“El verdadero empoderamiento del paciente no está en
trasvasarle información que él pueda gestionar, ni en tomar decisiones de forma
conjunta con él, ni en darle poder para que tome sus propias decisiones, sino
mucho antes que todo ésto: que sea el paciente, la persona, la que cree su
propio estilo o su propio relato de vida. Sólo así podrá acceder a la
información que él desee para tomar las decisiones como y cuando desee.”
Enrique Gavilán. Comentario en este blog a Escuchar historias, un valor en desuso
The Lancet pasa por ser una de las revistas más prestigiosas
del mundo. Dirigida por Richard Horton (caracterizado por tener pocos pelos en la
lengua), no solamente presume de publicar trabajos de investigación de alta
calidad, sino que además no elude el debate sobre temas social o políticamente
relevantes, desde al calentamiento global, a la masacre de palestinos en Gaza
por parte del gobierno de Israel . No es
fácil publicar en Lancet. Quizá por eso llama la atención que una revista que alardea de ser tan rigurosa, se permita
publicar editoriales ( no
firmados) que no dejan de ser ejemplos de publicidad engañosa.
Hace unos días publicaba Making Primary Care people-centred: a 21st Century blueprint. En él comentaba y hacía suyas las recomendaciones de
dos informes: el primero son las conclusiones del panel de expertos de la
Comisión Europea sobre Definition Primary Care , comentado en este blog en repetidas ocasiones. Un
informe elaborado por supuestos "sabios", que recoge esencialmente la opinión de sus autores. El segundo informe
de Lancet es aún más peregrino: “We are Primary Care” ( cuya portada llega a
reproducir el editorial de la revista) es un informe de opinión encargado por
Pharmacy Voice a YouGov. Pharmacy Voice es el resultado de la unión de tres
asociaciones de Ofiinas de farmacia británicas (Association of Independent
Multiple Pharmacies, Company Chemist Associations y The National Pharmacy
Association). YouGov es una de las empresas punteras en realización de
encuestas sobre opinión del consumidor del Reino Unido. En “We are Primary care” participan
también Optical Confederation, the National Community Hearing Association y NHS
Alliance. Es decir, grupos con intereses muy evidentes en fortalecer la
posición de determinados sectores de prestación de servicios ( óptica,
farmacia, aparatos auditivos) cercanos a la atención primaria. El documento no
aporta bibliografía alguna.
En definitiva, The Lancet fundamenta una toma de posición
editorial, que posiblemente tendrá una honda influencia en clínicos, gestores y políticos de todo
el mundo ,a partir de una encuesta británica encargada por el lobby de las
oficinas de farmacia y un informe de media docena de expertos de selección
incierta.
Una vez más queda de manifiesto que los conflictos de
interés solo parecen afectar a la industria farmacéutica. Y no deja de ser sorprendente
que una de las revistas que se ha mostrado más beligerante en ese sentido baje
tanto la guardia cuando las entidades que intentan promocionar sus estrategias no
venden directamente fármacos pero sí otro tipo de servicios.
El editorial en cualquier caso hace suyas los sofismas y
desatinos ( parafraseando a Skrabanek) de los documentos en que se sustenta.
Primero, parte de la base de que la atención primaria debe
adaptarse al siglo XXI, y no hay mejor forma para parecer moderno que
considerar que la solución a todos los problemas vendrá del uso generalizado de
dispositivos electrónicos, desde la historia electrónica ( ignorando los
reiterados trabajos de Greenhalgh respecto a sus dificultades) hasta el
inevitable uso del correo
electrónico o las redes sociales.
En segundo lugar plantea un dilema tramposo y falso: que
entre accesibilidad y continuidad debemos elegir la primera, puesto que la
necesidad de continuidad es solo necesaria para determinados tipos de pacientes
( deben ser los que aún queden del siglo XIX). Lo importante no es que el paciente
reciba la atención adecuada por el profesional adecuado ante sus problemas
clínicos, sino que se le de respuesta inmediata, tenga o no tenga sentido.
La tercera encrucijada es también falsa: opone a los médicos generales como “llaneros
solitarios” frente a los “equipos modernos multiprofesionales” (en que se
borran definitivamente las barreras entre unos y otros), cuando nadie está
proponiendo una atención primaria compuesta solo de médicos generales. Bajo ese
planteamiento la existencia de la atención primaria como puerta de entrada deja
de tener sentido.
El editorial
escamotea sin embargo algunos argumentos fundamentales para el debate: el
primero que un modelo como el planteado no podría ser nunca “gratuito o libre
en el momento de la atención”, ni mantendría la equidad del sistema. Sería un
modelo con pago añadido por parte del usuario, en detrimento como siempre de
los que menos tienen.
Además no protegería en modo alguno a los pacientes de la
yatrogenia del sistema sanitario, expuestos como quedarían éstos a las
intervenciones de todo tipo de farmacéutico, óptico, o especialista interesado
en realizar sus intervenciones.
Y lo peor de todo, haría imposible que cada persona pudiera
construir su propio estilo de enfrentarse a la enfermedad y en definitiva a la
vida, como tan brillantemente
escribía Enrique Gavilán en su comentario al último post.
Salva Casado se preguntaba en su blog: ¿quién sale ganando
con todo esto? La pregunta clave en las novelas de misterio para averiguar
quien es el asesino.
Estimado y apreciado Sergio:
ResponderEliminarUna vez más te felicito (y esta vez te lo escribo) por tu claridad de ideas, esfuerzo de investigación y compromiso con los pacientes y una sanidad pública, universal, gratuita y de calidad.
Creo que falta una sencilla palabra en todo tu magnifico (una vez mas) escrito y creo que han sido "los duendes de la imprenta" como se decía antes.
"Una vez más queda de manifiesto que los conflictos de interés solo afectan a la industria farmacéutica."
Creo que le falta un "no" delante de la palabra "solo".
Recibe un gran abrazo virtual y espero que no desfallezcas en tu esfuerzo diario.
Mil gracias querido Iñaki.
EliminarTiens razón, también me lo ha advertido TheoSarapo.
Si no fuera por amigos como vosotros esto no tendría sentido
Un abrazo
No conocía el editorial del Lancet pero sí los tres temas o conflictos que planteas. Y el segundo de ellos me preocupa especialmente. En mi entorno la continuidad ya no es un valor; sí lo es en cambio la accesibilidad. "Si el problema de salud es preferente el paciente debe ser atendido por un profesional en el menor tiempo posible. La urgencia de su problema de salud la determina el propio ciudadano". Por tanto, no importa quién te vea. Alguien te debe ver si tú así lo crees. Por tanto te puedo mover de un sitio a otro, contratar por horas, por días... El ciudadano informado y libre decide cuándo debe ser visto. ¿Por qué no también decidir qué tipo de profesional debe atenderle? Eso escuchamos. Terrible.
ResponderEliminarEl conflicto entre accesibilidad y continuidad es falso; de hcho una buena continuidad es casi una garantía de mejora de la accesibilidad. Al revés no ocurre. Pero lo que impera es una atención sanitaria a la carta...siempre que el cliente pueda pagarla claro. En ese modelo el cliente siempre tenga razón aunque sus demandas sean absurdas. Pero el que paga manda. Si, es terrible.
EliminarMuchas gracias Alberto. Un saludo
No es por nada. Pero el introito de Gavilán me parece muy poco acertado. Llevo la discusión a mi blog.
ResponderEliminarwww.losdiasdelaplaya.blogspot.com
Creo que hay un error a la hora de explicar que la industria farmacéutica NO es la única culpable...
ResponderEliminarMuchas gracias una vez más. Tienes razón. Lo he matizado porque no se entendía bien. Un saludo
EliminarLo siento mucho . Pero me parece muy acertado el enfoque de Enrique Gavilán de que los pacientes creen su propio relato de vida. Y ese propósito es poco compatible con un modelo de atención primaria impersonal y no centrado en una relación regular entre un profesional y una persona, sana o enferma.
ResponderEliminarFelicidades por tu blog. No solo es magnifico; es el blog de alguien que escribe como muy pocos.