domingo, 25 de septiembre de 2016

Magia con precisión

Tienes en tu mano magia para acertar
No me descubras el secreto
es tu manera de dejarme quieto
Esta vez has dado en el blanco
en todo el camino no hemos dado
un paso en falso
Es magia con precisión 
Magia con precisión.Nacha Pop

El mago garabatea con tinta verde el nombre de Linda en la sota de diamantes; la coloca en medio del mazo de cartas, un segundo después, mientras explica a la audiencia lo que va a ocurrir, la carta aparece encima del mazo, y un segundo después, sin tocarla, aparece en el bolsillo de su pantalón. Las cartas evidentemente no vuelan, pero la impresión de la audiencia es que sí lo hacen, desde el mazo al bolsillo. El mago se llama Gustav Kuhn y es profesor de psicología en la Universidad de Londres, y junto a otros investigadores de diferentes disciplinas estudian los resquicios en el proceso de cognición que aprovechan los magos para generar sus ilusiones, y que a la vez permiten avanzar en el conocimiento del proceso de percepción y cognición humana.
Linda Rodríguez escribía sobre este tema, la utilidad de la magia para mejorar el conocimiento de la percepción humana, en el Boston Globe hace unas semanas.  Cada una de las experiencias que tenemos en el mundo, todo lo que vemos, oímos, olemos o sentimos, lo que recordamos después de vivirlo, es en cierta forma virtual. Nuestra percepción no la crean los sentidos, sino que se crea realmente durante el proceso de cognición. En opinión de Kuhn, aunque no lo creamos, la magia realmente ocurre todo el tiempo, toda nuestra experiencia “es una ilusión masiva de la que no somos conscientes”.
Durante el truco, el mago desvía la atención de la audiencia del punto en que realiza el engaño, y de esta forma lo que “los ojos nos dicen y lo que experimentamos crean narrativas diferentes”. Es al permitirnos experimentar “lo imposible”, cuando la magia genera el conflicto entre lo que creemos que es posible y nuestra experiencia real.
De la misma forma que el mago desvía nuestra atención al lugar equivocado, el contexto desvía nuestra atención cuando intentamos tomar una decisión clínica. Y a menudo ésta responde al contexto y no a lo que realmente ven nuestros ojos. De esta forma el que la persona que tengamos ante nosotros sea rica o pobre, esté sucia o impecablemente vestida, huela bien o mal, hable un idioma u otro, nos distraerá a menudo de lo que es importante, y nos hará seguir el señuelo de lo accesorio. Y la decisión que tomemos, sin darnos cuenta, probablemente será errónea.
En la imagen adjunta se visualizan una serie de signos gráficos; el contexto en que se insertan es lo que nos lleva a afirmar que lo que “vemos” es la letra B o el número 13.
En uno de sus trabajos Pat Croskerry ( El contexto lo es todo o ¿Cómo puedo ser tan estúpido?) señala que el papel más difícil del clínico es diferenciar “los signos críticos” que aporta el paciente , del "ruido ambiental" que le rodea; en ocasiones es muy fácil diferenciar el signo crítico del ruido, en esas raras ocasiones en que el signo clínico es patognomónico de la enfermedad en cuestión; pero mucho más a menudo el ruido se superpone al signo y hace casi imposible su distinción ( casi el mismo  dolor puede esconder una migraña o una hemorragia subaracnoidea).
Y es ahí, paradójicamente, cuando el contexto que tanto confunde, puede paradójicamente darnos la clave para diferenciar la señal del ruido.
Kuhn considera que una palabra clave en este campo es el término inglés “Wonder”, preguntarse. “Preguntarse por las cosas es una parte fundamental de la vida, una de las actitudes esenciales para encontrar y descubrir; si nuestros antepasados no se hubieran preguntado nosotros no estaríamos aquí”.
Sin preguntarnos por qué y cómo razonamos con cada paciente será difícil avanzar en la parte más oscura del ejercicio de la medicina: la decisión clínica

(Imagen tomada del artículo citado de Pat Croskerry)

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