Esta semana se celebra en Estados Unidos, The Vaccine Awareness Week, una delirante iniciativa dirigida por algunos de los líderes antivacunas americanas , como Joe Mercola y Barbara Loe Fisher, que pretenden convertir esta semana en un punto de reflexión sobre los graves peligros que acechan tras la administración de vacunas del tipo de la MMR o la DPT. Pero los editores de Science-Based Medicine no se lo van a poner fácil, contraatacando a través de la celebración,también en esta misma semana, de la Science Based Vaccine Awareness Week, la semana de la concienciación sobre los fundamentos científicos de las vacunas. Así andan.
Otros luchadores contra la superchería, como James Randi, del que ya hemos hablado aquí, han apoyado esta última iniciativa también.No es un problema nuevo. Ya comentamos los efectos que tuvieron algunos artículos, especialmente el de Andrew Wakefield, recientemente retirado de The Lancet, en que se relacionaba la administración de la triple vírica con ciertas enfermedades graves, como el autismo , lo que llevó a una disminución muy preocupante de las tasas de vacunación en ciertas regiones de Reino Unido, poniendo en peligro la inmunidad de rebaño.
Pero la polémica no se limita a países anglosajones. En la ciudad donde vivo, Granada, se vienen notificando, desde hace aproximadamente un mes casos nuevos de tosferina o sarampión que, al margen de causar la consiguiente alarma entre familias y maestros, y poner en marcha la habitual caravana de charlas, hojas informativas y recomendaciones de vacunación o prescripción antibiótica según los casos, han generado una curiosa polémica ciudadana, en que parece que la vacunación infantil forma parte de los temas a debatir públicamente,del tipo de si los toros deben o no ser prohibidos, o si Mouriño es el mejor entrenador para el Madrid. Hoy por ejemplo, el periódico de mayor tirada en Granada incluye una entrevista con una partidaria de la no vacunación, cuyo hijo asiste a un colegio público granadino donde parece que más del 20% de los niños no están vacunados "por razones ideológicas", y donde se han declarado ya catorce casos de sarampión, algunos graves.Las explicaciones de la "experta" no tienen desperdicio, recomendando el fomento de una vida sana y sobre todo, dormir adecuadamente.
En otros países, no es tan evidente que este tipo de comportamientos no pudiera tener consecuencias legales para este tipo de padres. Aquí de momento, andamos utilizando la concienciación y la información, respetando la" libertad de elección" de los padres ( que parece que no se limita al centro docente, sino que también incluye la de vacunación de los hijos). Sin embargo, la revisión Cochrane del 2005 concluía de forma contundente que no existe demostración alguna de la relación entre la vacuna MMR y enfermedades como el autismo o la enfermedad de Crohn, que la vacuna previene enfermedades que causan una importante carga de enfermedad sin vacunación, y que la falta de confianza en la vacuna ha causado importantes daños en la salud pública,
En su indispensable The political Economy of health care , Tudor Hart alertaba de los peligros de " consumerizar" la atención sanitaria. Si un sistema sanitario prima la elección de los pacientes por encima de todo, estos convencidos "antivacunas" están en su perfecto derecho de decidir no vacunar a su hijo, aunque eso pueda tener consecuencias para la comunidad en la que habitan. Pero en ese caso lo que es más difícil de justificar es en función de que razón debe aplicarse la ley que limita el consumo de tabaco en ningún lugar público.
Así, mientras en España se presionó intensamente para la vacunación masiva de poblaciones en condiciones más que discutibles ( como ocurrió con la gripe A) y se utilizó alegremente el dinero público en vacunas de más que dudosa relación costoefectiva ( como fue el caso de la vacunación contra el virus del papiloma humano ), se comprenden conductas individuales que pueden tener importante repercusión comunitaria esperando que se solucionen solas. ¿Para qué se pide entonces la cartilla de vacunación en los colegios?
En su indispensable The political Economy of health care , Tudor Hart alertaba de los peligros de " consumerizar" la atención sanitaria. Si un sistema sanitario prima la elección de los pacientes por encima de todo, estos convencidos "antivacunas" están en su perfecto derecho de decidir no vacunar a su hijo, aunque eso pueda tener consecuencias para la comunidad en la que habitan. Pero en ese caso lo que es más difícil de justificar es en función de que razón debe aplicarse la ley que limita el consumo de tabaco en ningún lugar público.
Así, mientras en España se presionó intensamente para la vacunación masiva de poblaciones en condiciones más que discutibles ( como ocurrió con la gripe A) y se utilizó alegremente el dinero público en vacunas de más que dudosa relación costoefectiva ( como fue el caso de la vacunación contra el virus del papiloma humano ), se comprenden conductas individuales que pueden tener importante repercusión comunitaria esperando que se solucionen solas. ¿Para qué se pide entonces la cartilla de vacunación en los colegios?
En España es obligatorio (bajo multa grave)el cinturón de seguridad, pero en su día a alguién le oí decir que salvó la vida por "no llevar puesto el cinturon de su coche". También es obligatorio el casco en los obreros de la construcción (bajo sanción aún mas grave) y un paciente me pidió en una ocasión un certificado para no usarlo porque le producia cervicalgia.
ResponderEliminarLos niños no vacunados se benefician de la inmunidad de grupo y sus padres deberían asumir resposabilidades como ciudadanos, por sus hijos y por los compañeros de sus hijos. Lo demas es jugar a cumplir las obligaciones en salud pública "a la carta". Y esto no es respeto a la ideología sino normas básicas de convivencia.
miguel melguizo jiménez
La libertad de elección terapéutica es un derecho de los pacientes. Las vacunas son un derecho y no un deber, que se ejerce en libertad. Decir que quien no se vacuna es insolidario y un peligro para la comunidad es una falacia. La comunidad partidaria de la vacunación estará vacunada y por ello "protegida". El que asume un riesgo es el que no se vacuna y desde luego está en su derecho. Si en un colegio hay un 80% de niños vacunados y un 20% de no vacunados por motivos ideológicos, está claro quien es el que asume el riesgo del contagio
ResponderEliminarUno puede negarse a seguir el calendario vacunal por creencias personales. Pero no basándose en razones científicas. Y las reglas de juego en materia de decisiones sobre salud deben estar sustentadas en éstas. Toda la evidencia científica disponible demuestra que los beneficios (individuales y poblacionales) de seguir el calendario vacunal vigente es mucho mayor que los riesgos ( que por supuesto también existen)
ResponderEliminarLa tolerancia hacia los padres que deciden no vacunar a sus hijos ( pero que se benefician indirectamente de la vacunación de los compañeros que determinan la inmunidad de rebaño del grupo) tiene su límite cuando el número de niños no vacunados es tan elevado que pone en riesgo esa propia inmunidad de rebaño. Y esa situación probablemente se haya producido en el colegio Gómez Moreno de Granada.
La pérdida de esa inmunidad de rebaño no solo supone el riesgo de contagio para los que han decidido “voluntariamente” no vacunarse, sino también para los niños que, por su edad,aún no son susceptibles de vacunación, o a los que se vacunaron pero en los que la respuesta inmunógena no fue la adecuada o simplemente por su edad no fueron vacunados ( adultos en los que los casos pueden ser más graves)
Es cierto que la vacunación en España no es obligatoria. Pero también lo es el hecho de que, como miembro de una comunidad de la que se forma parte y de la que se obtienen beneficios que no podrían ser obtenerse de forma individual ( el acceso a las prestaciones sanitarias que tiene un ciudadano español es buen ejemplo de ello), las decisiones individuales tienen consecuencias, en especial cuando ponen en riesgo la salud de los demás
Muchas gracias y un saludo