viernes, 7 de abril de 2017

El filántropo



Don Amancio se levantó rumboso. Andaba algo molesto tras haber bajado al cuarto puesto de las mayores fortunas de mundo (como si fuera el malvado Nishikori en la ATP detenis), superado no solo por el eterno Bill Gates (el Federer de la pasta gansa), sino también por Warren Buffet y Jeff Bezos, el Djokovic de Amazon. Pero a pesar de ello, y siguiendo la estela del indiscutible número 1, se rascó en el pantalón de Zara de grandes tallas y encontró algo de calderilla: 320 millones de euros, el equivalente al 0,4% de su fortuna, cantidad que el magnate ha decidido donar a “la lucha contra el cáncer” en España. Es algo perfectamente entendible: el hombre no se va a poner en la cola de la mesa que preside cada año  Doña Letizia como si fuera un vulgar funcionario para echar la limosnilla con la que aplacar su mala conciencia. Así, esa pantalla filantrópica llamada Fundación Zara anunció hace una semana la donación de 320 millones de euros para financiar la compra de cerca de 290 equipos de “última generación “de diagnóstico y tratamiento radioterápico del cáncer que irán destinados a centros de los diferentes servicios de salud del país. El  altruista “gesto” da continuidad los realizados con la Xunta de Galicia en 2015 y la Junta de Andalucía en 2016. Es de suponer que será jaleado y aplaudido con similar entusiasmo al que encontró en ambas autonomías cuando recibieron los favores del magnate.Javier Padilla describiócon su habitual brillantez sus riesgos hace cerca de un año.
Asombra que ese sea el comportamiento de los representantes de los ciudadanos. El establecimiento de las prioridades en materia de sanidad, como en cualquier otro ámbito, debería ser competencia exclusiva de la autoridad política. Mi insgnificante persona, por ejemplo, no coincide prácticamente en nada con la priorización realizada en la comunidad autónoma en que vivo en materia de financiación: no estoy de acuerdo en que desde hace más de una década la mayor parte de la inversión priorice sistemáticamente a los hospitales frente a la Atención primaria, impida de forma casi generalizada las sustituciones en este nivel, disminuya la financiación para programa formativos, o haya contribuido a la precariedad laboral con contratos abusivos.
Y sin embargo entiendo perfectamente que mi opinión no sea tenida en cuenta, ni más ni menos  que la del resto de los habitantes en Andalucía;ya llegará el momento de manifestar mi disconformidad cuando corresponda, si no estoy de acuerdo. La aceptación y jaleo de la donación del Sr. Ortega para el Sistema Nacional de Salud supone la aceptación de que su opinión personal es mucho más valiosa que la de cualquier otro ciudadano español. Exclusivamente por razón de su fortuna.
Si a don Amancio le remuerde la conciencia sobre la forma en que acumuló ésta, o si simplemente se siente agradecido al país en que la generó tiene una forma sencilla de corresponder con éste: aumentar su contribución fiscal, o evitar todo tipo de ingeniería fiscal que le permita reducir esa aportación. A no ser que dude de la honradez y competencia de los mismos responsables políticos que aplauden sus donaciones.
El ejemplo de don Amancio no es ninguna novedad. Sus antecesores en el ranking, Warren Buffet y Bill Gates llevan años destinando a la filantropía cantidades mucho mayores de la que disponen las instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud, cada vez más dependientes de fuentes de financiación privadas. Por ejemplo el sr. Gates había donado a su propia fundación ( Bill & Melissa Gates Foundation) cerca de 28.000 millones de dólares en 2013.
Ya se sabe que el que paga manda. Y todas estas donaciones no son inocentes, aunque lo parezcan. Gates lleva décadas determinando el modelo de reformas y las prioridades de intervención en las partes del mundo más desfavorecidas, y que no son precisamente las que más fomentan la equidad y universalidad. La aceptación de la  “limosna” de don Amancio supone aceptar que los que determinan las prioridades en un país no son los representantes de los ciudadanos,sino sus ciudadanos más ricos.

5 comentarios:

  1. Querido SERGIO , hace un año que tuve la oportunidad de reflexionar sobre esto ... aprovechando la donación de este Sr. a Andalucía ...me preguntaba ...
    porque no solicitar a estos magnates que además de invertir en tecnología de alta generación para el cancer ( absolutamente necesaria para tratar a los pacientes y renovar el parque tecnológico en ausencia de inversiones ), no aplican la mitad o la cuarta parte de esa inversión en aumentar las plantillas de Profesionales de atención primaria para invertir en la tecnología aplicada más compleja que utilizamos ? ... EL TIEMPO !!! de la prevención , de la promoción , de la eduacaciin para la salud , en activos en salud ... para la medicina comunitaria , ...
    cuantos médicos y enfermeras y trabajadores sociales ... podrían contratarse para reforzar la red de atención primaria y dedicar ese recurso para prevenir ... promocionar y activar la medicina familiar y comunitaria , en el contexto de los equipos de AP ?
    Cuánto hemos dejado de hacer por nuestros ciudadanos en AP por falta de tiempo ..? Por inadecuacion de nuestras plantillas a la tarea que deberíamos hacer y no tenemos el tiempo necesario ?
    Creo que se vendería igual de bien que la instalación de aceleradores lineales para el tratamiento del cancer ... pero a nadie se le ocurrió hacerle este planteamiento ...
    ya que va a donar ... porque no, donde se es más eficaz ...? Los ciudadanos lo agradecerían ...
    Un abrazo ..!

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    1. Cuanta razón llevas Lola.
      La Atención Primaria es de las tecnologías sanitarias que mejor evaluación alcanza para mejorar la vida de las personas a un bajo coste. Y nadie repara en ella porque carece del glamour de la enfermedad concreta, de la técnica asombrosa, de la virguería tecnológica
      Dejar en manos de esta gente la inversión, plegarse a sus designios, va generando poco a poco un sistema deformado, hipertrofiado en algunas partes y mermado en otras
      Los efectos de lo que lleva haciendo Gates en medio mundo son suficientemente determinantes como para tener cuidado con esto
      Muchas gracias como siempre
      Un abrazo

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  2. de los plutócratas patriotas, que optan por donar a curas y a bárcenas, ningún reproche en este pais de cria cuervos

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  3. Sergio, me parece ésta una entrada especialmente relevante.
    En las redes sociales, en donde predominan actitudes dicotómicas, de todo o nada, hay quienes demonizan a D. Amancio por este tipo de limosnas, en tanto otros alaban tales donaciones.
    Personalmente, me parece bien que su Fundación haya donado en su día un “fibroscan” para el hospital en que trabajo y que ahora dé esos millones para un mejor diagnóstico y tratamiento del cáncer. Porque algo es mejor que nada y bien podría este hombre dedicar sus donaciones o limosnas si se prefiere a fomentar el golf.
    Creo que el problema no estriba sólo en diferenciar caridad (filantropía) de justicia (impuestos) ni de las prioridades a las que adjudicar esas donaciones por parte de quien las haga, sino que yo lo centraría en otro aspecto, el papel del mecenazgo mismo.
    La donación de Ortega puede provocar admiración o escándalo, según cada cual lo interprete. Pero habría que considerar también un fenómeno que está en auge, el micromecenazgo o “crowfunding”. La asistencia sanitaria, ligada a la investigación aplicada, se está haciendo dependiente del interés particular frente al interés general. De este modo, coincide con la donación por parte de poseedores de grandes fortunas. Si D. Amancio sufriera ELA, tal vez su fundación dedicara esos millones a la investigación sobre esta enfermedad. Josep Carreras tuvo leucemia y surgió la fundación de su nombre.
    Pero eso ocurre también con el micromecenazgo, que va por libre y es demasiado sensible a campañas de marketing de oncólogos u otros especialistas, como vemos ahora con la “biopsia líquida”.
    Creo que, en cualquier ámbito de la Medicina, sea asistencial, sea de investigación, sea de ese término medio en que asistencia e investigación no tienen una barrera nítida, lo personal y lo emocional contagiado no debieran regir decisiones sobre donaciones de particulares, sino que éstas debieran ser tomadas desde el poder político representativo. De no ser así, lo impactante por cuantitativo puede recabar más fondos que lo que es realmente prioritario. Pero también podría hacerlo lo que impacta por cualitativo. Probablemente, si algún digno presentador de programas del corazón de alguna televisión privada tuviera cirrosis primaria (Dios no lo quiera), fuera fácil orientar a una gran audiencia a cooperar en ayudas de micromecenazgo a la investigación sobre una enfermedad que siempre fue importante pero que ahora es “televisible”.
    Es excelente la ayuda, pero es dudoso que quien la presta pueda orientar sus fines, como lo es que quien la solicita lo haga al margen de los cauces oficiales en un país democrático.
    Un abrazo.

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    1. Ruego disculpeis el retraso en comentar a vuestros comentarios debido a un problema de acceso a Blogger ocurrido durante los últimos días
      Es cierto que en términos objetivos mejor es recibir una donación a salud que no recibir nada. pero introduce desde mi modesto punto de vista dos problemas adicionales: el dar poder a quien no lo tiene legalmente de "ordenar y confeccionar el sistema dde salud, y de desviar una vez más las inversiones a las más vistosas ( o rentables para el mecenas) y no a las más necesarias
      Muchas gracias por los comentarios
      Un saludo cordial

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