“Pedimos a lo imprevisible que frustre lo esperado”
René Char
No hay nada más cansino que empezar el año llorando por la
leche derramada. Por esa Atención Primaría que debió ser y se perdió por el
camino. Llevamos demasiado tiempo lamentándonos como plañideras desde la
comodidad del sofá. El análisis de
situación ya está hecho: no hay más que remitirse a lo que llevan años
escribiendo Juan Gervas, Rafa Bravo, Vicente Baos, Juan Simó, Salvador Casado, Javier
Padilla o tantos otros colegas para verlo.
Pasan los años y la atención primaria se va desvaneciendo
como el recuerdo de los sueños de un adolescente: disminución constante e
indisimulada de presupuestos, cierre de centros y consultorios, reducción
continuada de salarios, desaparición del concepto de “sustitución”, explotación
generalizada de eventuales, indiferencia ante la sangría que supone la
emigración obligada de tantos profesionales para los que aquí no hay futuro.
Los clásicos atributos de Barbara Starfield que hacen a la
atención primaria imprescindible en un sistema sanitario, y que llevamos años
repitiendo como una letanía( accesibilidad, longitudinalidad, integralidad,
coordinación) van pervirtiéndose y abandonándose sin que hagamos el más mínimo
esfuerzo por evitarlo.
Entramos en 2015 donde, como comentaba Rafa del Pino en su
comentario al último post, “ nos espera un año multielectoral de desmedidos
ladridos o de bolsillos rebosantes
de confeti”. La práctica totalidad de las comunidades autónomas (de cuyas
decisiones dependerá la resucitación cardiopulmonar o la muerte definitiva de
la Atención primaria) , tendrán elecciones durante este año.
Tristemente, los políticos españoles solo son relativamente
sensibles a las demandas sociales en los meses que anteceden a una consulta
electoral. El resto del tiempo desprecian cualquier opinión, propuesta o
reivindicación que no se alinee con sus propios intereses. Ignoran las
peticiones de reformas , negociaciones
o acuerdos, en especial si tienen mayorías absolutas, ya sea directas o
consolidadas con pactos de gobierno. Pero en los meses previos aparece una
grieta en la muralla de sordera de la que se rodean. Surge el miedo a la
exposición pública de sus vergüenzas, a sus incumplimientos electorales flagrantes, a sus recortes
indiscriminados y salvajes, a sus políticas de deterioro y menoscabo del sistema sanitario
público. Y ahí se abre una brecha, una pequeña ventana de oportunidad, que se
cerrará tan pronto como se constituyan los nuevos gobiernos, cuando volverá a
cerrarse la muralla, redoblándose la dotación de la guardia para evitar
cualquier asalto.
Durante los escasos meses que restan hasta las respectivas
elecciones, prodigarán sus halagos a la atención primaria, dirán una vez más
que ellos siempre han sido sus más firmes defensores, hasta es posible que
vuelvan a sacar algún viejo conejo de la chistera, como aquella lastimosa
estrategia AP XXI del año 2006.
Parafraseando a Allan Moore en V de Vendetta, “La Atención primaria no
debería temer a sus gobernantes; son los gobernantes los que deberían temer a
la Atención primaria”.
Esta es una
buena oportunidad, tal vez la última, de demostrar a todos los partidos
políticos de este país de que los
profesionales de Atención primaria están hartos, de que no se va a dar un paso
atrás para evitar su deterioro irreparable. De que cuestiones como la
recuperación de la verdadera autonomía profesional (no la que ellos proponen),
la mejora de las condiciones de trabajo ( incluidas las retributivas) o la
apertura de procesos regulares, transparentes y racionales de ofertas de
trabajo estable para tantos profesionales explotados y maltratados es
sencillamente innegociable.
La responsabilidad que tienen en ello las sociedades
científicas de atención primaria, los colegios profesionales o los sindicatos
es enorme. Pero también lo es la que tenemos cada uno de nosotros para decir
basta ya.
Podemos no hacerlo por supuesto, pero entonces deberemos dejar de lamentarnos de lo que
hemos contribuido a perder.
Exacto. Es ahora cuando sobran los lamentos y es la hora de decir que se acabó el pastel de la confianza en ... ¿representantes?
ResponderEliminarEl daño infringido a la sanidad pública puede y debe ser reparado, pero no parece lógico confiar en que lo haga precisamente quien lo ha causado.
Sergio se queja, y con razón, del mal ocasionado a la Atención Primaria, pero no es menor el que ha sufrido la medicina hospitalaria con la decisión de jubilaciones abruptas con una tasa de reposición muy escasa y sin transmisión adecuada de saber clínico, con nombramientos de confianza por docilidad, etc., etc. ¿Para qué repetir lo dicho tantas veces?
A pesar del hospital-centrismo, o quizá paradójicamente por él, los hospitales son menos hospitalarios que nunca y la medicina que se hace en ellos desciende peligrosamente al nivel más elemental de la atención clínica.
Seré claro. Tenemos un ejemplo, entre muchos. Es el RD 16/2012. Lleva, además de la Real firma, pues Real Decreto es, la firma del PP. Yo votaré en contra de ese partido que encarna lo peor de la derecha nacional, lo rancio, el neodarwinismo idiota al que un día se refirió Rajoy en una entrevista en prensa.
Sergio alude a la deseable responsabilidad de sociedades científicas y colegios profesionales. Creo que lo hace por decoro, por el señorío que tiene, sabiendo que clama en el desierto. Es más pertinente, por realista, su alusión a la responsabilidad de cada uno de nosotros.
Este magnífico blog merece sustentar la reflexión sosegada en temas profesionales pero, para ello, es precisa la acción política que lo permita, el voto decisivo que diga basta. Y que, a partir de entonces, de ese necesario punto de inflexión en lo político, podamos de nuevo dedicarnos a hablar de lo que realmente queremos, de Medicina en su más noble sentido.
Muchas gracias una vez más Javier, y feliz año. El daño como bien señalas no se limita a la atención primaria; el deterioro y el daño en los hospitales no es pequeño, tal y como puedo conocer a través de muchos colegas que, como tu, trabajan allí.
ResponderEliminarPara mi el problema más angustioso es saber que el grado de acuerdo sobre que las cosas van mal es generalizado y sin embargo la respuesta activa frente a todo ello sea prácticamente inexistente
Y mientras tanto los gobernantes siguen avanzando en sus disparates ante la ausencia absoluta de resistencia
¿Hasta cuando?
Amigo Sergio, como siempre oportunas , ajustadas y contundentes tus reflexiones sobre el devenir del Sistema Sanitario y en concreto del deterioro del la Atención Primaria. Se va a necesitar muchas agallas para reorientar las políticas, priorizando la inversión en políticas públicas( educación , salud , dependencia etc) y la competencia entre ellas sera feroz. Una vez más necesitaremos que se visualice una apuesta en recursos y la mejor inteligencia de los profesionales, desde luego estos también tienen la responsabilidad de señalar lineas rojas y los mejores caminos para recuperar las constantes vitales del sistemas ya muy magullado. En ese camino nos veremos....
ResponderEliminarMuchas gracias Jesus. Comentas otro aspecto clave y muy peligroso. Que consideremos que la competencia está entre las differentes parcelas de lo público cuando el problea de base es que se asfixia al conjunto de lo publico
ResponderEliminarUn abrazo
Es el momento efectivamente, el año electoral, para conseguir -nada de intentar- promesas, e incluso que figuren en algún programa electoral que, en caso de que los afortunados en la tombola lleguen al poder, queden plasmadas en decretos leyes y reglamentos que... no están obligados a cumplirse.
ResponderEliminar¿De que estamos hablando? Credibilidad nula de un sistema en el que el declive de la sanidad es solo un síntoma (síntoma sanitario, tiene mandanga) y cuyas perspectivas solo podremos vislumbrar desde el fondo, en cuanto lleguemos.
El resto de esfuerzos bienintencionados, como los vuestros, corre el peligro de convertirse en coartada para los responsables, de espesa niebla que impida ver con claridad.
Saludos y ánimo compañeros.
Muy Interesante!
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