I've got my story Mister
Ain't no need for you to listen
It's just a dead man talkin'
Once I had a job I had a girl
Between our dreams and actions lies this world
Dead Man walking. Bruce Springsteen.
En el departamento de Medicina de Louisville en Kentucky, Michael Stillman y Monalisa Tailor atendieron al Hombre muerto en la clínica para personas indigentes en el pasado mes de marzo. Durante años él y su mujer habían estado trabajando en múltiples ocupaciones a tiempo completo, pero nunca habían conseguido pertenecer al afortunado grupo de los “asegurados”. Aquella semana el Hombre muerto no pudo aguantar más y acudió al médico por su dolor abdominal. Las pruebas diagnósticas ( incluido un TAC abdominal) se llevaron sus ahorros de toda una vida ( exactamente 10.000 dólares), pero le trajeron el diagnóstico que andaba buscando: cáncer de colon metastático. Un año antes el Hombre muerto había visitado a un médico de atención primaria quien, previo pago de 200 dólares, le había aconsejado la necesidad de asegurarse si quería ser adecuadamente evaluado. Sin embargo, el Hombre muerto no cumplía los criterios de Medicaid ( la beneficiencia para los muy pobres, modelo ideal para algunos de los políticos que nos gobiernan), por lo que no tuvo más opción que paliar su estreñimiento con enemas hasta que fue ya incapaz de defecar. Mientras su mujer sollozaba en la consulta, Stillman y Tailor escuchaban el relato de los meses de pérdida de peso, de dolores inaguantables, de s sospecha evidente de que lo que tenía era un cáncer: “Si lo hubiéramos encontrado antes podría haber sido diferente. Ahora soy simplemente un tipo en el corredor de la muerte”.
La historia del Hombre Muerto es narrada por Stillman y Tailor en el New England con estremecedora claridad. Como en el caso del dilema del Dr. Schiff ellos también tienen a veces que “prestar” a los pacientes los 4 dólares del copago mínimo para conseguir un fármaco. En su clínica atienden cada día pacientes sin seguro que no pueden permitirse un ecocardiograma, una determinación básica de laboratorio, una cirugía. Según el trabajo de Wilper et al en el American Journal of Public Health cada año mueren en Estados Unidos 45.000 personas por no tener seguro médico. Existen pruebas evidentes de que la mortalidad por enfermedad vascular o cáncer es mucho mayor en los pacientes sin seguro médico. Pero este tipo de evidencias son de las que no interesan a los políticos de ciénaga.
Los médicos de la universidad de Louisville se preguntan como el pequeño Billy Kwan de El año que vivimos peligrosamente, ¿Qué podemos hacer?
Y sugieren tres acciones: la primera, por encima de todo lo demás, cumplir el deber profesional de ayudar. El hecho de que el problema del aseguramiento sea un problema político no puede ser óbice para no cumplir el deber hipocrático que nos obliga a tratar al enfermo de acuerdo a nuestra habilidad y juicio, protegiéndoles de la injusticia y el daño. El segundo es servir de amplificadores del verdadero combate que se está librando en el sistema sanitario americano, y por ende, en la mayor parte de los sistema sanitarios: la ofensiva de ciertos grupos de interés por privar a sectores amplios de la población del derecho a la asistencia sanitaria, fielmente seguida por el partido del gobierno. Deshacer y desmontar las medias verdades y descaradas mentiras de éste debería ser otro compromiso ineludible. Y por último , presionar a todas las organizaciones profesionales para abandonar el silencio cómplice de tantos años y exigir claramente la necesidad de que todas las personas, por el hecho de serlo, tengan acceso a una asistencia sanitaria digna. Incluidos aquellos cerca de 800.000 seres humanos que fueron privados de tarjeta sanitaria según fuentes del propio gobierno. Eso es lo que hace falta (y no acuerdos espurios), para evitar que nuestro sistema sanitario sea un sistema de Hombres muertos.
Muy clara tu interpretación, tu blog como siempre excelente. Lamentablemente, Sergio, no solo en Estados Unidos, pero en cada rincón del mundo existen hombres, mujeres y niños "muertos" ya sea por falta de acceso a un sistema de salud que les ofrezca cuidados dignos, o porque los determinantes sociales son tan terribles que aun en aquellos lugares con acceso universal, suele haber carencia de recursos necesarios. Como médicos debemos salir a la calle, como tú dices, poner a la salud pública y la atención primaria de salud juntas, pensar todo esto en el mismo sistema, formar clínicos excelentes en el trato con el individuo-persona que además entiendan salud poblacional, la salud pública, la necesidad de abogacía, la aplicación de justicia, de políticas de educación, salud y trabajo ... Políticas sanitarias escritas por los que están/mos en las trincheras, de la mano con los que las estudian... Basta de silos, todos en el mismo plano...
ResponderEliminarDebemos divulgar estas terribles noticias entre nuestro usuarios para que sepan que es lo bueno de cada sistema que deben proteger y a las situaciones que se exponen cuando el liberalismo y la irresponsabilidad social es extrema, como en este maravilloso país de la libertad que se permite estos desastres.
ResponderEliminarMiguel
Lo has clavado Sergio. El sistema de los hombres muertos. Solo que en el corredor del nuestro no hay tantos que puedan pagarse el diganostico. 10.000 $ . Hasta ahora gratis, aunque alguien lo está pagando por ellos, por nosotros. ¿Hasta cuando?, y lo que es peor. ¿De que sirve el diagnóstico de los errores sin proposito de la enmienda?.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias a los tres por vuestros comentarios. Es imprescindible denunciar a donde nos llevan ciertas reformas sin fundamento, como señala Miguel. Y a la vez como tan acertadamente dice Viviana trabajar en el mismo plano todos: (Políticas sanitarias escritas por los que están/mos en las trincheras, de la mano con los que las estudian...)
ResponderEliminarLa duda es si estamos dispuestos a hacerlo, y si alguna vez lo conocido nos permitirá evitar los mismos errores como dice Emilio
Muchas gracias de nuevo