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domingo, 17 de abril de 2022

Necesidades para una mutación de la Atención Primaria (IV): el ejercicio de la longitudinalidad.Lorenzo Arribas

 


“El árbol que no puede rodearse con los brazos brotó de un germen minúsculo,

La torre de nueve pisos comenzó de un montón de tierra

El viaje de mil kilómetros comenzó con un paso”

Tao Te King Lao Tsé

 Hay ocasiones en las que los manidos e imprescindibles atributos de la Atención Primaria que definiera Barbara Starfield se encarnan en personas, experiencias y momentos concretos. Donde se descubre que no son meras argumentaciones teóricas, más o menos brillantes y corroboran la hipótesis planteada.

Lorenzo Arribas, médico de familia de Granada, fue la demostración de que esa Atención Primaria que tanto ponderamos y anhelamos es perfectamente factible. Lorenzo perteneció a una “delantera mítica”, como escribió en aquella mítica canción Quique González: las primeras generaciones de medicina de familia en Granada , ligadas a centros emblemáticos como Cartuja, Almanjayar o la Chana, que lideraron e implantaron la  reforma sanitaria en Andalucía a principios de los años 80, y que la mantuvieron y defendieron durante más de cuarenta años, al principio con el respaldo político, más tarde lidiando con el “fuego amigo” de la administración que inicialmente apostó por la Atención Primaria en Andalucía y después la abandonó por unidades de trasplante y modernos bancos de células madre, y por último sobreviviendo en un proceso de desmantelamiento de la Primaria común a todo el estado.

Lorenzo fue un gigante de los que permanecieron duranta casi toda su vida profesional en la misma ciudad, el mismo centro, el mismo cupo de la Chana. Por supuesto pudo cambiar a otros, más cómodos, con menos carga de trabajo, más cerca quizá de su domicilio, pero no lo hizo; como no lo hicieron Tudor Hart o Iona Heath, tal y como comentábamos hace unas semanas.

La longitudinalidad era una palabra que apenas significaba nada para Lorenzo Arribas porque formaba parte de su naturaleza, como el agua para el pez. Longitudinalidad que llevaba más allá del territorio del centro de salud , puesto que durante décadas estuvo atendiendo también a los pacientes de su centro y de su  cupo desde las puertas también del hospital, donde acudía a realizar guardias varios días al mes: de forma que no sólo mantenía actualizadas sus habilidades clínicas ante situaciones de emergencia, sino que a la vez sus pacientes comprobaban que su médico de familia era también su médico en el hospital, lugar que sigue siendo por desgracia el centro del sistema y del prestigio profesional médico.  Así, a su manera, Lorenzo aportaba su peculiar granito de arena contra “el desprestigio del héroe”.

La primera vez que me encontré con Lorenzo Arribas fue en el primer curso en que participé en mi Escuela, hace más de veinte años: era un curso de gestión para equipos de Atención Primaria, recién llegado al gobierno de la Junta de Andalucía la administración que consideraría que la Atención Primaria era cosa del pasado, que debería ser sustituida en el futuro por modelos de integración y procesos asistenciales. En aquel curso, año 2000, Lorenzo ya mencionó que el sufrimiento del trabajo de la Atención Primaria era extremo, prueba de que el proceso de aniquilamiento viene de antiguo.

Uno de las experiencias más extravagantes de las que he podido participar fue la jornada Gestión Clínica 2.0 celebrada en la Escuela Andaluza de Salud Pública en el año 2010. En ella pretendíamos analizar el desarrollo de la gestión clínica en el contexto de la internet 2.0 que definió Tim O´Really, considerado el padre del concepto.  Sorprendentemente el entonces Gerente del servicio Andaluz de Salud dedicó su intervención en censurar el programa de la jornada tachando aquellas afirmaciones del mismo que no consideraba adecuadas, puesto que, en su opinión,el concepto Gestión Clínica 2.0 solo podía ser definido por la propia dirección del Servicio Andaluz de Salud. En ese contexto, escasamente cómodo, se produjo la intervención de Lorenzo Arribas: en ella explicó su modelo de organización asistencial, en la que un médico de familia, una enfermera y un administrativo trabajan coordinadamente en la atención a un cupo de pacientes: el administrativo filtraba las demandas, que eran posteriormente atendidas por médico o enfermera. Ante la pregunta que él mismo planteó de cómo habían superado los tabiques que separaban las funciones de médico, enfermera y administrativa, Lorenzo ilustró su intervención con la imagen de un albañil tirando un tabique con pico y pala. El doctor Arribas alteró la forma clásica de organización de la Atención Primaria andaluza simplemente practicando la forma de organización que mejor permitía atender sus pacientes, aunque no estuviera alienada con el modelo de la organización, esa organización que no facilitaba (ni entonces ni ahora) pensamiento y opinión independiente y autonomía real   en el proceso de atención, aunque estuviera basada en la experiencia de años de trabajo junto a los pacientes. Durante años los materiales de aquella jornada en la que participaron expertos tan ilustres en Atención Primaria como Ana Rico, Pep Pomar o Rafa Bravo fueron el primer recurso que uno encontraba en Google cuando se tecleaba “gestión clínica” por delante de la página de Gestión Clínica del propio SAS. Hoy en día es imposible encontrarlo: se lo tragó el sumidero internauta. Juan Gervas y Mercedes Pérez Fernández sí que describieron espléndidamente su forma de practicar la medicina de familia en el blog de Juan Simó.

Lorenzo Arribas demostró que es posible mantener la coherencia de los principios en los que se sustenta la Atención Primaria, sin importarle que ese ejercicio no fuera del agrado de sus jefes ni de la corriente gestora dominante. Y tampoco le dio nunca a ello la más mínima importancia. A base de pasos simples, individuales, se puede cambiar la realidad. Lo describió Lao Tsé hace más de mil años. Y Lorenzo Arribas fue un ejemplo vivo de ello.

Si hubiera nacido en Reino Unido, la noticia de su muerte hubiera generado obituarios y artículos reflejando la importancia de su trabajo en el BMJ o el Lancet. Aquí, salvo la brillante reseña de otro gigante, Miguel Melguizo en el periódico ideal de Granada, el resto es silencio.

Hasta en la forma de reconocer el trabajo de los profesionales que lideraron de Atención Primaria cuando mueren ( hoy Lorenzo Arribas, ayer Salvador Tranche) se evidencia el interés y respeto de una sociedad que sigue sin otorgar a la Atención Primaria la relevancia que merece.