¿Alguien imagina un cardiólogo sin fonendoscopio, un oftalmólogo
sin oftalmoscopio, o un cirujano sin bisturí?
¿Toleraría el cardiólogo que pasaran los años sin poder
disponer de un ecocardiógrafo?
¿ Permitiría el radiólogo que le exigieran mejorar su
fiabilidad diagnóstica sin acceso a la resonancia
magnética nuclear?
La medicina de familia en España, sin embargo , lleva años
permitiendo que se le prive de su principal instrumento diagnóstico, el que la
convierte en uno de las especialidades más solventes cuando funciona bien, como
ya demostró Knottnerus en 1991.Es un vigilante ciego. Su problema es que ese instrumento es invisible
como el aire. Resulta demasiado complejo para los políticos ignorantes,
demasiado simple y aburrido para los gestores amantes de emociones fuertes,
esas que les permiten sentarse ante cuarenta cámaras de televisión para comunicar
el increíble éxito que supone realizar un cúadruple transplante de órganos.
Ese pequeño gran instrumento se llama tiempo, el que permite
construir una relación a lo largo de los años con un paciente basado en la
confianza. En términos técnicos de llama longitudinalidad, una palabra
demasiado larga y difícil de pronunciar para que tenga éxito en los medios.
A la manera de los bárbaros que destruyen los templos clásicos
que no entienden , los servicios regionales de este país llevan años
destruyendo ese valioso instrumento. No lo entienden ni les importa y por ello
son capaces de impedir que esa relación tan valiosa se construya entre los jóvenes
médicos de cabecera y los pacientes: realizan contratos por horas, en ocasionesvarios en el mismo día, administraciones que se hacen llamar socialistas y se
consideran defensoras del sistema público y la atención primaria. Suspenden sus
contrataciones en fin de semana para ahorrase las cotizaciones sociales. Reponen
únicamente el 10% de las vacantes puesto que así lo establece la ley de
presupuestos. Escrupulosamente respetuosos con algunas leyes ( la de los
poderosos), no tienen en cambio escrúpulos para vulnerar otras ( las de los
trabajadores) incumpliendo sus
obligaciones con respecto a la cobertura de las plazas disponibles mediante
procedimientos reglamentariamente estipulados, habiendo desterrado de este país
( tanto “progresistas” como conservadores) la figura del interino, aquella
persona que ocupaba una plaza vacante durante todo el tiempo que fuera
necesario hasta que esa plaza se cubriera por un “ propietario” o fuera
definitivamente amortizada. Se ha sustituido, en el mejor de los casos, por un
concepto mucho más acorde a los tiempos, que vienen en llamar un contrato de
estructura, cuya duración queda al buen criterio del gestor de turno, pueden
ser meses, si hay suerte un año, siempre con la incertidumbre imprescindible
para que el pobre esclavo no sepa nunca a que atenerse, no pueda hacer planes
de vida, tenga siempre el miedo en el cuerpo sobre si su comportamiento es
suficientemente sumiso como para mantener su empleo.
La excusa fue la crisis que obligaba a apretarse el cinturón.
El chantaje el que de no hacerse así, habría que comenzar a despedir gente. Unos
y otros han cambiado el criterio según se acercaba la fecha electoral. Algunos
contratos del 75% han pasado al 100%, todos hablan de que el futuro es
esperanzador, que estamos empezando a crecer y el paro se reduce aunque sea en
condiciones de precariedad y miseria, tan al gusto de la Troika. Pero la política de personal no cambia.
La longitudinalidad , como se ve, no le importa a nadie.
El día 19 de mayo se celebra en todo el mundo el día del
Médico de familia ( Family Doctor Day), efeméride que intenta resaltar la importancia
de una especialidad, una celebración que nunca ha importado nada a ningún gobierno.
Tampoco lo es para la mayor parte de la población para quien la
longitudinalidad no deja de ser una virtud esotérica, algo que como el aire
solo se repara en su importancia cuando falta.
En España el 19 es un día de luto. Por una especialidad imprescindible
que corre serio riesgo de desaparecer, si persisten las maniobras de
hostigamiento de que es objeto por parte de los servicios regionales de este país.
Hoy en Granada al menos hemos empezado a darnos cuenta de
ello, y da mucho miedo, mucha pena y mucha rabia. Por algo se empieza
Con respecto a esto, acabo de ver en el blog de Juan Irigoyen http://www.juanirigoyen.es/2015/05/manifiesto-contra-la-precariedad-de-los.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+TransitosIntrusos+%28Transitos+intrusos%29 el manifiesto al que acabo de adherirme.
ResponderEliminarEl punto 3 me parece especialmente relevante porque apunta a algo tristemente necesario: la complicidad de médicos que traicionan su sagrada profesión por interés de negocio o de promoción jerárquica.