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miércoles, 24 de agosto de 2011

El toque femenino

En el suplemento de Negocios de El Pais del pasado domingo, 21 de agosto, se revisaban los beneficios que supone “invertir con toque femenino”. Y aunque la bibliografía consultada incluía una referencia tan sólida como “Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus”, de un tal John Gray, de la lectura parecía concluirse de forma irrefutable que las mujeres inversoras consiguen una rentabilidad mayor que los hombres, y ganan aún más dinero si además son solteras. Entre los argumentos se cita que, las mujeres, “sin darse cuenta” aplican las experiencias vividas en sus hogares a las acciones financieras, no perdiendo de vista el objetivo principal que no es otro que el bienestar de los hijos ( "por eso se decantan más por las blue chips, valores estables que suelen dar dividendos incluso en tiempos de crisis, como Telefónica, Santander, BBVA o Repsol)". Algo que encaja regular con la  hipótesis de la mayor efectividad de las inversiones de mujeres solteras, pero ya es sabido que las páginas salmón de los periódicos se diferencian de las revistas del corazón casi exclusivamente en que en aquellas escribe a veces Paul Krugman.
En cualquier caso,se observa últimamente una cierta tendencia a sustentar  generalizaciones más bien burdas ( del tipo de aquellas que decían que los catalanes son avaros y los andalucces graciosos), con respecto a la diferencia del desempeño profesional entre el género femenino y el masculino, de forma que ser mujer podría suponer una ventaja de partida incuestionable: como botón de muestra, hace pocos meses leía en un libro que las mujeres son mejores jefas que los hombres ( y los hombres que son buenos lo son por su lado femenino).
Hace unas semanas tres relevantes investigadoras de Johns Hopkins publicaban  un meta-análisis en Medical Care en que revisaban la diferencia en satisfacción de pacientes en función de si el médico que les atiende es hombre o mujer. Su hipótesis inicial es coherente: Primero, la actitud de  las mujeres que practican la medicina respecto a la atención a los pacientes “se cree y es más centrada en el paciente ( patient-centred) que las de los hombres" ( el término “centrado en el paciente" incluye aspectos como “positividad en la comunicación verbal y no verbal, empatía, focalización en sentimientos, o capacidad de escucha o respeto). Segundo, parece también evidente que los pacientes  prefieren un estado de práctica centrado en ellos ( patient-centred). Tercero, la  satisfacción de los pacientes está correlacionada positivamente con un estilo de práctica centrado en el paciente. Ergo, es previsible es que las mujeres que practican la medicina obtengan mayores índices de satisfacción que los hombres.
Sin embargo, los resultados obtenidos en el estudio muestran que la diferencia en satisfacción entre hombres y mueres es extremadamente pequeña ( aunque podría ser estadísticamente significativa), y los resultados favorecen a las mujeres a menor experiencia de los médicos  cuando paciente y médico acaban de conocerse, cuando se mide un encuentro específico, al evaluar inmediatamente después de realizar la consulta, o en pacientes jóvenes. La conclusión de las autoras es interesante: “las mujeres médicos, no son evaluadas tan alto respecto a los médicos hombres, como podría esperarse en función de  su estilo de práctica y  de los valores de los pacientes. Se discuten las razones de esta disparidad”. Las que se señalan no dejan de ser sorprendentes: por un lado se indica que la satisfacción de los pacientes estudiados en el meta-análisis pudiera basarse más que en factores de relación y comunicación, en la calidad de ciertos aspectos del desempeño ( en los que los hombres podrían tener mejores resultados, o en los que al menos no se detectaran diferencias). Pero para las autoras, existe evidencia precisamente en sentido opuesto (“ la literatura sugiere una ligera superioridad de las mujeres en entrenamiento médico y evaluación clínica”). Por lo que solo parece restar una explicación para las investigadoras: la existencia de una cierta “devaluación de las mujeres que practican la medicina, debida a sexismo de los pacientes, o a que los valores positivos de un estilo centrado en el paciente a la mujer se le supone ( como “ el valor en la mili antiguamente)
Medir el estilo de práctica, la competencia clínica o  la satisfacción y lo que lo determina ,creo que es algo suficientemente complejo como para poder ser respondido con generalizaciones. Hay veces que no se encuentra lo que uno busca.

3 comentarios:

  1. Me encantó ese artículo, es muy curioso lo que cuenta y además desmonta algún que otro mito.
    Gracias por el toque Minué, que ese si es imprescindible

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  2. Es que las generalizaciones no son buenas y, además son injustas.

    El problema es que venimos de sociedades muy machistas, por parte de los hombres y de las mujeres, con lo cual es muy difícil que el personal que haga el estudio sea medianamente objetivo ....
    Personalmente me gustan los "ambientes" lo más variaditos posible ....
    Echo de menos mujeres en los puestos de dirección, y hombres en educación infantil (no veas la falta que hacen) .... en fin que mejor la diversidad ....

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  3. Muchas gracias a los dos.
    Está fuera de duda que venimos de una sociedad puramente machista, como dice Juana, y lo que es peor, que lo sigue siendo. Pero la batalla creo que está en conseguir de verdad, igualdad de oportunidades, igualdad de acceso a los mismos puestos y trabajos e igualdad de deberes, en una sociedad en que existe una desigualdad brutal en el reparto de éstos( todos los derivados de la atención y el cuidado de los hijos y del mantenimiento del hogar siguen siendo asumidos de forma desproporcionada por las mujeres).
    Sigue siendo escandaloso el procentaje de mujeres en cargos de responsabilidad, en bancos, gobiernos, empresas, instituciones de cualquier tipo. Sin embargo dudo de que pueda demostrarse que existen mayores probabilidades de hacer bien un trabajo , sea el que fuere , por el simple hecho de ser mujer...u hombre. Un buen desempeño depende de tantos factores del propio actor y del entorno en que se mueve que generalizar no deja de ser una ingenuidad.
    Por otro lado, hemos acabado colocando la satisfacción de los pacientes como primer objetivo de un sistema sanitario, por encima de cualquier otro, incluido la mejora o el mantenimiento del estado de salud. Principio que procede más del ámbito de la producción de bienes y servicios ( conseguir la fidelización del cliente a traves de su satisfacción, como el que sucede al comprar un coche), que de los valores por los que se crearon los sistemas de salud.
    Muy probablemente existen estilos diferentes de relación con los pacientes entre hombres y mujeres; y muy probablemente las mujeres tengan un estilo de práctica más centrado en la comunicación. Pero eso no tiene por qué generar necesariamente más satisfacción a los pacientes, en cuyo resultado final puede influir de forma crucial algo tan dificil de conseguir y estudiar como la respuesta a unas expectativas que pueden ser inalcanzables.
    Abrazos

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