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sábado, 4 de abril de 2015

Desacreditando sistemas públicos con informes pintorescos

“El capital social que hizo al NHS posible fue un entendimiento popular compartido de la palabra “solidaridad”. Si ésta se sustituye por “la orientación hacia el consumidor” los fundamentos de nuestro sistema sanitario habrán desaparecido
Julian Tudor Heath. The political economy of healthcare: a clinical perspective

Hace un par de años revisamos la fiabilidad de un instrumento de comparación de los sistemas sanitarios europeos ( el Eurohealth Consumer Index o EHCI) utilizado como principal argumento por la periodista Mónica Mullor, de Libertad Digital, a la hora de cuestionar las reivindicaciones de la marea blanca madrileña en contra de la privatización del servicio madrileño de salud. Estos días vuelve a emplear la misma fuente de información para comparar el funcionamiento de los sistemas sanitarios europeos.
No merece la pena volver a discutir de nuevo la escasa solvencia del informe del EHCI, cuyas principales debilidades son las siguientes:
-    El EHCI es elaborado por la Health Consumer Powerhouse, una compañía privada sueca cuyos informes son financiados “con fondos ilimitados” ( sic) por dos interesantes entidades: Medicover SA (una compañía privada de servicios sanitarios que actúa en Centro y Este de Europa con sede social en Luxemburgo ) y The New Direction, un centro de pensamiento de derecha, promotor del libre mercado y opuesto al avance hacia una Europa Federal y que pertenece a la AECR ( Alliance of European Conservatives and Reformists). Con estos antecedentes lo milagroso sería que sus informes fueran mínimamente favorables a cualquier sistema de protección social para toda la población.
-    Su objetivo queda explícito desde la introducción: reformar y modernizar la mayor industria de Europa, es decir parte de la consideración de la salud y la atención sanitaria como una mercancía más, equiparable quizá a los “smartphones”.
-    Aunque reconocen la influencia de la crisis económica y las medidas de austeridad en el aumento de la inequidad en Europa, consideran que es preciso olvidar la obsesión por la crisis, que a menudo “ es una escasa para justificar el bajo nivel de desempeño”. De hecho reconocen que las peores consecuencias de las políticas de austeridad han sido “el incremento de las listas de espera y la lenta inclusión de nuevos fármacos en los sistema de financiación”
-    Emplea una metodología sumamente pintoresca, inspirada en alguna ocasión en el sistema de votación de Eurovisión, y que otorga medallas de oro (Holanda), plata ( Suiza) y bronce ( Noruega) a los países con mejores resultados.
-    Reconocen ( oh milagro) la posibilidad de encontrar buenos servicios sanitarios en España, pero siempre y cuando el consumidor sea lo suficientemente astuto como para mantener una doble cobertura de servicio público y privado. Sn embargo las categorías en las que España alcanza mejores resultados ( salud, prevención) son subsidiarias de intervenciones en lo público, no en lo privado.
-    Descalifican burdamente a los grandes sistemas nacionales de salud( Beveridge)  y especialmente el modelo “ británico”, cuando la última revisión de la Commonwealth Fund ( una de las instituciones más reconocidas en el mundo a la hora de comparar sistemas) coloca precisamente al Reino Unido en el primer lugar.
Es completamente lógico que alguien como la señora Mullor defienda un enfoque de la salud como mercancía. El problema surge cuando se intenta convencer a incautos de las excelencias de su propuesta con “pseudociencia”. Pero esta vez por desgracia, debo reconocer que la Sra. Mullor posiblemente tenga razón si sostiene que nuestro sistema empeora. De cumplirse las previsiones del gobierno el gasto sanitario público en España se habrá reducido en España 1.4 puntos del PIB en 8 años, pasando del 6.7% en 2009 al 5.3% en 2017. No hay ningún sistema sanitario que pueda mantener unos servicios mínimanente dignos con ese recorte.
Estamos asistiendo a una guerra invisible en que uno de los bandos no se ha enterado aún de que empezó la batalla: entre los partidarios de sistemas basado en la solidaridad entre clases sociales y generaciones, y los defensores de un modelo en que la salud es una mercancía más, y en el que la calidad del servicio que recibes es proporcional a lo rico que eres. Esto sobre todo, se dirime en las tres próximas elecciones, donde algunos partidos ( Partido Popular, Ciudadanos, Convergencia i Unió) hace tiempo que se quitaron la careta sobre qué modelo prefieren.

2 comentarios:

  1. Excelente visión y valoración. Quizá la única consideración sea recalcar que CiU se quitó la careta en Catalunya hace casi treinta años, con su "Modelo catalán de Salud" basado en la gestión privada y el "reparto" de beneficios a los "amigos". Y ahí andamos.
    Un abrazo y felicidades por tu blog.

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  2. En un sistema político como el nuestro, en donde los cargos electos son ajenos al control de la ciudadanía, cobran especial relieve los comicios. Y a la hora de depositar el voto a un partido es importante tener en cuenta todos los factores que serán decididos. Para ello, nada como la memoria reciente. Y, desde ella, bien puede decirse que el PP no ha favorecido precisamente los derechos humanos. El RD 16/2012, que no cambian ni cambiarán (aunque ahora den tiritas), los múltiples desahucios de familias con niños pequeños, el hambre que sufren muchos ciudadanos desposeídos de los recursos que la Constitución les otorga, muestra la crudeza del gobierno que, obviándola, ha dirigido el país en estos últimos años.
    Lo que dice ahora el PP es, como se refleja en el post, una aparente muestra del peor cinismo. Sabemos lo que han hecho y, desde ese saber, podemos inferir lo que harán si ganan las elecciones; sabemos también lo que piensa “Ciudadanos” sobre la atención sanitaria a desfavorecidos. Sabemos demasiado y, por ello, tenemos la gran responsabilidad de votar y hacerlo pensando en las consecuencias. Lamentarse después no servirá.

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