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lunes, 4 de julio de 2011

La gestión del zapatófono

La mayor parte de los sistemas sanitarios del mundo se encuentran en proceso de cambio y reformas de sus organizaciones, sobre los cuales llevamos hablando bastante en este blog. Al margen de la influencia que en ello haya podido tener la crisis económica, parece evidente que es muy difícil responder a las necesidades de personas del siglo XXI, con modelos propios del siglo XIX, de la misma forma que es imposible navegar en Internet con los viejos 486.
Desde hace más de veinte años se lleva hablando de que una de las posibles alternativas de “aggiornamiento” de los sistemas sería el desarrollo de modelos de gestión clínica: habida cuenta de que al final son los profesionales sanitarios ( esencialmente los médicos) los que determinan el gasto ( en más de un 70%) y la calidad sanitaria a través de sus decisiones cotidianas, ¿por qué no hacerlos responsables de sus decisiones implicándoles en la gestión de sus propios equipos?. Es sobradamente conocido que fue Vicente Ortún el primero que formuló estructuradamente los principios que deberían regir modelos de gestión clínica y que podrían sintetizarse en tres: incorporar a la práctica clínica un creciente fundamento científico, orientar más los servicios hacia sus usuarios e interiorizar el coste de oportunidad de las actuaciones. El propio Ortún, analizando el camino recorrido por la gestión clínica en España ,comentaba en 2003 que ,mientras la parte clínica del nombre lleva una evolución aceptablemente satisfactoria, la parte no clínica ( la de su encaje organizativo) no lo es tanto. Al fin y al cabo, y salvo excepciones dispersas en el sistema sanitario español, el modelo organizativo apenas ha cambiado en los últimos veinte años, y los avances ( muy tímidos) apenas han pasado de elaborar contratos o acuerdos de gestión, autorizar los “moscosos”, aceptar los objetivos que vienen dados desde arriba, y repartir incentivos ( de forma bastante igualitaria por cierto).Pero en cuanto a la finalidad última de la gestión clínica ( en palabras de Ortún), es decir implicar al profesional otorgándole una responsabilidad sanitaria y social acorde con sus decisiones, aún estamos esperando algún avance.
Es por ello especialmente sorprendente la situación planteada en el último mes en Andalucía. El Servicio Andaluz de Salud publicó un borrador pendiente de negociación que regulaba la gestión clínica en su organización. 63 páginas, 8 capítulos, 32 artículos. La respuesta de los llamados “agentes sociales” fue tan brutal, que el borrador inicial fue sustancialmente recortado (16 páginas, 2 capítulos,19 artículos). Ya sabemos que en estos procesos de reescritura se quita mucho lenguaje florido y bastante retórica vacua, pero en este caso el tiempo se llevó por medio aspectos sustanciales del borrador inicial, de tanta importancia como la definición de funciones de las unidades clínicas y de sus responsables, o la definición de los niveles de autonomía propuestos, por cierto no muy alejados de los que hoy existen. Para el sindicato UGT la propuesta pretende “dinamitar” el SAS, ( sic) lo que "supone de facto la desaparición del sistema sanitario público andaluz." Incluso considera que se pretende crear cientos de pequeñas empresas dentro del SAS, lo cual además de ser un oximoron, demuestra una original concepción del término empresa.
Al margen de la voluntad de negociación que pudiera existir ( algo que desconozco) y los aspectos claramente discutibles y mejorables que pueda tener la propuesta, ( que los tiene), es llamativo el alboroto que genera ésta en ciertos ambientes sindicales, cuando en otras comunidades autónomas ( Madrid, Valencia, Castilla la Mancha incluso) se están realizando contratos de prestación de servicios con grupos profesionales ( estos sí , privados) , sin que esos mismos sindicatos se rasguen mucho sus vestiduras. 
Es inimaginable, para cualquier colega de fuera de España pensar que un equipo profesional a esta alturas no pueda organizar su agenda o contratar su personal. Pensar que se puede gestionar el sistema sanitario en 2011 con bolsas de trabajo centralizadas, que casi exclusivamente premian la antigüedad en el sistema, es como empeñarse en mandar Tweets con el zapatófono del Superagente 86. Lo sorprendente no es que él lo intente, sino que haya gente que le haga caso

3 comentarios:

  1. Ja,ja ja!! Muy bueno lo del zapatófono...siempre me encató esa serie...
    Menudo lio tenéis ahí con las unidades de Gestión Clínica... y los sindicatos...
    Personalmente creo que efectivamente se deben modernizar y cambiar la visión, y aunque tampoco tengo una fe ciega en las UGC, hay que reconocer que al menos la música suena bien...
    Otra cosa será como se integra un modelo de UGC en un sistema sanitario a la vieja usanza, y si los clínicos tenemos suficiente paciencia para esperar que de los resultados que esperamos y no nos frustremo viendo un nuevo sistema de (mal) repartir incentivos...

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  2. Tres cuestiones:
    1.- Un número importante de Unidades de Gestión Clínica (UGC) ya trabajamos con los parámetros del borrador de gestión clínica que intentaba negociar el Servicio de Andaluz de Salud. Aseguro que los profesionales de estas UGC no pretendemos dinamitar el sistema sanitario público.

    2.- Las organizaciones profesionales, sobre todo Sindicatos y Colegios, deben evitar las "sobreactuaciones" en sus manifestaciones públicas. La dramatización sobre el futuro de la organización sanitaria, o de sus profesionales, les resta mucha credibilidad.

    3.- El zapatófono forma parte de la memoria sentimental de los admiradores del agente Maxwell Smart. Ahora recuerdo que el superagente 86 trabajaba para una agencia secreta llamada "CONTROL". Siempre los mismos problemas.

    miguel melguizo jiménez

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  3. Caos llamando a Control¡
    ese era el pasword de Maxwell Superagente en aquella magnifica serie. Como bien dice Miguel seguimos igual.
    Estimado Esteban,mi comentario no entraba a valorar el modelo de UGC sino más bien la cerril actitud sindical de negarse a cualquier cambio, para mantener un status quo que hace aguas.
    Por cierto, a la novia de Superagente le dedicaron una canción el grupo Toto. la inolvidable 99.

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