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lunes, 15 de abril de 2013

La sabiduría de los nietos

Ayer recibí un comentario al post que llevaba por título “Las reformas las harán nuestros nietos” . La envía Valentina Martufi , una de las alumnas de la promoción de este año de nuestro máster en salud pública Europubhealth. Y creo que merece reproducirse íntegramente: 
“Admito que lo que más me llamó la atención de este post fue su título (repetido en la doble conclusión), y entiendo que pueda ser una declaración exagerada que quiere reflejar la temática crítica discutida en su contenido. Sin embargo, la frase "las reformas-reformas las harán nuestros nietos" me deja algo de amargura. Creo que es importante fomentar esa motivación, quizás romántica, que tenemos los que nos encontramos en esa fase de la vida de querer "cambiar el mundo". Es cierto que la situación es, en una palabra, desastrosa (me refiero tanto a los ejemplos que exponéis aquí, como los miles que se podrían hacer de Italia, y muchos países más). Pero esto no justifica "pasar la pelota" directamente a la generación que nos sigue (¿vuestros nietos?). Es nuestro turno de (por lo menos intentar) cambiar el mundo (con las que llamáis reformas-reformas), y necesitamos creerlo nosotros, pero también necesitamos que vosotros lo creáis, y nos apoyáis en ello con vuestra experiencia”. 
El post reproducía íntegramente un comentario enviado por Ana Rico respecto a las razones que podrían explicar la incompetencia de los ministros españoles. Y acababa con una afirmación a mitad de camino entre la frustración y el cinismo. El comentario de Martufi es una crítica (tan elegante como demoledora) a esa actitud de pasotismo, suficiencia, y nihilismo que cada vez predomina más en mi generación. 
Instalados en la tranquilidad de tener un empleo indefinido, la comodidad de unas condiciones laborales de cuando la esclavitud aún estaba mal vista, y la prepotencia de estar de vuelta de todo, miramos con suficiencia los problemas ajenos. Como a nosotros ya no nos afecta, que los que vengan detrás se saquen las castañas del fuego , que es lo que les toca. 
Gracias a esa actitud tan profundamente corrosiva nos sorprendemos de que cada día sea peor que el anterior, que derechos adquiridos a costa del esfuerzo de varias generaciones se disuelvan en la nada, o de que el saqueo quede siempre impune. Grecia seguirá despidiendo funcionarios, Portugal modificará las leyes que sus tribunales declararon inconstitucionales por otras nuevas que no puedan ser consideradas así, y a España la insaciable bestia llamada Comisión Europea le exige abaratar aún más el despido improcedente ( lo que significa que consideran legítimo realizar despidos sin atenerse a la ley). Según fuentes del Ministerio de Economía “ la gran preocupación de la Comisión reside en la aplicación por parte de los jueces de la legislación…puede que esto exija retoques si la jurisprudencia sigue por esa vía”. 
Los partidos, sindicatos y demás familia siguen instalados en sus torres de marfil haciendo oídos al desprecio de aquellos a quienes dicen representar. Incluso se permiten llamar nazis a los que no encuentran otra forma de protestar que acudir a los alrededores de las casas de los políticos porque éstos nunca dan la cara en los lugares donde deberían darla.. 
En el ámbito sanitario se siguen tolerando políticos incompetentes ,gestores sin criterio propio, y reformas e innovaciones sin el más mínimo fundamento científico o empírico. Apoltronados en nuestros empleos para toda la vida (veremos a ver por cuanto tiempo), es cada vez más excepcional encontrar en reuniones, congresos, una voz crítica o simplemente diferente a lo que dice el poder de turno o la corriente de opinión mayoritaria. Y cuando ésta existe se le tacha de excéntrico ( en el mejor de los casos) o se considera absolutamente intolerable. Hemos perdido la capacidad de debatir y discutir de forma civilizada y argumentada. Es más cómodo seguir callados en público y despellejar al jefe en las barras de bar. 
Es hora de reformas-reformas, de movimientos que aspiran a cambiar el status quo . En definitiva, de cambios radicales. Esos cambios los deben liderar personas por debajo de 30 años, posiblemente la generación mejor preparada desde el fin de la II Guerra Mundial. Pero necesitan (como dice Martufi) la experiencia y apoyo de los que en su día hicieron también su revolución, fuera grande o pequeña. Si no lo hacemos, acabaremos arrepintiéndonos todos. .

13 comentarios:

  1. Viene al caso, un poema de Mario Benedetti. Que les queda a los jóvenes

    ¿Qué les queda por probar a los jóvenes
    en este mundo de paciencia y asco?
    ¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
    también les queda no decir amén
    no dejar que les maten el amor
    recuperar el habla y la utopía
    ser jóvenes sin prisa y con memoria
    situarse en una historia que es la suya
    no convertirse en viejos prematuros

    ¿qué les queda por probar a los jóvenes
    en este mundo de rutina y ruina?
    ¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
    les queda respirar / abrir los ojos
    descubrir las raíces del horror
    inventar paz así sea a ponchazos
    entenderse con la naturaleza
    y con la lluvia y los relámpagos
    y con el sentimiento y con la muerte
    esa loca de atar y desatar

    ¿qué les queda por probar a los jóvenes
    en este mundo de consumo y humo?
    ¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
    también les queda discutir con dios
    tanto si existe como si no existe
    tender manos que ayudan / abrir puertas
    entre el corazón propio y el ajeno /
    sobre todo les queda hacer futuro
    a pesar de los ruines de pasado

    MARIO BENEDETTI

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  2. Muchas gracias Miguel por un poema tan oportuno y certero
    Un abrazo

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  3. No sé. Eso es lo que puedo decir, que no sé. No sé propiamente de nada de todo lo importante a que se refiere el contenido de este post.
    Hablas de la generación mejor preparada. Tengo dudas de que sea así; concentran más titulaciones que cualquier otra generación previa, saben inglés y todas esas cosas. Pero no han pasado hambre de muchas cosas, sin llegar al extremo, que todo se andará, del hambre física. Carecen de la brutalidad y sabiduría de ese estímulo, que podría hacerlos revolucionarios.
    ¿En qué están preparados los jóvenes? No creo que un ingeniero de telecomunicaciones lo esté más allá de su profesión ni que un médico sepa más que de Medicina (hablo en términos generales, por supuesto, exagerando incluso).
    No. No hay mejor preparación, desde mi miopía, más allá de la técnica. Falta soledad, cabreo, hambre de muchas cosas, a quienes, desde su juventud, podrían liderar para liberar.
    En cuanto a los que ya somos mayores, sé menos. Yo nunca milité en ningún partido o sindicato, ni ahora ni cuando eran ilegales, nunca fui clandestino por nada ni en nada. Es ahora, nunca es tarde, cuando me he hecho rebelde, como cantaba Jeannette, porque el mundo me ha hecho así. En ese sentido, no puedo aconsejar a nadie desde mi propia comodidad. Pero dudo que puedan hacerlo los que vieron recompensadas sus carreras delante de los “grises”. Conozco médicos del 68 que llegaron a gerentes (and beyond) y que hicieron de la carrera física carrera política y económica. ¿Podrían aconsejar ellos desde su instalación en el poder y en la abundancia? ¿Desde su posición de tertulianos? Lo dudo.
    Vivimos en un mundo de traiciones. De la izquierda a sus ideales, de la Iglesia al Evangelio, del amigo a la amistad.
    Ningún inepto se rodeará jamás de alguien al que perciba mejor que él. En mi hospital se nombran jefes de servicio a dedo y son esos jefes los que a su vez contratan a adjuntos a dedo. En ese contexto de docilidad máxima, ¿podemos esperar algo en ese microcosmos que es un hospital? Sigo creyendo que sí, pero parece una esperanza estéril.
    En una sociedad individualizada al extremo gracias a o por culpa de la tecnociencia, y carente de relatos que canalicen ansias, sólo queda la opción rebelde, también individual, la postura ética que diga sí o no cuando y a quien haya de decirse. De ella surgen las plataformas que estamos viendo y que rápidamente tratan de denigrar los políticos “profesionales”, los que han nacido en casa bien, los que nunca han tenido problemas por ser hijos de su papaíto. Que echen a la calle a los pobres, a los que han vivido fuera de sus posibilidades y también a los que han vivido dentro de ellas, porque sí, porque les ha tocado, por parias… y que los echen con sus hijos y sus viejos. Que aprendan a ser responsables, aunque ya no puedan saber qué significa eso ahora. Y que no se les ocurra después molestar a las buenas gentes con escraches, palabra fea donde las haya.
    ¿Cuánta hambre de alimentos, de justicia, de ideas, necesita esta sociedad para echarse a la calle en la que se pasea, pero también a la calle de los colegios, de los hospitales, de las empresas, de las grandes superficies, de los medios de comunicación, de la sede episcopal, de San Jerónimo o de la Zarzuela?
    Ya está bien de sumisión impuesta y de servidumbre voluntaria. Que sea cierto el eterno retorno y que vuelva Nietzsche en forma de Zaratustra.

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    1. Es verdad que muchos de nosotros (no todos) no hemos llegado a pasar hambre física, pero estamos pasando el hambre emotiva que deriva de la humillación de estar peor que nuestros padres, de seguir dependiendo de ellos en la primera edad adulta, cosa que no pasó a las últimas generaciones.
      Nos tendremos que ganar la salida de esta situación, y es posible que todavía no se haya prendido la chispa para que se muevan las masas de manera coordinada. En mi opinión esto es porque hay masas que están tratando de cambiar las cosas replicando lo que hicieron generaciones pasadas (tipo 68), sin considerar que en ese entonces funcionaron porque eran una novedad y un choque para la sociedad, mientras hoy ya son lo más normal e institucionalizado.
      En este momento no sabría decir cuales serían las nuevas estrategias que se necesitan para el cambio, quizás se están utilizando ya en algún país y todavía no nos hemos dado cuenta, pero tengo fe en que están ahí listas para estar descubiertas, y para chocar.
      Se que pueda parecer una esperanza "romántica", pero sin esta no veo que nos queda para motivarnos a seguir, como dice Benedetti (muchísimas gracias Miguel,¡ me encantó el poema!!!), en el día a día.

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    2. Muchas gracias Valentina, tanto por tu comentario lleno de sentido común, como por haber iniciado esta discusión, en mi humilde opinión esencial. Creo que tienes razón en el análisis. Si los problemas son nuevos, si el entorno es tan radicalmente diferente ( pérdida de soberanía de los países, confirmación de que el poder real está fuera de las instituciones políticas, que la democracia es simplemente una palabra cada vez más vacía de contenido) es razonable pensar que las respuestas no pueden ser las mismas que hace 40 años. Habrá que ensayarlas. Y ahi deben estar todas las generaciones ( incluida la nuestra) que siguen teniendo la esperanza "romántica" en que es posible que nuestrso hijos no tengan por qué vivir peor que nosotros.
      Un saludo

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    3. Valentina,
      Era esa el hambre a la que me referí y que puede llegar, de hecho ya lo hace, al nivel puramente físico. Hambre de seguir en la casa de uno, hambre de que no insulten cotidianamente a la inteligencia de tanta gente, hambre de que se reconozca la valía personal, hambre de poder servir a los demás desde un puesto de trabajo, hambre de demasiadas cosas.
      Creo que, como bien señalas, lo del 68 no es comparable en absoluto a esto. Efectivamente, se institucionaliza todo, hasta la protesta.
      Desde mi punto de vista, el escrache tiene algo oportuno: señalar directamente a culpables. Porque no todos los políticos lo son, porque no todo el que pertenece a un partido lo es. Es preciso llamarle a las cosas por su nombre y si hay gente que se permite humillar desde el insulto traducido en eufemismo, hay que señalarlos, decir que es él o ella quien está causando dolor y sufrimiento.
      Se ha dicho hasta la saciedad que la soberanía reside en el pueblo. Pues bien, hay que asumirlo e inventar el modo de ejercerla, porque es obvio que no basta con elecciones cada cuatro años. El escrache es uno de esos modos. Por supuesto que puede derivar a lo peor y sería terrible, pero ¿acaso no han derivado tantos políticos con puestos de responsabilidad a la más extrema violencia? ¿O no es violencia convertir a España en un sistema feudal?
      Es por ello que me referí a la importancia del hambre en sentido amplio; de esa hambre de justicia, de respeto, de dignidad e incluso de comida, surgirá, no me cabe duda una respuesta social adecuada.
      Mientras tanto, como decía alguien, nos queda la palabra. Que no es poco. Blogs como éste muestran una gran valentía. Sergio se está significando en un contexto poco propicio a este tipo de manifestaciones. Eso supone una actitud ética decidida.
      El poema que se ha recogido es una muestra de ese valor de la palabra. No es extraño que en otras épocas, sin duda añoradas por algunos llamados demócratas, se prohibiera a los esclavos aprender a leer.
      Un abrazo.

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    4. Es que ya no hay colectivos. Sólo pueden formarse desde carencias concretas: desahucios, preferentes, etc.
      En tiempos había dos grandes fuerzas sociales, los trabajadores y la universidad. Ahora eso no ocurre. Los trabajadores no lo son, en general, de un lugar; ese lugar es el mundo porque, exceptuando PYMEs, el trabajo se da directa o indirectamente en el seno de multinacionales: ¿qué más da que protesten con toda la razón del mundo los trabajadores de "Atento", si son cuatro gatos en un mundo embriagado por las estadísticas? ¿es concebible una unión de trabajadores de una industria automovilística, farmacéutica o de refrescos? Es imposible; no se conocen, porque en una empresa multinacional están dispersos y no trabajan por los mismos salarios en los distintos países. Tenemos ahora el lamentable ejemplo de Pescanova, extendida prácticamente por todo el mundo y gobernada presuntamente por ineptos. Sobra decir que la inutilidad de los sindicatos es manifiesta en tal contexto y con su historia de acomodo e inoperancia sostenida en laureles decimonónicos.
      No parece que del mundo del trabajo vaya a salir un "movimiento obrero" a estas alturas.
      ¿Y la Universidad? ¿Qué universidad tenemos? De ahí sí que es imposible que salga algo crítico, cuando la inmensa mayoría de sus profesores lo han sido por esperar un turno y por su docilidad. Es mucho más fácil esperar una respuesta crítica en secundaria pública, en la que al menos ha habido oposiciones de verdad.
      Sólo cabe un movimiento románticamente crudo, el de los pobres, de los parados, de los condenados a emigrar (perdón, quise decir de los que hacen "movilidad exterior").
      Gracias, Sergio, por acoger mis comentarios.
      Un abrazo.

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    5. Bueno Javier. El que tiene que dar las gracias soy yo. Son tantas ideas interesantes las que venís aportando que deberíais escribir vosotros directamente los post.Has tocado dos puntos clave. El primero tiene relación con el cambio radical que supone la globalización desde el punto de vista empresarial y el debilitamiento absoluto de la fuerza sindical que implica.El segundo supone la necesidad de utilizar nuevas formas de expresión y protesta cuando la democracia en cuanto a posibilidad real de participación se reduce exclusivamente al depósito de una papeleta en una urna periódicamente. Los escraches irritan posiblemente tanto por lo que tu señalas, porque implican que no es gratuito tomar decisiones políticas que causan tanto daño . Sí, hace falta tener hambre, y no solo de pan. Y no solo los que no pueden acceder a un puesto de trabajo
      Gracias de nuevo Javier

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  4. Si, es para pensar con calma como señalas Javier. Si creo que sean la generación mejor preparada en cuanto a disponibilidad de recursos y habilidades en múltiples terrenos ( de los idiomas a las tecnologías). Pero como bien dices eso no es suficiente para ser un buen médico, ingeniero o abogado.
    Es cierto que falta hambre y ganas de cambiar radicalmente las cosas al coste que tenga. Por desgracia el deterioro es tan rápido que veremos que ocurre cuando la situación empiece a tocar lo más elemental. Hay personas magníficas en esos grupos de edad con compromiso y esfuerzo diario para cambiar las cosas, como Valentina Martufi señala. Pero también otros muchos por desgracia dispuestos a seguir disfrutando de una situación cómoda mientras dure
    Pero nuestra generación tiene mucho más delito . La responsabilidad de lo que está pasando ( por acción y omisión) es fundamentalmente nuestra como generación. Y apenas hacemos nada, más allá de quejarnos y echar la culpa a los demás.
    Las muestras de rebeldía no pasan de lo anecdótico, cuando no son rápidamente censuradas o desacreditadas desde los grupos que ostentan el poder o , mejor dicho, los poderes.
    La "revolución" ha de comenzar por cada lugar de trabajo. Y en estos la molicie sigue siendo tan predominante que dan ganas de no mover un dedo
    Pero se lo debemos a nuestros hijos, y ¿por que no? a nosotros también
    Un saludo y muchas gracias como siempre por hacer pensar

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  5. Sergio,
    Completamente de acuerdo con lo que indicas, que somos culpables como generación (yo más, que creo que soy mayor que tú) y de acuerdo también en que la rebeldía es anecdótica, pero nos hemos quedado, supongo que por nuestra propia culpa. sin mecanismos de canalización de una respuesta mínimamente colectiva. Ni sindicatos, ni colegios médicos parecen servir, en la práctica, para nada. La dispersión de los médicos es muy grande.
    Creo que, para pasar de la rebeldía a la revolución (en el mejor de los sentidos que se quiera), se precisa una mínima comunidad de intereses o, por decirlo más crudamente, que haya un sentimiento común de hambre. Como señalas, acabará llegando por la rapidez del deterioro al que asistimos, pero, de momento, no ocurre. A diferencia de otras épocas, la individualización, la atomización, es máxima. No es poco quejarse de modo público, por muy insuficiente que resulte.
    Un abrazo

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  6. Si, para ver la credibilidad de los sindicatos no hay más que consultar la última encuesta sobre confianza de determinados sectores e instituciones publicado recientemente. Con líderes sindicales que proponen como medida innovadora limitar a tres periodos sus mandatos, cuando ellos llevan seis. Con dirigentes que ninguno cumple ya los 55, poca novedad es esperable.
    Las claves de nuestra debilidad son las que comentas: una dispersón muy grande y uan divergencia de intereses y prioridades muy grande.Ayer escuchaba en la radio la indignación de un cardiólogo sobre las consecuencias de los recortes en España.Pero no era nada relacionado con limitación de derechos o exclusión de determinadas personas, sino respecto a la lentitud de la introducción de los nuevos antocoagulantes orales.Dificilmente esta gente estará interesada en ninguna revolución que no sea la de poder continuar yendo a Bali de congreso con todos los gastos pagados
    Sí , se necesita una mínima comunidad de intereses. y por desgracia parece que solo se consigue ésta en condiciones extremas. Como cuando hay hambre real.
    Un abrazo y gracias como siempre

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    1. Queridas todas
      Yo, la verdad, estoy muy de acuerdo con todos los comentarios, que no veo incompatibles entre sí. Le agradezco mucho a Valentina el revulsivo, que comparto (si me dedique a la politica fue porque un zapatero comunista de mi -suburbial- barrio dibujó en la pared central del mismo este bellísimo fragmento

      Sangre que no se desborda,
      juventud que no se atreve,
      ni es sangre, ni es juventud,
      ni relucen, ni florecen.
      Cuerpos que nacen vencidos,
      vencidos y grises mueren:
      vienen con la edad de un siglo,
      y son viejos cuando vienen.

      La juventud siempre empuja
      la juventud siempre vence,
      y la salvación de España
      de su juventud depende.

      de la hermosísima poesía de Miguel Hernandez, "Llamo a la juventud" que creo que tanto viene a cuento...

      Lo de que reformar-reformar, lo haran nuestras nietas era una metafora compleja formada por varios ingredientes que creo que todos compartis por los mensajes que he visto:
      1) Cuando las cosas se estancan por bloqueo estructural, solo la fuerza de la juventud puede con ellas
      2) Las cosas en política van más lentas que el caballo del malo ;-) y a cualquiera que le interese cambiar el mundo tiene que estar preparado para que pequeños pasitos hoy (seguir analizando y denunciando en condiciones de bloqueo=cuando los costes marginales son altísimos y los beneficios improbables)) solo produzcan cambios dentro de dos generaciones:
      - 3) No cabe el pesimismo una vez se entiende que la política es a doscientos años vista: Si se preparan las cosas así, si que es seguro el cambio futuro (eg los republicanos que de verdad acertaron -como el heroe Domingo- invirtieron en buenas escuelas y maestras publicas, que aunque luego en mucha parte perseguidas y malogradas, son las que nos trajeron la transicion incluso algunas ya muertas pobrecitas)
      - 4) Necesitamos urgentemente en este país personas a las que una dictadura en su infancia, adolescencia o madurez no malograra gravemente su capacidad de soñar, y en concreto la de soñar a gran escala y muy en serio (=nuestras nietas). Con menor urgencia, pero mayor necesidad, hacemos falta tambien todos los que, malograda por dictaduras y censuras nuestra capacidad de soñar, nunca perdimos el sueño de algun día poder educar a algunas soñadoras y soñadores valientes, sin malograr, que sí se atrevan a soñar en serio (mas motivos para el optimismo: Madina sería un inmenso progreso en esa direccion en mi opinion)
      - 5) Por último, no me resisto a recomendaros a fuente de plagio original del titulo del comentario que le mande a Sergio: el breve sabio y bello ensayo de Keynes sobre "Las posibilidades económicas de nuestros nietos" (http://www.econ.yale.edu/smith/econ116a/keynes1.pdf, ver sintesis en http://elpais.com/diario/2009/06/08/opinion/1244412004_850215.html o http://epaper.lavanguardia.com/epaper/viewer.aspx). Tampoco me resisto a concluir, con Sergio, que aunque me de miedo que los Ministros especialistas sean economistas (por motivos que Keynes explica bien), sin duda necesitan saber mucha economia (junto con politica, medicina y sociologia) para poder gobernar (y/o que no les gobiernen...).
      - 6) Por fin, a Valentina: mi rendida admiración y mi email (arico@isciii.es), por si puedo ayudar en algo
      Besotes mil
      Ana


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    2. Querida Ana: Con tantas comentarios interesantes esto supone algo parecido a jugar al poker y además ganar.Al fin y al cabo toda esta interesante tertulia la iniciaste tu con la afirmación de que las reformas reformas las harán nuestros nietos.
      Valentina tiene una mente privilegiada y rápidamente descubrió la tendencia de nuestra generación a escurrir el bulto, algo que no es generalizado afortunadamente, pero si es predominante por desgracia
      Si, necesitamos urgentemente personas dispuestas a soñar, o al menos a ayudar a que otros sueñen "en serio".
      Gracias por el maravilloso ensayo de Keynes y aun mas por el poema de Miguel Hernandez
      Un abrazo

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