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lunes, 7 de junio de 2021

Respeto

 


I'm about to give you all of my money

And all I'm askin' in return, honey

Is to give me my profits

All I'm askin' (oo)

Is for a little respect when you come home (just a little bit)

(Just a little bit) mister (just a little bit)

Respect. Aretha Franklin.1967

 

La gran Aretha solo pedía un poco de respeto cuando el tipo que se largó con su dinero volvía a casa. Solo un poquito. Ese respeto que falta siempre en el maltrato a mujeres, a personas de otro país u otro color, a pobres, a personas vulnerables.

Y también a jóvenes cuya suerte (oscura) parece preocupar ahora a todos los medios de comunicación. Y también a profesionales sanitarios, esos a los que es tan fácil engañar con unos aplausos desde los balcones  tan falsos como el beso de Judas  cuando las cosas se ponen feas.

Como si fuera el edificio el que determina el carácter, sea el gobierno de derecha o izquierda, simple o compuesto, el Ministerio de Sanidad y por extensión, las consejerías de salud o sanidad de las comunidades autónomas, se comportan como una despiadada máquina de maltrato de estudiantes, residentes y por ende de profesionales sanitarios. Pasan los años , el maltrato permanece.

Uno podría pensar que es la inconsciencia y el absoluto desconocimiento de su quehacer que demuestra la señora ministra de Sanidad la responsable de la continuada falta de respeto a los aspirantes a alguna de las plazas de residencia presentes o futuras. No es así. Es una inercia estructural transmitida de generación en generación , de década en década, que se perpetua desde que elegí la plaza de residente de medicina de familia hace más de tres décadas.

A un procedimiento de elección de plazas delirante y desquiciado, que obliga a elaborar listados de 1000,2000 o 7000 posibles opciones para elegir el futuro, que desprecia la posibilidad de adaptar la elección a las vacantes que puedan ir quedando, que condena al sistema a acabar teniendo menos  residentes de los que pudieran tener si todas las plazas fueran cubiertas, añaden un sistema informático mal diseñado y peor implementado, asimilado al funcionamiento general de la administración electrónica española: la que rara vez funciona, la que a menudo se cuelga, la que nunca da opción a hablar con un ser humano.

Pese a las reiteradas protestas, manifestaciones y recomendaciones desde sectores de lo más diverso y moderado, como los honorables colegios de médicos, sindicatos o sociedades científicas, la apisonadora implacable del ministerio ha seguido adelante, demostrando otra vez más que tantas llamadas al diálogo y el entendimiento son expresiones no solo huecas sino claramente ofensivas.

La última de sus ocurrencias es la penalización en no volver a poder presentarse al examen MIR a aquellos que abandonen o rechacen la plaza asignada. Sean los pecadores arrojados al infierno de las buenas intenciones. El engranaje ministerial y sus férreos operarios no se plantea por qué renuncian, por qué se vuelven a presentar buscando un trabajo mejor o simplemente un trabajo. No se les pasa por la imaginación mejorar las condiciones de trabajo, reducir la sobrecarga asistencial, la burocracia absurda, los contratos miserables y vejatorios.

Ya comentamos en post previos la humillante decisión del gobierno español de destinar poco más de 1000 millones de los 70000 que esperan recibir de la Comisión europea para el refuerzo del sistema sanitario (el 1,56%). Lo destinarán a cosas que luzcan , tecnologías de última generación con los que hacerse la foto. Mientras tanto los centros de Atención Primaria agonizan día tras día, como en una versión sanitaria de 10 Negritos: en donde antes había 21 médicos, pasan a ser 15, luego 8, finalmente tres antes de desaparecer y cerrar el negocio por falta de operarios.

La culpa se la echarán a los que tratan con poco respeto: a los estudiantes que no eligen lo que ellos quieren, a los residentes que abandonan, a los médicos que acaban buscando la baja, el exilio (sí, esto es un exilio), la jubilación anticipada.

El sentir cada vez más generalizado lo resume muy bien este tweet (and shout) de José Luis Quintana, anterior presidente de la Sociedad Madrileña de Medicina Familiar y Comunitaria:

“Las condiciones laborales de los médicos de familia en Madrid no han hecho más que empeorar en los últimos 20 años... todos los años, sin excepción. Con crisis, con pandemia y sin ellas, sin excepción. Durante mucho tiempo pensé que era torpeza. Ya no lo creo, es una intención”.

No hay respeto, algo que hace mucho se perdió. Lo peor es que sin respeto no hay futuro.