A menudo decimos que la primera impresión es la que importa.
Nos sentimos inexplicablemente atraídos o repelidos hacia alguien solo con
verle, sin que sepamos explicar las razones de ello. Sea para enamorarnos,
elegir a alguien como candidato, o contratarle par que nos arregle la
cerradura, esa primera imagen que nos hacemos de alguien es muy poderosa. De
una forma semejante, cuando se trata de atender a un nuevo paciente o un nuevo
episodio de un paciente ya conocido, la primera impresión diagnóstica a menudo
es la que determina nuestro diagnóstico final, arrimando el agua a nuestro molino de cada hallazgo
que coincide con nuestra hipótesis , y rechazando como improbable las que la
ponen en entredicho. Daniel Kahneman y Amos Tversky fueron los primero que describieron
y demostraron empíricamente el uso de este tipo de atajo mental o heurístico ,
fuera de nuestro control racional, que determina muchas de nuestras decisiones.
Anclaje y ajuste lo llamaron, puesto que "ajustamos" la interpretación de la
información que vamos recibiendo al “ancla” a la que hemos atado nuestra
decisión.
A menudo este heurístico, responsable de muchos de los
sesgos que cometemos, se complementa con el uso del cierre prematuro, dar por
finalizado el procedimiento de reflexión cuando aún queda trabajo que hacer
para darlo por definitivo .
Michael Green describía muy bien uno de esos errores
diagnósticos que nunca se olvidan en los Annals of Internal Medicine. Green es
hoy en día profesor de Medicina y Humanidades en el Penn State College of
Medicine. Atiende pacientes, enseña medicina e investiga sobre el proceso de
toma de decisiones. La peculiaridad de Green no es que cometa errores ( de esto
nadie está exento) sino que lleva años organizando conferencias sobre Comic y
Medicina ( ver la interesantísima página de Graphic in Medicine,) y enseña medicina a través de comics a sus alumnos de 4º año, algunos
de cuyos trabajos pueden consultarse aquí. El proyecto forma parte de una línea
de formación en narrativa en medicina, otro elemento esencial del conocimiento
médico a las que las Facultades de medicina españolas hacen caso omiso,
entretenidas como están en seguir el programa curricular de la época de
Vesalio.
Hace 20 años Mike Green era interno. En aquella época
prácticamente cada tres noches tenía guardia. En una de ellas el busca sonó a
las 3 de la mañana. Fred, un colega le avisaba de la llegada de un nuevo
paciente. Le tranquilizó diciéndole que no era un caso complicado, simplemente
una nueva reagudización de un bronquítico crónico: un poco de nebulizadores,
algún antibiótico y algo de oxígeno y estaría como nuevo. Sin embargo Green
escuchó algo raro a la auscultación, un soplo o algo que se parecía mucho. Fred le quitó la idea de que
fuera algo importante: ya figuraba en la historia. El anclaje de la agudización de su EPOC era demasiado potente, el deseo de cerrar el caso aún más cuando a uno se le cierran los ojos
de sueño. Y siguió siendo un ancla irresistible cuando volvió a sonar el busca
a las 3 y media. Por desgracia cuando sonó por tercera vez , a eso de las 4 y
media, la situación ya era irreversible, y a pesar de ser trasladado a la UCI (
recibiendo el consiguiente apercibimiento sobre su incompetencia por el simple
hecho de llamar) el paciente murió. Solo una hora después comenzaba otra
jornada más, a la que Mike se enfrentaba en un estado próximo al agotamiento.
Por la tarde un residente mayor le informó del resultado de la autopsia: el
paciente había muerto de una estenosis nórtica: El soplo que Mike había escuchado era
real y si hubiera atendido a esa señal tal vez estuviera vivo. Pero el ancla
del EPOC, la tentación del sueño, y el cierre prematuro del diagnóstico hizo el
resto.
Todos los que hemos sido residentes podemos reconocer lo
real que es el caso de Mike. Y es precisamente porque es real, porque la probabilidad de equivocarnos es alta, es más necesario que nunca avanzar en el conocimiento del error
y de sus causas. Y especialmente de enseñar a los futuros médicos que ésta es
una asignatura indispensable que, por desgracia, sigue sin impartirse en muchas
de las facultades del mundo desarrollado. Si la seguridad y el error no tienen cabida en las facultades españolas, de la posibilidad de utilizar cómics para publicar trabajos y enseñar medicina ni hablamos
(Viñeta extraída del numero de 5 de marzo de 2013 de los Annals of Internal Medicine. Missed it por Michael Green)
Según nuestra admirada Iona Heath si el don del poeta es aclarar sin simplificar, esto es exactamente lo opuesto al don de la ciencia, que busca comprender mediante la simplificación. Mientras la ciencia tiende a utilizar modelos de corte reduccionista, la poesía, la literatura o el cine nos ensanchan el conocimiento y muestran modelos más ricos y profundos para entender la enfermedad o el sufrimiento de las personas. Muy original y fundamental la propuesta docente de comics y narrativa de la medicina que comentas. Entre todos los recursos que utilicé para la elaboración del vídeo “De muerte somos todos” tropecé con RIP de Felipe Almendros, un comic sobre la muerte de su padre y la enfermedad de su hermana que me inspiró mucho. Como dice J. Winterson en su fascinante biografía: “La ficción y la poesía son dosis, medicinas. Lo que curan es la ruptura que la realidad provoca en la imaginación”. Un abrazo
ResponderEliminarComo en otras ocasiones Maite, me dejas sin palabras. Precioso comentario. Gracias¡
ResponderEliminarHola Sergio:
ResponderEliminarEl problema de los errores también impregna a los médicos veteranos sea por "atajos mentales" o por otras circunstancias. Lo que podemos aportar es una forma diferente de afrontarlos rompiendo la inercia de nuestra cultura profesional que utiliza la ocultación y la culpabilización.
Tan importante como conocer las causas del error y su aceptación es la transparencia y la interpretación sistémica del mismo. Ese sí que es un bien ejercicio docente,
Miguel melguizo Jiménez
RECTIFICACION
ResponderEliminarUn viejo amigo, Esteban Gonzalez , profesor de la Universidad autónoma de Madrid me envía un comprensivo correo en que me informa sobre una experiencia admirable de trabajo a través de narrativas con alumnos de la facultad. Por desgracia, es la excpeción a una regla de formación anquilosada en todo el país. pero esperemos que cunda el ejemplo
Hola Miguel
ResponderEliminartienes razón. Sigue siendo sorpredente como se hace explicito el error en otros entornos ( Estados Unidos en este caso) y como nosotros seguimos haciendo como si no existiera. No hay más que ver la escasa importancia que da al tema del error la politica sanitaria dominante