Fernando Liente es ingeniero y trabaja en una importante empresa de telefonía donde desempeña un importante cargo directivo. Lector habitual de El País desde su adolescencia considera a este periódico el más riguroso y de mayor credibilidad de los existentes en España. Un buen día lee en dicho periódico una noticia de título inequívoco: “el análisis de heces detecta el cáncer como la colonoscopia”. No entiende bien si lo que quiere decir el título es que analizar las heces permite detectar cualquier tipo cáncer, por lo que lee con interés toda la noticia. Esto le permite averiguar que, según los periodistas,un simple análisis de la sangre oculta en las heces es tan eficaz para diagnosticar el cáncer de colon como una colonoscopia. Eso sería muy interesante, puesto que de ser así la prueba solo cuesta 2.5 euros frente a 180 de la colonoscopia ( El Pais siempre preocupado por el coste de nuestro sistema sanitario).
A dicha conclusión llegan tras leer un reciente artículo publicado en New England por un grupo de investigadores españoles en el que (según los periodistas) a la mitad de las 60.000 personas seguidas se les propuso una determinación de sangre oculta en heces, mientras que a la otra mitad se les ofreció realizar una colonoscopia. A pesar de que solo aceptaron realizarse la prueba el 34% y el 25% respectivamente, se detectaron un número similar de cánceres en estadios precoces (33 frente a 30).
Como el estudio se realizó en población de edades comprendidas entre 50 y 70 años, Fernando que ahora tiene 53, decide seguir las recomendaciones de su periódico favorito. Acude al especialista en digestivo de su aseguradora , quien le anima con entusiasmo a realizarse la prueba. El resultado de ésta es no suficientemente concluyente por lo que su médico le recomienda salir de dudas realizando una colonoscopia. Fernando acepta: el resultado le ha dejado algo preocupado. Por desgracia la colonoscopia se complica, y acaba produciéndose una perforación intestinal. En las radiografías realizadas se comprobó la existencia de aire intra y retroperitoneal, pero también (ante los persistentes molestias del paciente) la existencia de neumotorax, neumomediastino y enfisema subcutáneo. Tras una semana de ingreso el Sr.Liente, abandonó el hospital en excelentes condiciones, pero un poco escéptico respecto a la fiabilidad de las informaciones de su periódico. Eso sí, suspiró con alivio cuando le confirmaron que no tenía ninguna lesión sospechosa de malignidad en su colon.
Por supuesto cualquier parecido con la realidad de este caso es pura coincidencia. No lo son tanto los efectos adversos que puede causar la colonoscopia, como se describe en otro artículo del mismo número del New England comentado. De hecho el programa británico de screening hablaba de una hemorragia por cada 150 exploraciones, una perforación cada 1500 y una muerte cada 10.000.
Por supuesto en la citada noticia de El Pais del pasado viernes brilla por su ausencia cualquier referencia a los efectos adversos que pueden implicar la realización de este tipo de pruebas de cribado, así como al porcentaje de resultados falsamente positivos que inevitablemente conllevan.
Hace un mes, otra revista igual de prestigiosa que NEJM, JAMA, publicaba un artículo esencial (The harms of screening), en el que de nuevo se alertaba de la necesidad de comparar los supuesto beneficios de las pruebas de cribado con los inevitables riesgos que siempre conllevan: ansiedad, yatrogenia, sobrediagnóstico, de las que muchas veces hemos hablado en este blog. En dicho trabajo de Woolf y Harris se indicaba que si se usa un test con una sensibilidad del 90% y una especificidad del 96% ( resultados bastante mejores que muchas pruebas de cribado), para detectar una condición con una prevalencia del 0.6% ( típica de muchos tipos de cáncer), el 88% de los resultados anómalos serán erróneos, de cada 1000 pacientes cribado solo 6 tendrán la condición investigada, y 40 de esos resultados serán falsamente positivos. Woolf y Harris se preguntaban: si solo 1 o 2 de los 6 pacientes con la enfermedad se benefician de una prueba semejante, ¿tiene sentido someter a toda la población a screening?
El trabajo de Quintero et al habla de detección de tumores, pero no de disminución de la mortalidad como consecuencia del cribado. No ya la mortalidad por todas las causas, sino ni tan siquiera en la mortalidad por cáncer de colon.
Difícil que el Sr. Liente puede seguir confiando en el alardeado rigor de su periódico preferido.
A dicha conclusión llegan tras leer un reciente artículo publicado en New England por un grupo de investigadores españoles en el que (según los periodistas) a la mitad de las 60.000 personas seguidas se les propuso una determinación de sangre oculta en heces, mientras que a la otra mitad se les ofreció realizar una colonoscopia. A pesar de que solo aceptaron realizarse la prueba el 34% y el 25% respectivamente, se detectaron un número similar de cánceres en estadios precoces (33 frente a 30).
Como el estudio se realizó en población de edades comprendidas entre 50 y 70 años, Fernando que ahora tiene 53, decide seguir las recomendaciones de su periódico favorito. Acude al especialista en digestivo de su aseguradora , quien le anima con entusiasmo a realizarse la prueba. El resultado de ésta es no suficientemente concluyente por lo que su médico le recomienda salir de dudas realizando una colonoscopia. Fernando acepta: el resultado le ha dejado algo preocupado. Por desgracia la colonoscopia se complica, y acaba produciéndose una perforación intestinal. En las radiografías realizadas se comprobó la existencia de aire intra y retroperitoneal, pero también (ante los persistentes molestias del paciente) la existencia de neumotorax, neumomediastino y enfisema subcutáneo. Tras una semana de ingreso el Sr.Liente, abandonó el hospital en excelentes condiciones, pero un poco escéptico respecto a la fiabilidad de las informaciones de su periódico. Eso sí, suspiró con alivio cuando le confirmaron que no tenía ninguna lesión sospechosa de malignidad en su colon.
Por supuesto cualquier parecido con la realidad de este caso es pura coincidencia. No lo son tanto los efectos adversos que puede causar la colonoscopia, como se describe en otro artículo del mismo número del New England comentado. De hecho el programa británico de screening hablaba de una hemorragia por cada 150 exploraciones, una perforación cada 1500 y una muerte cada 10.000.
Por supuesto en la citada noticia de El Pais del pasado viernes brilla por su ausencia cualquier referencia a los efectos adversos que pueden implicar la realización de este tipo de pruebas de cribado, así como al porcentaje de resultados falsamente positivos que inevitablemente conllevan.
Hace un mes, otra revista igual de prestigiosa que NEJM, JAMA, publicaba un artículo esencial (The harms of screening), en el que de nuevo se alertaba de la necesidad de comparar los supuesto beneficios de las pruebas de cribado con los inevitables riesgos que siempre conllevan: ansiedad, yatrogenia, sobrediagnóstico, de las que muchas veces hemos hablado en este blog. En dicho trabajo de Woolf y Harris se indicaba que si se usa un test con una sensibilidad del 90% y una especificidad del 96% ( resultados bastante mejores que muchas pruebas de cribado), para detectar una condición con una prevalencia del 0.6% ( típica de muchos tipos de cáncer), el 88% de los resultados anómalos serán erróneos, de cada 1000 pacientes cribado solo 6 tendrán la condición investigada, y 40 de esos resultados serán falsamente positivos. Woolf y Harris se preguntaban: si solo 1 o 2 de los 6 pacientes con la enfermedad se benefician de una prueba semejante, ¿tiene sentido someter a toda la población a screening?
El trabajo de Quintero et al habla de detección de tumores, pero no de disminución de la mortalidad como consecuencia del cribado. No ya la mortalidad por todas las causas, sino ni tan siquiera en la mortalidad por cáncer de colon.
Difícil que el Sr. Liente puede seguir confiando en el alardeado rigor de su periódico preferido.