La evidencia científica en materia de política y gestión
sanitaria sigue siendo insuficiente para justificar el inmenso número de
reformas, innovaciones e instrumentos que deben utilizarse diariamente en los
sistemas sanitarios. No es nada fácil realizar investigación solvente en este
ámbito, tanto por la dificultad de obtener pruebas concluyentes, como por la
escasa importancia que se le da a este tipo de investigación, a pesar del coste
( no cuantificado nunca) que supone cualquier reforma Por todo ello no deja de ser sorprendente que cuando se generan
pruebas respecto a una determinada política o instrumento , dichas
pruebas no se tengan en cuenta.
Durante el año 2014 dos interesantes trabajos confirmaron
evidencias previamente existentes.
Por una parte , Pierard et al publicaron un trabajo enHealth Policy, en el que analizan la relación entre la oferta de médicos
generales y especialistas y el estado
de salud de los canadienses. Y nuevamente, una mayor oferta de médicos
generales se correlaciona con mejores resultados de salud, mientras que una
mayor oferta de especialistas se correlaciona con peores resultados.
La evidencia es poco discutible. Y sin embargo los servicios regionales de este país
siguen priorizando la financiación en medio hospitalario en lugar de reorientar
su inversión hacia la Atención Primaria como recientemente explicaba Juan Simó
en su blog.
Así mismo el grupo de Martin Roland y Stephen Campbell
publicó una nueva revisión en New England sobre los
efectos de los sistemas de incentivación a médicos generales en Inglaterra,
enmarcados en el Quality Outcomes Framework y que lleva en funcionamiento desde
el año 2004. Su principal conclusión es que los sistemas de pago por desempeño
( Pay for Performance o P4P) no son ninguna “bala mágica”, debiendo ser
complementados por otro tipo de intervenciones si se quieren conseguir mejoras
sostenidas. Entre ellas , su alineación con los valores profesionales parece
ser una de las alternativas que mejor reduzcan los efectos adversos de los
modelos clásicos de incentivos, entre los que destaca la limitación de las
intervenciones a aquellas que son retribuidas, algo que habían demostrado
Roland y su grupo previamente en reiteradas ocasiones.
Así mismo , los autores señalan que debería reconocerse de
una vez que la mayor parte de la práctica clínica no puede ser medida. En este
sentido una carta reciente al BMJ señalaba el absurdo de medir otra de las
innovaciones de moda : la toma de decisiones compartidas con los pacientes
. El primer problema que tienen parece nimio: cual de las
cientos de decisiones que toma un médico deberían ser incentivadas y cuales no.
El segundo tiene que ver con la propia evaluación: ¿quién la debe hacer si médico
y paciente son juez y parte del proceso? Y tercero, cómo registrar la toma de decisiones compartidas
y qué sentido tiene hacerlo, cuando la consulta cada vez más no está centrada en
el paciente sino en el ordenador.
En España existen sistemas de incentivos en todas las
comunidades autónomas desde hace más de 20 años.. No existe una evaluación rigurosa
sobre su resultado. Y sin embargo,
se siguen aplicando de forma generalizada, sin análisis de sus riesgos y beneficios.
¿Qué sentido tiene pedir a los clínicos que basen sus
decisiones en la mejor evidencia disponible si en la política y gestión
sanitaria no se hace?
(Imagen tomada del blog de Juan Simó)
Imagínate, Sergio, que políticos y gestores sanitarios (hispanos) aconsejasen las medidas a aplicar y que, por otro lado, un comité de sabios tuviese el poder para decidir todo lo contrario. ¿No nos iría DPM? ;)
ResponderEliminarAnte la situación que describes se me ocurren dos grupos de explicaciones.
ResponderEliminarEn el primer grupo la explicación sería que no se siguen las mejores evidencias disponibles, una prueba sería el fracaso de esas políticas.
En el segundo grupo la explicación sería que se siguen las mejores evidencias disponibles, una prueba sería el éxito de esas políticas.
Todo depende de una variable: ¿Cual es la finalidad de esas políticas?. Una variable que se da por supuesto, no se discute. Leyendo las muy interesantes entradas de tu blog, encuentro motivos para no darlo por supuesto.
Un saludo.
DrCoaching.