“ Tu ne muers pas de ce que tu est malade;
tu meurs de ce que tu es vivant »
Montaigne
"Tu deber es velar por ti mismo.Debes permanecer limpio, en buen estado de salud; el sol y el aire puro te ayudarán.Lávate todos los días los dientes.Como sobre todo legumbres, frutas y ensaladas crudas, bien lavadas. Contienen todos los principios necesarios para la salud.Bebe zumos de frutas. Evita el café y los excitantes.Evita también el alcohol y el tabaco.Practica el ejercicio físico...Te mantendrá en forma.Duerme nueve horas cada noche.Ayúdate a ti mismo.No olvides que es tu obligación velar por tu salud."
Aunque lo parezcan, éstos no son los diez mandamientos para mantener un cuerpo espléndido que publican por estas fechas cualquier revista del corazón. Tampoco están sacados de ninguna de las habituales recomendaciones en materia de promoción de salud que se reparten a los pacientes en los centros de salud. Son las instrucciones de las juventudes hitlerianas a sus hordas, y son comentadas en el magnífico libro que comentábamos en el último post de Philippe Lecorps , profesor de la École de Hautes Études en Santé Publique de Francia y de Jean Bernard Paturet profesor de filosofía de la Universidad Paul Valéry de Montpellier.Desde los totalitarismos del siglo XXI a las democracias actuales, la salud perfecta ha sido una permanente aspiración social.
El planteamiento de ambos autores es provocador. Mantienen la tesis de que la salud pública debe superar la situación de Biopoder ( biopouvoir) en que se encuentra actualmente. Este término,definido por Michel Foucault ,representa una manifestación moderna del ejercicio del poder sobre la vida humana: por un lado se considera el cuerpo humano como una máquina; por otra, como parte de una especie. Para Focault el biopouvoir, resulta un elemento indispensable para el desarrollo del capitalismo, para su buena marcha: si la máquina no funciona adecuadamente, si no cumple las órdenes que debe seguir como miembro de una especie, el conjunto se deteriora. Y ya comentábamos que en este enfoque, la salud es un capital adscrito a un sujeto, responsable de su adecuada gestión.
El Biopoder convierte por ello a la salud en parte del orden público. Lecorps comenta las declaraciones del tristemente fallecido Jonathan Mann ( profesor de salud pública en Harvard y uno de los principales expertos en la lucha contra el Sida en los primeros años de la epidemia) cuando decía aquello de “la salud pública es un bien social. Forma parte del orden público y constituye a su vez un motivo legitimo de limitación de ciertos derechos. Mejor que respetar los derechos del hombre es conseguir una mejor salud pública”.
Según Lecorps, el Biopouvoir puede devenir en Biocracia, régimen político donde los expertos, generalmente una casta de médicos o biólogos, detentan una fracción no despreciable de poder , apoyados por el interés de la población en su búsqueda insaciable de longevidad y felicidad. Y a pesar de que la enfermedad, el envejecimiento y la muerte forman parte del ser vivo, la modernidad rechaza un planteamiento que, aunque sea cierto, es enormemente fatalista. Para Lecorps el mensaje de la salud pública forma parte de este “modernidad”, a través de sus exhortos al aumento de la longevidad, así como la utilización continuada de conceptos como muerte prematura, años potenciales de vida perdidos o mortalidad evitable
Como comentan no deja de llamar la atención que, aunque se reconoce el peso causal primordial de los factores ambientales en la salud, paradójicamente se toman de referencia modelos individualistas a la hora de buscar soluciones ( no beba, no fuma no coma, póngase el cinturón de seguridad, vacúnese…).
Y entonces, ¿qué? En un enfoque muy cercano al de fomento de la responsabilidad ciudadana, consideran que la salud publica debería aceptar sus limites y renunciar a sus metas de dominio total. Abandonando esa misión de “conversión” cuasi religiosa, podría abrirse a una misión aun más estimulante, la de inventar las condiciones en las que puede conjugarse el bien común con el reconocimiento de la capacidad de un individuo de "vivir una vida posible para él ", la forma en que ellos se aproximan al concepto de salud.
Concluyen así uno de sus más interesantes capítulos:“Es recurso del estado garantizar la paz, procurar el trabajo para sus ciudadanos, ofrecer elementos que permitan una calidad de vida colectiva. El resto pertenece al sujeto y al ejercicio ético de su responsabilidad “. La tendencia creciente a convertir prácticamente cualquier aspectos de la vida humana en materia de salud pública, susceptible de ser analizado, regulado y sancionadoposiblemente necesite una revisión.
Aunque la modificación de los equilibrios de poder ( en este caso desde los "expertos" a los ciudadanos) nunca fue sencillo.
Aunque lo parezcan, éstos no son los diez mandamientos para mantener un cuerpo espléndido que publican por estas fechas cualquier revista del corazón. Tampoco están sacados de ninguna de las habituales recomendaciones en materia de promoción de salud que se reparten a los pacientes en los centros de salud. Son las instrucciones de las juventudes hitlerianas a sus hordas, y son comentadas en el magnífico libro que comentábamos en el último post de Philippe Lecorps , profesor de la École de Hautes Études en Santé Publique de Francia y de Jean Bernard Paturet profesor de filosofía de la Universidad Paul Valéry de Montpellier.Desde los totalitarismos del siglo XXI a las democracias actuales, la salud perfecta ha sido una permanente aspiración social.
El planteamiento de ambos autores es provocador. Mantienen la tesis de que la salud pública debe superar la situación de Biopoder ( biopouvoir) en que se encuentra actualmente. Este término,definido por Michel Foucault ,representa una manifestación moderna del ejercicio del poder sobre la vida humana: por un lado se considera el cuerpo humano como una máquina; por otra, como parte de una especie. Para Focault el biopouvoir, resulta un elemento indispensable para el desarrollo del capitalismo, para su buena marcha: si la máquina no funciona adecuadamente, si no cumple las órdenes que debe seguir como miembro de una especie, el conjunto se deteriora. Y ya comentábamos que en este enfoque, la salud es un capital adscrito a un sujeto, responsable de su adecuada gestión.
El Biopoder convierte por ello a la salud en parte del orden público. Lecorps comenta las declaraciones del tristemente fallecido Jonathan Mann ( profesor de salud pública en Harvard y uno de los principales expertos en la lucha contra el Sida en los primeros años de la epidemia) cuando decía aquello de “la salud pública es un bien social. Forma parte del orden público y constituye a su vez un motivo legitimo de limitación de ciertos derechos. Mejor que respetar los derechos del hombre es conseguir una mejor salud pública”.
Según Lecorps, el Biopouvoir puede devenir en Biocracia, régimen político donde los expertos, generalmente una casta de médicos o biólogos, detentan una fracción no despreciable de poder , apoyados por el interés de la población en su búsqueda insaciable de longevidad y felicidad. Y a pesar de que la enfermedad, el envejecimiento y la muerte forman parte del ser vivo, la modernidad rechaza un planteamiento que, aunque sea cierto, es enormemente fatalista. Para Lecorps el mensaje de la salud pública forma parte de este “modernidad”, a través de sus exhortos al aumento de la longevidad, así como la utilización continuada de conceptos como muerte prematura, años potenciales de vida perdidos o mortalidad evitable
Como comentan no deja de llamar la atención que, aunque se reconoce el peso causal primordial de los factores ambientales en la salud, paradójicamente se toman de referencia modelos individualistas a la hora de buscar soluciones ( no beba, no fuma no coma, póngase el cinturón de seguridad, vacúnese…).
Y entonces, ¿qué? En un enfoque muy cercano al de fomento de la responsabilidad ciudadana, consideran que la salud publica debería aceptar sus limites y renunciar a sus metas de dominio total. Abandonando esa misión de “conversión” cuasi religiosa, podría abrirse a una misión aun más estimulante, la de inventar las condiciones en las que puede conjugarse el bien común con el reconocimiento de la capacidad de un individuo de "vivir una vida posible para él ", la forma en que ellos se aproximan al concepto de salud.
Concluyen así uno de sus más interesantes capítulos:“Es recurso del estado garantizar la paz, procurar el trabajo para sus ciudadanos, ofrecer elementos que permitan una calidad de vida colectiva. El resto pertenece al sujeto y al ejercicio ético de su responsabilidad “. La tendencia creciente a convertir prácticamente cualquier aspectos de la vida humana en materia de salud pública, susceptible de ser analizado, regulado y sancionadoposiblemente necesite una revisión.
Aunque la modificación de los equilibrios de poder ( en este caso desde los "expertos" a los ciudadanos) nunca fue sencillo.
Como bien planteas, como casi siempre, el poder intentará siempre decirnos lo que es bueno, lo sano, lo que nos conviene. Pero el Biopoder y la Biocracia no están exentos del control que sobre ellos ejerce la industria farmacéutica. Cifras analíticas que varian cada año, alimentos bioecológicos, recomendaciones saludables.. Realmente sí es el poder magnánimo de elegir por nosotros, de saber lo que nos conviene.
ResponderEliminarGracias por tus artículos, en la cima como siempre
Un saludo
Pepe Bravo
como siempre, muy interesante lo que expones. esa idea de dar normas sobre la forma de cuidar la salud es tan antigua como la vida (nos encanta decir a los demás, sobre todo imbuidos de nuestra autoridad como sanitarios, sobre lo que deben hacer, que es muy diferente de lo que nosotros realmente hacemos). creo que esto viene parejo a la idea de dar normas morales o religiosas (que asímismo no suelen ser cumplidas en muchos casos por los que las emiten). a mí me encanta encontrar esas recomendaciones en textos clásicos (galénicos, indios,...). nosotros tenemos un ejemplo estupendo en arnau de villanova, que fué uno de los grandes artífices de la fama de montpellier (facultad de medicina en aquel momento ligada a la corona de aragón y con tradición hispana, con fuentes árabes aunque ahora la geografía y la historia la hacen parecer autóctona gala)
ResponderEliminarMuchas gracias a los dos, como siempre. Tal vez lo que me ha llamado la atención de lo reseñado es que a menudo damos por hechas y ciertas afirmaciones que , por venir de fuentes con gran capacidad de influencia ( prensa, autoridades, gobiernos. Y en esto, como en todo, hay mucho que discutir. Respecto al poder que subrepticiamente ejercen las empresas tecnológicas ( farmacéuticas incluidas)tenemos buenos ejemplos en la opinión pública y publicada respecto a las última vacunas.
ResponderEliminarPor último, y como señala Fidel respecto a las normas religiosas y morales en el fonod somos herederos de muchos siglos de una dterminada forma de pensamiento: cambian los dioses pero no los ritos. De nuevo, gracias