Hace unas semanas Soledad Gallego-Díaz comparaba el proceso
de privatización madrileña con el proceso de reforma británica de 201, dando a entender que mientras el nuestro era una chapuza, el suyo si era
un proceso de reforma serio y consensuado. Sin embargo lo que está ocurriendo
en Inglaterra es un proceso de desmantelamiento progresivo del que venimos hablando en este blog desde hace año y medio, que responde a la idea de David Cameron de convertir la
asistencia sanitaria en un "fantástico negocio" y que tuvo un grado de contestación social similar al que ahora se produce aquí.
El primer paso que dieron (como comienza ahora a darse en
Madrid) fue abrir la puerta de la producción de servicios asistenciales
públicos a proveedores privados. Según informaba el BMJ la semana pasada más de
100 proveedores de servicios de salud diferentes habían sido ya autorizados por
el Department of Health británico para proveer servicios sanitarios, desde la
atención domiciliaria a la asistencia hospitalaria integral. Los riesgos de
fragmentación y falta de coordinación que ello implica son evidentes.
El segundo paso consiste en maximizar e todo lo posible los beneficios
de las empresas que participan en el juego. La noticia más vista ayer en las
páginas de sociedad de The
Guardian informaba de que el regulador económico del NHS (Monitor), estaría
estudiando eximir a las compañías privada que prestan servicios sanitarios al
NHS de la obligación de pagar tasas sobre los beneficios obtenidos en su
prestación, con el argumento de que los hospitales públicos del NHS tampoco los
pagan, lo que sería una prueba más de que las reglas de juego perjudican
sensiblemente a las privadas en el mercado sanitario que se pretende implantar.
El anterior ministro de Sanidad, Andrew Lasley compartía también la opinión de
que las distorsiones en materia de capital, pensiones y tasas encarecían en un
14% los costes de la privada en comparación con la pública. Por el contrario, para
Andrew Street (profesor de Health Economics en la universidad de York), existe una forma sencilla de que las grandes
corporaciones privadas no paguen más tasas: dejar de ser empresas con ánimo de
lucro y convertirse en
organizaciones benéficas. Algo que , obviamente, no interesa.
Mindell et al señalaban en el BMJ hace unas semanas que la
supuesta eficiencia de las empresas privadas se consigue siempre a base de
reducir salarios o dejar de hacer lo que se comprometieron a hacer, a menudo
con la argucia de que el contrato que en su día firmaron no contemplaba todos
los gastos.
Y se preguntaban en su artículo: ¿cómo es posible que se permita que exista un
sistema que cuesta más (si se contemplan todos los costes) y presta menos? Pues
más allá del soporte político, es imprescindible que sean las propias empresas
privadas las que establezcan las reglas del juego, previa aprobación de los
gobiernos respectivos, para lo cual emplean diferentes métodos.
- El primer método, según Mindell, es conseguir una regulación
lo más favorable posible. De lo que se trata es de transferir la responsabilidad
sobre la salud desde las compañías a los individuos: la culpa de estar gordo es
de uno mismo y su falta de voluntad, y no del bombardeo publicitario de alimentos hipercalóricos.
En la propaganda de los Juegos Olímpicos Coca Cola y McDonalds aparecen como
parte de la solución y no como causa del problema.
Las regulaciones, además,
deben ser voluntarias, no obligatorias, como se ha visto con la actuación del gobierno Aguirre en el caso Eurovegas
- El segundo instrumento es argumentar que la regulación es
siempre tan costosa para las empresas que
encarecerá desorbitadamente los servicios o productos, ya sea en el caso
de los cigarrillo que se apagan solos o respecto al contenido en grasas trans
de los alimentos.
- El tercer instrumento es la desinformación , a menudo
mediante supuestas entidades independientes de reconocido prestigio como
veíamos en el último post .En el caso inglés los “think tank” que fomentan la
privatización (Reform) reciben fondos de las empresas que se benefician de
dicho proceso (SERCO). Incluso el grupo de Mindell et al llega a afirmar que
instituciones consideradas serias como Kings Fund ( del que hablaba Gallego-Diaz)
o Nuffield Trust están también contaminadas por otras como McKinsey
o KPMG.
El último de
los mecanismos empleados es la captura del regulador, del que en España tenemos
ejemplos significados. Como señala Mindell,el objetivo último de la industria es
poder determinar la agenda política. Para ello la puerta giratoria (revolving door) debe funcionar
adecuadamente . Lo que en Inglaterra obtiene McKinsey aquí lo consigue Capio,
Ribera Salud o UniLabs.
En definitiva el juego de Güemes, Lamela y demás familia.
(Viñeta de El Roto en El Pais)
Querido Sergio, después de la jugada de Güemes (me es igual que después se desmarcara) se puede esperar cualquier cosa en el marco legal (en el ilegal ya vemos lo que está pasando). Y ése es el gran problema: leyes que autorizan desahucios, cierres de unidades asistenciales, expolios de lo público para hacer negocios privados, etc.
ResponderEliminarEn mi hospital, tras la avalancha de jubilaciones a los 65 años, están nombrando jefes de servicio directamente a dedo, teniendo en cuenta las grandes virtudes que ya sabemos han de caracterizarles: su docilidad y su mediocridad, ambas íntimamente asociadas y con el aplauso casi generalizado porque eso es lo peor: se identifica el poder a la autoridad, admitiendo que quien manda tiene razón.
¿Qué nos queda? Tal vez afiliarnos masivamente a sindicatos y reconstruirlos. Tal vez escribir más en blogs, en redes sociales, en periódicos. Tal vez informar a los pacientes de la morbimortalidad a la que van a ser abocados. No lo sé. Pero el abuso que estoy viendo en la sanidad pública, politizada en el peor sentido del término, con un discurso del amo, no es tolerable.
Querido Javier:curioso país en el que el escándalo de Güemes parece ya amortizado, simplemente porque en el plazo de 5 días el número de escándalos ha sido tan grande que el último hace olvidar los anteriores.Es muy importante lo que señalas porque la inevitable tendencia es a considerar que esto es un problema de los de más arriba y el resto del país es inocente. Y tan grave es el proceso de venta de bienes públicos como la aplicación (y tolerancia) de la política de sumisión, del discurso del amo que comentas
ResponderEliminarAlgo es imprescindible hacer . El problema es como hacerlo
Un abrazo