“ - ¿Que dice este papel?- preguntó la Reina
- Todavía no lo abierto-contestó el Conejo Blanco, pero parece una carta escrita por el prisionero a… a alguien
– Así debe ser- asintió el Rey-porque de lo contrario hubiera sido escrita a nadie , lo cual es poco frecuente.
- Con la venia de su Majestad – dijo el Valet-, yo no he escrito este papel, y nadie puede probar que lo haya hecho, porque no hay ninguna firma al final del escrito.
- Si no lo has firmado- dijo el Rey, eso no hace más que agravar tu culpa. Lo tienes que haber escrito con mala intención, o de lo contrario habrías firmado con tu nombre como cualquier persona honrada.”
La declaración de Alicia ( Alicia en el país de las maravillas). Lewis Carroll.
En la corte del país de las maravillas en que se ha convertido Madrid, una médico de familia informaba hace unos días a la Dirección Asistencial Noroeste ( uno de las comarcas de aquel fabuloso reino) de su objeción de conciencia a la aplicación del Real Decreto Ley 16/2012 en lo relativo a la limitación a atender a “ extranjeros no registrados y autorizados” como residentes en el Reino.
Los “Conejo Blancos” correspondientes (Directora Asistencial Médica y Directora Asistencial Enfermera) realizaron las inevitables consultas nada menos que al Responsable del Área de Bioética y Derecho sanitario, don Javier Sánchez Caro quien a la manera del Rey en el juicio de las tartas de Alicia dictó su veredicto:
“La objeción de conciencia requiere la existencia de una relación clínica, esto es , el encuentro entre el médico y el paciente, lo que aquí no se puede producir ya que, en el momento en que se pidiera la cita, bien sea por cualquier medio de comunicación establecido, o bien sea físicamente en el centro de salud o centro sanitario correspondiente, la respuesta de la Administración sanitaria sería negativa puesto que estas personas no tienen derecho. En consecuencia lo que plantea el escrito es una situación imposible, y es sabido que a estas cuestiones nadie está obligado”.
Doctrina, como bien se sabe, ajustada al derecho de la opinión popular, para lo cual “ lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”.
Afortunadamente el desacato de la médico de familia no ha llegado a oídos de la Reina de ese fantástico reino de Madrid, quien sin duda alguna habrías pronunciado su frase favorita: ¡que le corten la cabeza¡
Nada más lejos de mi intención que cuestionar tanta sabiduría como desprende el escrito del Señor Sánchez Caro ( al margen de que uno pudiera temer por su cabeza si se entera la Reina) pero hay algunos aspectos que quedan algo oscuros ante esta sabia recomendación: por ejemplo como hacer compatible la idea de otro de los personajes principales del cuento ( el consejero de Madrid Fernández_Lasquetty) de continuar realizando la atención a inmigrantes con enfermedades crónicas ya en tratamiento ,con esta condición de situación imposible que plantea el Sr Sánchez Caro. O la posibilidad de atención al insubordinado emigrante en situación de necesidad de atención urgente ( aunque ya sabemos que situaciones verdaderamente urgentes, apenas padecen, siendo casi siempre simulaciones más o menos aparatosas).
Pongamos un ejemplo, también fabuloso: érase una vez una pedanía rural allá por la sierra de Madrid en que apareciera un díscolo emigrante indocumentado con un dolor torácico irradiado a mandíbula; como quiera que el hospital más cercano puede estar a más de 30 minutos, y ante la posibilidad ( evidentemente remota) de que pudiera tener una cardiopatía isquémica ( ya sería mala suerte), ¿ que debería hacer la médico de familia consultada ante dicho contratiempo?.
Siguiendo las instrucciones del Sr Sánchez Caro, posiblemente no le quedara otro remedio que decirle: “mire distinguido inmigrante irregular; según me han dicho en la corte , ésta es una situación imposible porque en realidad no está ocurriendo: ni usted es un paciente ni yo le estoy atendiendo por lo que yo no estoy obligada a suponer que esto realmente esté sucediendo”.Lo que el distinguido señor inmigrante irregular entendería perfectamente.
El problema es que, a diferencia de Alicia en su cuento, la médico de familia no puede despertar en el regazo de su hermana.
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