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sábado, 6 de julio de 2013

Científicos ejemplares

“Journals have developed into informations laudering operations for the pharmaceutical industry”
Richard Horton, editor del Lancet, 2004.

En su línea de admiración zalamera de la ciencia, El Pais dedicaba su reportaje principal de Vida y Artes de ayer a los sistemas de evaluación de los proyectos y trabajos científicos, con especial atención a los sistemas de peer review o revisión por pares. Es pertinente el trabajo habida cuenta de que los científicos siguen ocupando el primer lugar entre las profesiones más valoradas en este país. Esa idea romántica de la persona altruista, para la que no hay horas suficientes que dedicar a las ratas, vestido con sus batas blancas salpicadas de formol, sigue estando muy presente en el inconsciente colectivo, quizá por la influencia  de las películas que veíamos de pequeños de Madame Curie ( ver la conversación de Rosa Montero con Margarita Salas en EPSemanal). No hay más que ver la reverencia con la que los periodistas de cualquier cadena de radio o televisión entrevistan a cualquier descubridor de gen raro, bastante lejos del incisivo tono que emplean con el resto de los mortales.
Por supuesto los “científicos” son los primeros interesados en mantener esa idea romántica. En las páginas comentadas de El Pais, Emilio Muñoz, ex presidente del CSIC comienza con un tópico (“ producir ciencia y aplicarla no es tarea fácil”) y acaba con una hipótesis indemostrable ( “un análisis crítico sobre las políticas económicas al uso no pasaría la criba de una evaluación como la descrita, porque tales no se basan en verdades contrastadas, y sus resultados, además harto discutibles, están trufados de conflictos de intereses”)
Como si éstos no contaminaran permanentemente la producción, evaluación y publicación de los estudios científicos. Para el profesor Muñoz , “la propia comunidad es la que procura reaccionar con presteza ante estas malas prácticas manteniendo una ética consecuencialista(sic) propia, basada en la responsabilidad, el compromiso, la persecución de conflictos de intereses y el altruismo.” Es decir, una visión de laboratorio propia de las andanzas de la Madre Teresa de Calcuta.
Cualquiera que haya tenido alguna relación con el proceso de investigación conoce perfectamente el despotismo, las envidias, la explotación y las trampas que existen en este campo. No mayores de las que existen en otros ámbitos de la vida profesional, pero tampoco menores. Y sin embargo se sigue pretendiendo que los legos en la materia sigan creyendo esa imagen de la ciencia, propia del país de los duendes.
Porque es propio de los habitantes de esa región, decir que “ se someten los proyectos y artículos al juicio de expertos de la máxima cualificación, independencia, generosidad y sin conflictos de intereses posibles. ”, como dice Muñoz. En el esclarecedor trabajo en Plos, ya clásico, de Richard Smith, el que director durante un cuarto de siglo del BMJ, afirmaba respecto al peer review: “ un proceso que la investigación ha demostrado ser una inefectiva lotería , propenso al sesgo y al abuso”, citando la propia revisión sobre el peer review hecha por Fiona Godlee, la directora actual del BMJ. Ideas que contrastan con las del catedrático de la universidad de Granada  y gestor del programa de Física de las Partículas y Aceleradores del Plan Nacionald e I+D Franscisco del Aguila para quien “ el sistema de peer review es bueno y no se aprecia ninguna deficiencia obvia”
El que haya mandado alguna vez un trabajo para publicación sabe que el futuro de éste depende mucho del revisor o los revisores que le caigan en suerte; éstos a su vez tienen sus propios intereses a la hora de evaluar el proyecto, evaluación que aunque sea ciega puede permitir  identificar a los autores en muchas ocasiones ( en especial si publican habitualmente) , no  valorándose nunca igual a un investigador “mediocre” ( en la terminología señalada en el Pais) que a un gurú en la materia. Si alguien no lo cree, le sugiero que revise, en cualquier campo científico , los editoriales, comentarios, revisiones o perspectivas de uno de los sabios en la materia y analice si ese mismo trabajo (a menudo sin material y métodos, solo con opiniones) hubiera sido seleccionado en caso de escribirlo un investigador “mediocre”
Puijdomenech , otro investigador del CSIC, da en el artículo una buena muestra del  elitismo insultante al que pueden llegar estos científicos de prestigio: “acaba siendo más caro financiar proyectos mediocres o contratar gente poco cualificada que pagar el avión a un investigador extranjero” . Ese científico mediocre puede ser un médico de un hospital comarcal, o un médico de familia de un centro de salud que está observando cada día los efectos de la crisis en sus pacientes. Y el investigador al que conviene pagar el avión cada semana quizá sea uno de los que consideraban, como comentamos hace unas semanas, que el envejecimiento es una enfermedad.
(Imagen: el mítico científico profesor Bacterio, uno de los más relevantes investigadores españoles del siglo XX)

5 comentarios:

  1. Si este blog nos tiene acostumbrados a magníficas reflexiones, este post me parece excelente. Todo su contenido desbarata esa imagen de la ciencia como algo puro, respetable, idílico, realizada por santos. Algo cuyos resultados, aunque sean banales o no propiamente científicos, son ensalzados en los medios de comunicación como el camino esperanzador a la única salvación.
    Como todo, el sistema peer review tiene sus pros y sus muchos contras. Es bueno recordar que en tiempos sencillamente no existía. Einstein publicó sin peer reviews que examinaran sus trabajos antes de ser “Einstein”. Es sólo un ejemplo entre tantos de los que construyeron la gran ciencia de principios del siglo XX.
    Hay dos aspectos en los que me gustaría incidir.
    Uno de ellos es el de la auctoritas. El comentario de Puijdomenech es lamentable. La ciencia por hacer no depende de la autoridad por lo que se ha hecho. De ser así, la ciencia habría muerto. Necesita nuevas ideas y nuevos trabajos, que pueden partir, como bien apunta Sergio, de cualquier persona y en cualquier circunstancia en la que actúe. No sé hasta qué punto el problema de la magnitud epidemiológica que supuso, y supone, el SIDA, se hubiera atajado en caso de prestar más atención a alertas de “mediocres”. Creer que sólo es ciencia la que se mueve en el marco reduccionista molecular supone cercenarla de raíz.
    Otra cuestión es meramente cuantitativa. No hay peer reviews suficientes para toda la cantidad de resultados y de ruido que se presentan a revistas, de tal modo que no es infrecuente que alguien realmente mediocre (abundan entre los referees) llegue a poder juzgar y rechazar un trabajo que no entiende o que puede interferir de algún modo con su propia línea de investigación. A Puigdomenech habría que recordarle que no es infrecuente que un recién post-doc juzgue desde su posición de referee a alguien a quien aquél traería en avión… y que lo juzgue mal, en uno u otro sentido
    Creo que el sistema peer review es, hoy en día, con sus muchas limitaciones, el único del que nos podemos fiar algo a la hora de leer una publicación científica pero cada vez menos porque se ha pervertido enormemente y, lo que es más, ha sucumbido en buena medida al amarillismo cientificista (basta con leer algunas publicaciones de la prestigiosa Science, que recuerda a veces al Hola, y, sobre todo, del PNAS). Desde mi punto de vista, la solución para reconducir la ciencia como algo serio debe pasar por desterrar el nefasto lema “publish or perish”; sólo así se evitará la ingente producción de ruido y de ciencia-basura, basada en todo tipo de artimañas como la salami-publication, ya no digamos el puro plagio o fraude.

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  2. Muchas gracias Javier. Poder leer tu opinión en este blog sobre este tipo de cuestiones es un auténtico privilegio. Señalas varios aspectos que son claves a mi juicio. Comenzando por el final, la absurda dicotomia de publicar o perecer, contaminada además por la obsesión enfermiza por el factor de impacto que lleva a incluir en algunos modelos de carrera profesional el requisito ineludible de haber publicado en revistas con FI para poder progresar en el escalafón...aunque tu trabajo lo realices en un consultorio rural.
    Es cierto que posiblemente el peer review sea el menos malo de los sistemas de evaluación científica, pero de ahi a considerar que es un procedimento sin sombras, ejecutado de forma perfecta por excelsos caballeros dotados de unas habilidades paranormales va un trecho. Una vez más todo el reportaje de El Pais adolece de una ausencia de rigor y un exceso de fascinación preocupante.
    En mi ámbito de conocimiento estoy cansado de ver como cualquier papel de ciertas personas, convertidos por el prestigio de la universidad o centro en que trabajan en oráculos, publican cualquier cosa que se les pasa por la cabeza y que serían rechazados sin muchas contemplaciones si no fueran quienes son. Es cierto que en ocasiones causan sonrojo algunos de los articulos de revistas consideradas prestigiosas. Pero el referirse a ellos como segun publica la revista Science supone ya una patente de corso para colar de rondón cualquier desatino
    Muchas gracias de nuevo Javier

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  3. COMENTARIO 1ª PARTE (1/2)
    Magnífico post, tanto en la redacción como en el contenido, con el que no podemos más que estar de acuerdo. Queremos insistir en dos de las ideas que se abordan en el post.

    1) La presunta "neutralidad axiológica" de la ciencia es un paradigma superado a lo largo del siglo XX. El mantener su defensa sólo muestra dos cosas. Una la profunda ignorancia que tienen nuestros "prestigiosos científicos" sobre la moderna filosofía de la ciencia, que acepta que todo el conocimiento, tanto el teórico como el aplicado, está teñido de valores, de juicios de valor. La presunta "objetividad" científica es un cuento epistemológicamente trasnochado. Basta leer a Javier Echevarría para enterarse ("El pluralismo axiológico de la ciencia; Isegoría, 1995). La segunda cosa que muestra es la desmemoria histórica de estas gentes: ya se han olvidado de los experimentos de Auschwitz, del Proyecto Manhattan, de los experimentos de Milgram, de Tuskegee, etc,etc. Y esto da mucho miedo porque ya se sabe que quien ignora la historia está condenado a repetirla, con la misma prepotencia, dogmatismo y sadismo de siempre.

    (Pablo Simón Lorda (Médico de Familia y Profesor de Bioética en la EASP) e Inés Barrio Cantalejo (Enfemera de Atención Primaria e investigadora)

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  4. COMENTARIO 2ª PARTE (2/2)

    2) El peer review se ha convertido en un mecanismo de evaluación de la calidad absolutamente insuficiente. Quienes esto escriben están muy habituados a la publicación en revistas científicas con "factor de impacto" y pueden decir que, en general, éste es un proceso lleno de miserias y arbitrariedades de todo tipo. No es nada infrecuente que un revisor diga una cosa y el otro totalmente la contraria, sin que el editor medie en tales contradicciones. Muchos comentarios de revisores son obviedades, generalidades o meras exhibiciones infladas para demostrarte lo mucho que saben sin saber. También hay sesgos ideológicos muy evidentes en los presuntos "científicos-revisores axiológicamente neutrales"...En general, salvo honrosas excepciones, tenemos que decir, con pena, que la mayoría de los comentarios que hacen los revisores a nuestros manuscritos han servido para poco y no han contribuido a mejorarlos. Preferimos no hablar de los que te cambian "comas" -atrevimiento de los revisores más indocumentados- y menos aún de las recomendaciones -"objetivas, claro"- de que tu texto en inglés sea revisado por un inglés nativo, cuando el texto de que está hablando ya ha sido traducido por un traductor jurado nativo especializado en textos científicos y al que has pagado religiosamente... Pero en nuestra opinión, todo esto ha empeorado desde la introducción del inefable "factor de impacto", que expresa la total y definitiva mercantilización de la investigación científica pues determina quién recibirá y quién no recibirá financiación científica. No hay que ignorar que el citado "factor" está controlado por una gran multinacional privada "Thomson Reuters" que, a pesar de todos los galardones "éticos" que exhiba en su web, no deja de ser una entidad privada con intereses privados, no precisamente "neutrales". El "factor de impacto" ha introducido el mercado competitivo neoliberal en la investigación, presuntamente disfrazado de "objetividad" y "neutralidad", cuando el juicio de valor sobre el que basa sus análisis bibliométricos es cuestionable -"que lo más citado es lo más relevante, lo mejor, lo más trascendente"-. Basta darse una vuelta por el New England, Lancet, etc, etc, para descubrir la increíble cantidad de bazofia que se publica en sus páginas, bazofia de "alto impacto" aprobada por los cualificados "peer reviews" de turno. Y al contrario, basta ser un poco curioso para descubrir en las orillas abandonadas de la oficialidad bibliográfica ortodoxa, perlas “sin impacto” que han ayudado a cambiar nuestra forma de ver el mundo.

    En fin, gracias a este blog y a su autor por ayudarnos, de nuevo, a abrir nuestra mentes a un pensamiento crítico y creativo. Necesitamos esto más que el comer.

    Pablo Simón Lorda (Médico de Familia y Profesor de Bioética en la EASP) e Inés Barrio Cantalejo (Enfemera de Atención Primaria e investigadora)

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  5. Muchas gracias, a los dos, admirados Pablo e Inés. de esto, como de tantas otras cosas, sabéis vosotros mucho más que yo. pero es cierto que la ciencia se ha mercantilizado, codificado, rarificado ( en los dos sentidos). Hasta aqui llegó la ola de las carreras, la competencia, la rentabilidad. Thomson Reuters no escapa de ninguna de las miserias de tantas otras agencias , desde Standard & Poor a AENOR. Yo también soy revisor y soy testigo en cada revisión de las debilidades del procedimiento que comentas. Pero peor aun que eso es comprobar como publica cada semana un papel en alguna de las grandes uel gurú de turno sobre lugares comunes de escaso interés, y reflexiones absolutamente excepcionales de tipos de menos de 30 años ( como Javi Padilla o Roberto Sanchez) difícilmente serian aceptados por una revista española de pedigree.
    Pero al menos que no crean que somos tontos

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