejan al paciente real del médico (aunque paradójicamente lo visiten más) y generan una hipocondrización generalizada, en la que los factores de riesgo se identifican con las enfermedades que prometen. Es curioso, en ese sentido, que no podamos tratarnos ni "luchar", como se dice ahora, contra uno de los grandes factores de riesgo para todo: la edad. Aunque ya hay sabios que anuncian que lo de envejecer es, de hecho, una enfermedad que algún día será curable, como hay spuestos medicamentos anti-aging que nos ponen a todos en plena juventud.
    A este paso, acabaremos todos locos, aunque nos mostremos muy sanos.

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    1. Abordas dos aspectos clave: la medición de la PA no es algo tan sencillo como parece. El post de oropesa lo explicaba muy bien sobre la influencia que pueden tener aspectos tan nimios como cruzar las piernas mientras se toma la tensión. Simplificar tanto las cosas es muy grave cuando te lee mucha gente. El segundo aspecto importante es la confusión entre factor de riesgo e hipertensión, en esa tendencia creciente a medicalizarlo todo

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  2. Creo, en mi humilde opinión, que las observaciones realizadas por sus colegas en sus comentarios y twits son, al menos en parte, erróneas. El problema de base, respecto al artículo de El País, es la nada inocente equivalencia entre riesgo y enfermedad. Es cierto que, como medida de salud pública, disminuir el riesgo es un objetivo importante, y para evaluar que medidas harán que este baje, la mortalidad es un buen indicador. Pero obviar que estas cifras son siempre relativas (tanto en una población de "enfermos" como en la población general) e influídas por diferentes factores que se superponen a otros, haciendo que la cifra obtenida sólo en parte refleje la influencia real de la medida aplicada (en este caso, la cifra media de TA) es simplificar en exceso la consideración del coste-beneficio de dicha medida. Por otra parte, no entrar a considerar siquiera si la medida más adecuada para alcanzar el objetivo planteado es la mejor entre las posibles y directamente afirmar categóricamente que la solución es medicar a la población (la que puede pagarse los fármacos y cumplir el tratamiento, claro está) es simplemente una afirmación interesada y completamente parcial. Pero esta confusión entre riesgo y enfermedad, sin duda ha resultado resultará, si no hay más gente como usted que aporte claridad en medio de la confusión, muy rentable para algunos.

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    1. Muchas gracias por su comentario que aporta mucha claridad al debate. también lo hacia Javier Peteiro hace un momento. Confundir factor de riesgo y enfermedad es grave, y de hecho no se menciona que se esté tratando una enfermedad 8 como podría ser la hipertensión ) sino simplemente a partir de que cifra de presión atererial se debe iniciar el tratamiento
      Considerar que no es importante el hecho del inmenso negocio que supone tratar farmacologicamente a la mita de la población y el conflicto de interés que conlleva creo que es ignorar la trascendencia de este asunto
      Un saludo

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