Hoy 31
de marzo se celebra el gran día mundial contra el cáncer de colon, siguiendo
esa hermosa costumbre no explícita de dedicar cada día del año a una enfermedad
(en lugar de a un grupo de rock’n roll o un músico de jazz, lo que sería mucho
más sano). Aunque uno quiera abstraerse de tan magno evento resulta tarea casi imposible:
el telediario de TVE le ha dedicado los correspondientes cinco minutos de rigor
para hablar de las incuestionables bondades del cribado, y la inefable Asociación
Española contra el Cáncer ocupa cada espacio publicitario de la radio alertando
de las terribles consecuencias de no seguir las recomendaciones de someterse al
cribado por encima de los 50 años. Afortunadamente no he visto hasta el momento, la repugnante
imagen con la que esta asociación animaba la campaña del año pasado (ese nauseabundo
“ Truñito” que podía salvarnos la vida, como se aprecia en la imagen).
Una vez
más parece que solo existe una versión respecto al tema: prevenir es siempre
mejor que curar, y cualquier prueba de cribado tiene ventajas y solo ventajas.
El coste que suponga en este caso ni se menciona, en un sistema sanitario que lleva
ya siete años de recorte en prestaciones y recursos esenciales. Pero a pesar de
mensajes tan optimistas y simplistas (¿quién quiere matices en este mundo tan
complejo en que vivimos?), la cuestión incluye algunas luces y bastantes
sombras
La clásica
revisión Cochrane sobre el cribado de cáncer colorrectal de Hewiston, Glasziou
y compañía concluía que el cribado mediante la prueba de detección de sangre
oculta en heces “puede suponer una modesta reducción en la mortalidad por cáncer
colorectal, una posible reducción en la incidencia de cáncer a través de la
detección y eliminación de adenomas y, potencialmente, una menor utilización de
cirugía invasiva. Los efectos dañinos del cribado incluyen las consecuencias
psicosociales de recibir un resultado falsamente positivo, las consecuencias
potencialmente negativas de recibir una colonoscopia o un resultado falsamente
negativo, la posibilidad de sobrediagnóstico ( que implican investigaciones y
tratamiento innecesarios), y las complicaciones asociadas al tratamiento”.
Algunas
luces; muchas sombras.
La
revisión sistemática posterior de Holme , Brettahuer y colaboradores en que
comparaban dos pruebas de cribado ( prueba de sangre oculta en heces y sigmoidoscopia
flexible) concluía: “ Existen pruebas de alta calidad que muestran que ambas pruebas
reducen la mortalidad por cáncer colorrectal.Hay pruebas indirectas de baja
calidad de que una prueba es más efectiva que otra. Complicaciones graves
asociadas con ambos métodos requieren validación de estudios con un más
completo reporte de daños”. En esta revisión Cochrane se confirmaba que la
mortalidad por todas las causas era prácticamente igual en los cribados con
prueba de sangre oculta o en los cribados con sigmoidoscopia con respeto a la
población que no recibe cribado. Es decir, el cribado no reduce la mortalidad
global.
Algunas
luces, muchas sombras
El
capital libro de Welch, Schwartz y Woloshin sobre Sobrediaagnóstico aporta
también importantes orientaciones al respecto: los cribados de cáncer de colon
se llevan realizando desde hace tres décadas. Al menos en Estados Unidos no han
significado un aumento del número de cánceres de colon diagnosticado, por lo que
en principio no hay evidencia clara de sobrediagnóstico
de cáncer de colon. Una buena noticia, cuando además ha ido disminuyendo el
número de muertes por la enfermedad. Pero ese declive es previo a la aplicación
generalizada y repetida de los programas de cribado, por lo que no puede
imputarse a ellos dicha reducción. La razón más probable de ello posiblemente sea, para Welch y compañía,
que se han producido menos cánceres, posiblemente debido a mejores hábitos y
estilos de vida.
Lo que
sí se ha producido es un sobrediagnóstico claro de pólipos: “ uno de cada tres
adultos tiene pólipos. La mayor parte nunca desarrollarán cáncer. El cribado de
cáncer de colon conduce a un tremendo número de personas a eliminar sus
pólipos. Y una vez que a alguien se le detectan pólipos, será inevitablemente
explorada con mayor frecuencia. Lo que llevará a resecar nuevos pólipos, aunque
la mayor parte de ellos nunca serán cancerosos”.
Algunas
luces muchas sombras que, sin embargo, siguen sin explicarse en toda su
complejidad, con todos sus matices a los pacientes, que desconocen que las
pruebas de cribado pueden significar intervenciones ( y daños ) innecesarios.
Que pueden reducir la mortalidad por un tipo específico de cáncer pero no la
global
La
Sociedad Española de Medicina de Familia se adhiere con entusiasmo a la Alianza
contra el Cáncer de colon y la promoción del cribado, incluso difundiendo unevento en que no participa ningún médico de familia ni se matizan todas estas
cuestiones Como he pretendido argumentar el cribado puede suponer beneficios,
pero también riesgos. Una vez más parece que preferimos seguir la estela de los
“especialistas” intervencionistas, que convertirnos en auténticos consejeros de los pacientes
protegiéndoles de la medicalización creciente de la sociedad. Mejor ser cola de león que
cabeza de ratón