Cualquier persona que llegue al Reino Unido con la idea de establecerse allí durante un tiempo debe hacer cuatro cosas imprescindibles: abrir una cuenta en el banco, buscar una casa, encontrar un colegio para sus hijos, y … elegir un médico general. Lo cuenta Nabil Kurashi, un médico de familia que residió muchos años allí antes de convertirse en Director del departamento de Medicina de Familia en la Universidad de Dammam en Arabia Saudí y ha sido durante muchos años presidente de la región de WONCA de Oriente Medio. Ese grado de relevancia del médico general británico tiene mucho que ver con que está fuera de discusión que el médico general es absolutamente imprescindible para que el National Health Service funcione, ya sea con laboristas o conservadores, en épocas de crisis o de bonanza, sea cual sea la forma de organización y contrato. La importancia que tiene el NHS para los británicos es algo difícil de entender en el resto del mundo. Ningún país ha incluido en la ceremonia inaugural de sus Juegos Olímpicos una puesta en escena sobre la importancia de su sistema de salud, quizá porque ( como comenta O’Grady) para los británicos el NHS es más que un servicio, es casi una religión.
Esta semana se celebró en El Cairo la conferencia de la región Este del Mediterráneo de la Organización Mundial de la Salud, una región más amplia de lo que el nombre indica porque abarca transversalmente buena parte de los países comprendidos entre Pakistán al este y Marruecos al oeste, en su mayor parte países árabes. Su objetivo era el de establecer una hoja de ruta en esa inmensa región dirigida a fortalecer los servicios de salud a través de la medicina de familia. A pesar de la heterogeneidad en riqueza, desarrollo y situación política de la región, en ninguno de ellos se pone en discusión que la medicina de familia es esencial para mejorar sus servicios sanitarios. Y aunque con muchas dificultades en algunos casos, buena parte de ellos han iniciado procesos de capacitación de especialistas en medicina familiar, generalmente a través de la creación de departamentos universitarios de medicina de familia y atención primaria.
A menudo hay que irse fuera para darse cuenta de lo valioso que es lo que se tiene. Siempre que tengo la suerte de hablar de nuestro sistema sanitario fuera de España y escuchar las opiniones de colegas de otros países respecto a él, me doy cuenta de que, a pesar de todas sus deficiencias, fuimos capaces de construir un buen sistema sanitario, que ahora está siendo claramente amenazado ( como lo está el británico).
Pero hay dos características que siempre sorprenden a la gente de fuera. El primero es el hecho de que el sistema de formación de residentes esté fuera del control universitario. Aún más se sorprenden cuando les dices que sacarlo de la universidad fue precisamente una de las razones por las que el sistema sanitario español progresó de forma tan clara, puesto que el sistema MIR fue el que permitió disponer de médicos altamente cualificados al mismo nivel que el de los países más avanzados del mundo , algo que hubiera sido imposible bajo control universitario.
La segunda característica que consideran insólita es el hecho de que no existan departamentos de atención primaria y medicina de familia en las universidades españolas. No me refiero a las cátedras financiadas por la industria , sino a verdaderos departamentos de medicina de familia, equiparables a cualquier otro departamento universitario, capaces de impartir programas de formación en el grado y postgrado, de desarrollar proyectos relevantes de investigación, e incluso participar en proyectos de ayuda internacional en el ámbito de la atención primaria.
En la citada reunión participaron Azeed Majeed y Salman Rawaf, directores del departamento de atención primaria y del centro colaborador sobre atención primaria del Imperial College de Londres , conocidos por sus publicaciones sobre atención primaria en algunas de las revistas más importantes del mundo académico, quienes no podían entender que un país con un nivel de atención primaria como el nuestro no disponga de un departamento de medicina de familia en cada facultad de medicina.
Inevitablemente , una de las conclusiones de la reunión fue la de que los países que aún no dispusieran de departamentos de este tipo, deberían dar los pasos necesarios para ello en el plazo más breve posible.
Sin medicina de familia en la universidad es imposible revertir la tendencia de los estudiantes de medicina a ignorarla como una alternativa profesional realmente interesante.
Tras 36 años de especialidad los avances en este sentido han sido nulos. La universidad permanece refractaria a cualquier cambio que suponga alterar el status quo de prebendas y beneficios de los que están dentro. Ya va siendo ahora de cambiar las cosas.
en los avances politicos de nuestro pais la universidad fue clave en la primera transición democrática (con figuras como los PNN rubalcaba o Chaves) ...y lo será en la nueva transición que se avecina (con preclaros universitarios como Pablo Iglesias, monedero y errejón)
ResponderEliminarPor tanto, este tema de la casta sanitaria , admite otras lecturas
Sergio si los expertos extranjeros conocieran mejor el estado de la universidad española , no reivindicarían la presencia de la primaria en los Departamentos universitarios.http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/11/21/catalunya/1416598345_378000.html. un abrazo Toni Agustí
ResponderEliminarSí, es una pena que la atención primaria no tenga más peso en la formación universitaria, como tampoco lo tiene la medicina de urgencias, anestesia,... En fin, que hay carencias vaya. Pero bajo mi punto de vista quizá lo más lamentable de nuestro sistema de formación universitario sea la absoluta falta de contacto con el paciente y familiares durante la época de estudiante, hablo de contacto real, de asumir responsabilidades. Hecho que condiciona que buena parte de los opositores mir tengan dudas acerca de la especialidad que elegir y que algunos por desconocimiento elijan mal, renuncien y tengan que empezar de 0. Hablo por experiencia propia. Creo que es un gran descuido no implicar a los estudiantes en la atención sanitaria. Una gran carencia.
ResponderEliminarDe acuerdo contigo Susana. Esa es la formación absolutamente deplorable que se sigue dando en las facultades de medicina de España, casi igual que hace 40 años. Se avanza poco. Pero en caulquier caso la necesidad de formar en medicina de familia no es equiparable a la del resto de especialidades que siempre tienen su hueco en el curriculo
ResponderEliminarSí, la medicina famiiar e interna como asignaturas fundamentales para cualquier médico (y medicina de urgencias, que ahí nos sueltan como si nada al llegar al hospital) pero vaya, si puede ser practicando desde que somos estudiando, mejor que mejor.
ResponderEliminarSe sustituye lo brillante por lo importante. Un corazón artificial, un mecanismo de angiogénesis, un nuevo gen entre tantos que se relacionan con la depresión, la obesidad o la ineligencia…
ResponderEliminarLo brillante lo es porque brilla, destaca, llama la atención por pretendidamente novedoso en el conocimiento (¿cuántos genes – promesa van ya?) o en la aplicación, como un exoesqueleto o un corazón artificial, generalmente para un ámbito muy restringido y, tal como van las cosas, restringido por ser económicamente selecto (un futuro probable, si no lo remediamos).
Ante eso, lo comentábamos en el post anterior, ser buen médico parece tomar un papel menor.
Es ese brillo que atonta la mirada el que alimenta el hospital – centrismo y el frenesí publicador. Y es ese brillo el que pretende justificar tanto el trabajo de periodistas de una divulgación pobre y peligrosa como el de gestores que compensan con tales “avances” cotidianos la ausencia de avance real precisamente por su nefasta gestión.
Y ocurre que, si las universidades son regidas, salvo honrosas excepciones, por viejos mediocres, los hospitales y, lo que es peor, las áreas de “gestión integrada”, lo son en general por mediocres que nunca han ejercido la Medicina, también con honrosas excepciones que supongo.
Y así nos va. Con la gente yendo a su médico de cabecera para que la mande al especialista que es el que, cada vez más, no sabe. También con excepciones.