Páginas

sábado, 28 de mayo de 2011

¿ Rufianes, títeres o caballeros?

Hace unos meses comentábamos un inteligente artículo de Jain y Cassel en JAMA en el que los autores analizaban las diferentes formas de considerar a los médicos en las organizaciones sanitarias. Los tres arquetipos de comportamiento que utilizaban se inspiraban en las teorías del profesor de la London School of Economics, Julian Le Grand, quien desarrolló en 2003 una ingeniosa categorización de los seres humanos en función de si sus motivaciones fundamentales eran la virtud ( caballeros), el interés egoísta ( rufianes) o la respuesta pasiva a las circunstancias del entorno ( títeres).
Por lo que se ve, la clasificación de Legrand va camino de convertirse en una referencia a la hora de categorizar comportamientos: hace dos días, de nuevo Sachin Jain, ésta vez en colaboración con John Rother, aborda la forma de considerar a los pacientes por parte de las organizaciones que les atienden, siguiendo el mismo proceso de análisis.
Considerar a los pacientes como “caballeros” significa creer, que estos utilizan los servicios sanitarios habitualmente de forma sensata, y no abusiva. Bajo este enfoque fomentar su autonomía y facilitar el proceso de toma de decisiones informada debería ser la tónica.
Por el contrario, si consideramos que son fundamentalmente “Rufianes” , dedicados al despilfarro de los recursos públicos, cuando no a actividades fraudulentas, resulta imprescindible controlar estrechamente el uso que hacen del sistema ( con modelos tipo “gestión de la utilización” de las aseguradoras americanas) e introducir copagos disuasorios de su avaricia y desenfreno.
Si, finalmente pensamos que son simples “marionetas” que harán dócilmente lo que les decimos, sin capacidad o madurez intelectual como para tomar sus propias decisiones, se impone inevitablemente un modelo paternalista de actuación con clara prescripción de lo que deben y no deben hacer.
Es preocupante que crezca entre los profesionales sanitarios la idea de que el paciente es un rufián, un enemigo del que hay que protegerse, para lo cual cualquier instrumento disuasorios que pueda establecerse, incluidos copagos, es imprescindible. Porque, al igual que en el caso de los médicos, la mayor parte de la gente es honrada y razonable y,bien informada, actúa de forma responsable. Si miramos al otro lado,  podría suponerse que las administraciones sanitarias basan su política en considerar a  los pacientes como  caballeros; al menos su retórica habitual está plagada de referencias a fomentar la autonomía y colocar al paciente en el centro. Pero sin embargo sus comportamientos dan muestras más bien de lo contrario: las permanentes prescripciones a los ciudadanos por parte del Ministerio y las comunidades, sobre lo que tienen que hacer o dejar de hacer, son propias de modelos paternalistas, en los que paciente no deja de ser alguien con escaso criterio, que no sabe bien lo quel e conviene: en definitiva, un títere. De la misma forma que la asunción de medidas destinadas a limitar su desaforado comportamiento consumista (comportamiento que en buena medida estimula el propio sistema), responde a una concepción más bien rufianesca de la población.
Pero al margen de las habituales incoherencias a las que estamos acostumbrados, el  principal problema aparece  cuando, al igual que en el caso de los médicos, se trata a los pacientes que son caballeros como si fueran rufianes, y sobre todo a los rufianes como si fueran caballeros. Como señala Jain, toda sociedad debe evitar que los pacientes con necesidades reales dejen de recibir los cuidados que precisan, pero a la vez debe  protegerse de los abusos de los pocos rufianes que cualquier sociedad tiene. 

8 comentarios:

  1. Creo que en España lo más frecuente es que los profesionales nos vean como marionetas, pero al menos no lo disimulan como las entidades sanitarias que proclaman el empoderamiento del paciente y al final nos tratan como siempre.

    Ante los pacientes empoderados están surgiendo los profesionales que nos ven como rufianes, pero no tanto en el sentido de que queremos despilfarrar y aprovecharnos del sistema, sino en el sentido de que queremos "saber más que el sistena", según ellos, claro.

    Por fortuna, existen verdadetos profesionales que nos ven como caballeros y respetan nuestra autonomía y poder de decisión.

    Enhorabuena por el post :)

    ResponderEliminar
  2. Imprescindible Gerente
    Mi agradecimiento por el comentario y la reseña que nos ponen alerta de los ejemplos y modelos interesantes que se publican.
    Mi impresión es que todos médicos y pacientes tenemos algo de los tres y predomina uno u otro comportamiento dependiendo de la circunstancia según el caso.
    Probablemente una adecuada gestión y un acertado sistema sanitario sea el que tenga el menor numero de falsos positivos.
    El problema es que se utilice el comportamiento rufianesco de pocos o muchos como excusa para ataques contra la equidad del sistema o la libertad de actuación de los profesionales.

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias por el comentario. Cierto es que los profesionales no suelen disimular, algo a lo que se deican sistemáticamente las entidades sanitarias en cambio. Muy interesante el matiz de desconfiar no tantopor el consumo , como por el hecho de tener y maniestar opinión propia.
    Pero insisto en que creo que , afortunadamente, la mayoría son y actuan como caballeros, a un lado y otro de la mesa ( como decía aquel buen libro de Pep Davins)
    Un saludo

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias a ti, como siempre, Rafa.ES un lujo que te pasees por aqui.El comportamiento de todos respectoa casi todo yo creo que es un cócel. En algunos casos predomina el comportamiento caballeroso y en otros el rufianesco, pero rara vez se encuentran esos arquetipos tan definidos. Como comentas lo que es noticia es la excpeción y no la norma. Basta para que haya indeseables para que se acabe generalizando respecto a colectivos ( sean médicos o pacientes) que generalmente tienen aspiraciones sensatas y razonables.
    Y una vez más creo que la clave es simplemente ser muy prudente con la generación de expectativas, sobre todo si son incumplibles ( a lo que tan acostumbrados nos tienen los politicos)
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. enhorabuena por el post describe bastante bien los estereotipos de pacientes pero lo que más me ha gustado es el matiz de que el sistema trata a los rufianes como caballeros. en este mundo de los derechos sin deberes el que más protesta es el mejor tratado, por miedo a las denuncias o por darle la razón y evitar más incordios. Este comportamiento viene reforzado por la empresa que siempre da la razón al paciente de entrada y algún rufián se cuela.

    ResponderEliminar
  6. estoy de acuerdo con rafa bravo y con sergio, el comportamiento humano habitualmente es caleidoscópico, cambiante y polifacetado, y posiblemente el resultado del cóctel sea variable según la persona y la circunstancia. en lo que creo que hay más homogeneidad es en el trato que dá la administracióna los sanitarios, en muchas ocasiones nos hace pensar que nuestros gestores están convencidos de que los sanitarios actuamos como rufianes y por eso nos tratan como nos tratan

    ResponderEliminar
  7. otra cosa... aunque no he leido el libro (lo dejo en la bandeja de entrada para este verano), está claro el símil del ajedrez y los juegos de azar, y de ahí puede provenir lo de los caballeros, los bribones (o rufianes) los peones (o títeres o marionetas en otra acepción) pero... ¿y las reinas?.
    salu2

    ResponderEliminar
  8. Si Fidel tienes razón. Pawns se traduce generalmente por peones, en el juego del ajedrez. Pero ¿quien será la Reina entonces?
    Ya me dirás que te parece el libro.
    En cualquier caso, la tentación de inclinar la balanza hacia considerar a los demás como rufianes es siempre muy grande
    Muchas gracias a los tres por vuestros comentarios

    ResponderEliminar