Supongamos que se impone la opinión del Dr. Chico de la
Universidad de Sheffield en su recomendación de que deberíamos buscar siempre
tener una presión arterial menor de la que tenemos en cada momento y que
reflejaba el diario El Pais, tal y
como se señalaba en los dos últimos post. Imaginemos que la búsqueda de
tensiones bajas se establece como estándar de buena práctica,. Y que unos
cuantos años después de su aplicación de forma generalizada en la población
general, se demuestra que no solo no es efectiva para reducir la mortalidad por
eventos vasculares sino que la incrementa. ¿Extraño? No tanto.
De esto trata uno de los libros más interesantes del pasado
año 2015 “Ending medical reversal” ( algo así como “acabando con las
revocaciones médicas), y que según el New York Times se debería llamar “ ¿Me
estás tomando el pelo?”. Está escrito por el Dr. Vinayak K Prasad de la
Universidad de Oregon y Adam S Cifu de la Universidad de Chicago, a partir de
una carta de investigación que enviaron al JAMA Internal Medicine ( antiguos
Archives). Precisamente en la crítica del libro en el blog de esta revista, se dice que ningún
médico debería dejar de leerlo. Los autores definen “Revocación médica “ (
Medical reversal) como la situación en la que un tratamiento ampliamente
aceptado por la profesión médica como estándar oro acaba demostrándose años después que es inútil ,o
( lo que es peor) dañino. Los ejemplos darían para un post diario hasta acabar
el año. Uno de los más recientes ejemplos lo publicaba el BMJ hace unas semanas
a propósito de los tratamientos intensivos de la diabetes tipo II . Durante
años hemos convencido a los diabéticos de que tenían que hacerse
determinaciones periódicas de su glucemia basal, gastando cantidades nada
desdeñables en tiras reactivas que obligaron a los servicios sanitarios a
realizar concursos públicos para intentar minorar el gasto que suponían. A
estos pacientes se le ha estado recriminando por mantener cifras de Hb A1c por encima de 7, a pesar del riesgo
de hipoglucemias que implica mantener glicosiladas menores de dicha cifra. Ahora se empieza a saber además, a
través de estudios observacionales en grandes muestras poblacionales, que el
incremento de pruebas y controles no solo no mejora el resultado , sino que
incrementa el riesgo de recibir
más tratamientos innecesarios y por ello sufrir efectos adversos, representando además un gasto sanitario tan relevante como
innecesario. No solo no es útil; es perjudicial y además caro. Un despilfarro.
El libro de Prasad y Cifu pone en evidencia una fuente de
daño para los pacientes que preferíamos hasta la fecha ignorar. En él
identifican al menos 142 revocaciones médicas en un periodo de diez años,
considerando que cerca del 40% de las recomendaciones que habitualmente se
realizan acaban en revocaciones a largo plazo.
Las causas del fenómeno son múltiples y los responsables
diversos. A todos nos interesa el progreso de la ciencia: a los investigadores
porque así salen en el Telediario y les reconocen sus vecinos; a los periodistas porque así se apuntan el
tanto de dar la buena noticia que (casi) nadie se atreverá a rebatir; los
médicos por su parte recibirán incentivos por esa “buena práctica” que se
incluye en los objetivos de
cualquier servicios moderno; los políticos ganarán puntos para las próximas
elecciones, y la industria, que financia el estudio y vende los fármacos, hará
caja y aumentará el precio de la acción. Todos ganan en esa implantación de la
buena nueva...excepto el paciente. El poderos tridente de laboratorios-médicos de prestigio-obreros del
protocolo resulta imbatible. El libro señala la importancia en esta forma de
proceder de los líderes de opinión, en una profesión en la que a menudo el
pensamiento sobre lo que hay que hacer es esencialmente grupal.
¿Cómo prevenir este problema? No es fácil. Prasad y Cifu insisten
en la necesidad de disponer en cada estado de instituciones independientes y
potentes, capaces de recuperar el control de los ensayos hasta ahora en manos de la industria.
Pero la responsabilidad mayor recae una vez más sobre la propia profesión
médica: al igual que el sistema judicial debe basarse en la carga de la prueba más allá de cualquier duda razonable para
realizar una acusación, la profesión médica no debería aplicar un tratamiento,
o un procedimiento antes de estar completamente segura de que
funciona. Algo que obligaría a cambiar en gran medida su esencia, desde lo que
se enseña en la facultad, a la forma de trabajo, retribución y reconocimiento.
Por desgracia iniciativas que van en esa dirección, como fue el fomento de una prescripción prudente, iniciativa de Gordon Schiff que
aquí fue difundida por Rafa Bravo, Cecilia Calvo, Carlos Oropesa, Enrique Gavilán
y Asun Rosado son ignoradas a pesar de su inmenso valor.
Cuando la prudencia sigue siendo la mejor consejera
cuando lo primero de todo es no hacer daño.
Excelente análisis, saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Santiago
EliminarUn saludo cordial
El verdadero avance en nuestra profesion creo que pasa precisamente por ir desvelando e incorporando cuál es nuestro papel en esta densa trama de incentivos que, sin ser siempre conscientes, nos han ido llevando a este consumismo sanitario e ingenuo en el que vivimos. Muchas ilusiones caerían por el camino, pero también inevitables frustraciones. Nos repiten la anécdota del catedrático de Harvard y el 50 % en cada graduación, pero nos quedamos en la anécdota. ¡Gracias por la recomendación!
ResponderEliminar¡Vaya libro! Lo deglutiremos un poco en NoGracias. Va la primera entrada (siempre dos pueblos por delante Minué) http://www.nogracias.eu/2016/01/21/revocaciones-medicas-el-fracaso-evitable-de-la-ciencia-biomedica/
ResponderEliminarMuchas gracias por el comentario, libro a leer sin duda en plena época de presión para el "tratamiento intensivo de la dislipemia", sin una base de evidencia que la sustente.
ResponderEliminarComo siempre, fuente de inspiración.
Muchas gracias a los tres amigos. El libro es muy recomendable. Y seguro que le sacareis mucha más chicha que yo
ResponderEliminarUn abrazo
Muy interesante Sergio como siempre excelente selección de libro
ResponderEliminarMuchas gracias Lulu
EliminarUn saludo
Excelente post. Habra que leerlo. Hay que reflexionar sobre que practica clinica estamos haciendo en muestras consultas.
ResponderEliminarPractiquemos la Medicina Reflexiva
Totalmente de acuerdo Sergio pero:¡que difícil revertir la practica medica! Necesitamos mucho mas que leer el libro: necesitamos desde un compromiso personal como apoyo institucional, establecer redes con compañeros afines y por supuesto, un debate, una alianza con los pacientes y ciudadanos. Todo eso para empezar... ni mas ni menos, pero no imposible.
ResponderEliminarBonito nombre el de Medicina Reflexiva que se que practicas Manolo!