Cuando yo estudiaba Medicina mis amigos que hacían lo propio
en los grados de Ingeniería contaban situaciones mucho más propias de un
cuartel alemán durante la Segunda Guerra Mundial, que de un centro que se daba en llamar universitario:
asignaturas en que apenas aprobaban diez alumnos de un
total de 600, convocatorias que se iban consumiendo como un cigarrillo en manos
ansiosas, abandonos de los estudios que se ansiaron realizar durante tiempo
ante la propia incapacidad de superar los escollos. Pensé que era cuestión de la época: al fin y al cabo no
hacía mucho que España había terminado de sufrir su dictadura y supuse que
respondía a la cultura autoritaria que tenía incrustada la sociedad española en
sus entrañas.
Hoy el diario El Pais, informa de la situación existente en
la asignatura de Resistencia de Materiales y Elasticidad de la escuela de
Ingeniería Aeronáutica de la Universidad Politécnica de Madrid. Solamente
aprobaron la asignatura el 0,8% de los alumnos en el segundo parcial de julio: cayeron en combate 515 de 519; sobrevivieron cuatro.
No es en modo alguno un caso excepcional; afecta a múltiples
departamentos y universidades de todo el país. Hace unos días un estudiante me
comentaba su experiencia en una de las asignaturas de la Escuela Técnica
Superior de Minas y Energía también de la Universidad Politécnica de Madrid:
sorprendido ante la nota tan baja (0,8) que había obtenido en un examen del que no se
sentía descontento; acudió a revisión de su examen en el departamento correspondiente:
le recibió un “prestigioso” catedrático que le increpó diciéndole que “a cuanto
de qué le hacía perder su tiempo”; de manera sumisa y humilde el estudiante le
respondió que no discutía en modo alguno la nota , pero sí le gustaría saber
que había hecho mal para corregirlo en el futuro. De forma displicente y a
regañadientes el prestigioso catedrático accedió a revisar el examen; con
sorpresa comprobó que ni siquiera lo había corregido; lejos de pedir
disculpas y corregir el error volvió a increpar al alumno: "¿y que quieres? ¿qué
te lo corrija ahora?" Ante el silencio , se lo pensó un rato , echó un vistazo
general al papel y dijo: "ya está, tienes un 4, vete".
Como se señala en el artículo de El Pais , una nota de 4 es
todo un mérito en buena parte de estas carreras exigentes; permite optar a
hacer media con otro parcial y quizá aprobar. En otra asignatura diferente de
la misma carrera, hubo de bajarse el nivel a 2 para poder conseguir que algún
estudiante alcanzase el aprobado.
El problema no es solo la dificultad que supone superar las
asignaturas; es además la humillación a la que se somete a los alumnos. Como me
cuenta un estudiante de Ingeniería Electrónica de Granada, una persona con muy
altas cualificaciones durante toda su vida estudiantil, el “experto “ de turno
le indicó que buscara otras
titulaciones más acordes con su “precaria inteligencia”. Si se hablara
con este tipo de grandes motivadores del aprendizaje posiblemente dirían que
solo pretenden espolear a los alumnos. Su modelo de enseñanza es el propio de las escuelas de
adiestramiento de marines que aparecen en películas como Oficial y Caballero,
donde se denigra al aspirante hasta destruir su autoestima, con la expectativa
de que al final salga, no solo reforzado, sino además agradecido y convencido de la utilidad de semejante maltrato.
Una tasa de aprobados del 0,8% implicaría en cualquier
centro universitario serio una revisión en profundidad del enfoque de enseñanza
y aprendizaje en ese departamento. Supone antes que nada un fracaso de
proporciones gigantescas de ese profesor, incapaz de transmitir la esencia de
su área de conocimiento a las personas que aspiran a adquirirla. Aquí,
en cambio, se toma como ejemplo de excelencia. Incluso el periodista de El Pais
pone como justificación que allí estudió el astronauta Pedro Duque.
La razón del fracaso para la Universidad ( que el periódico
acaba por aceptar de manera implícita) obviamente está en los estudiantes: “Puede
ser que los alumnos no han entendido lo que se les iba a pedir o no lo han
trabajado”. Indiscutible argumento en estudiante que tienen que alcanzar notas
de 11 , 12 o 13 sobre 14 para poder acceder; gente que dedica todo su tiempo
vigil a superar semejantes pruebas.Y por supuesto la causa última no es otra
que la inmadurez escandalosa de estos jóvenes ( les faltó decir solo
preocupados de beber y divertirse).
Lo más asombroso y deprimente es que esta situación siga
exactamente igual desde hace 30 años. Ese es el modelo universitario que
tenemos. Y por eso no hay ninguna universidad española en cualquier ránking de las 100 mejores
del mundo.
Buena parte del éxito del sistema sanitario español durante estos últimos 30 años (hasta que
empezaron a torpedearlo) reside en la decisión de hurtar de la universidad la especialización
en las diferentes profesiones de la salud. Porque desde dentro parece imposible. Al fina y al cabo sigue
siendo el último reducto de “la autoridad” mal entendida de este país
Lamentable pero cierta la realidad que describes. A ella conviene añadir que hay situaciones en las que no puedes rematricular,salvo situaciones familiares de gran solvencia. Y por supuesto y más importante, arruinar el futuro de personas que tienen vocacion/ilusión /gusto por dedicar su tiempo laboral a un área que necesita una titulación.
ResponderEliminarCoincido completamente contigo Conchi. Lo más graves es que sigue sin vislumbrarse casi 40 años después, ninguna esperanza de cambio
EliminarDesgraciadamente los ejemplos que describes no son para nada la excepción en el sistema universitario español. En este momento mi hija, estudiante de Relaciones Internacionales en Madrid, está realizando prácticas en Bogotá y ha conocido estudiantes universitarios de varios países sudamericanos. La experiencia que ha compartido con ellos le ha hecho ver que incluso las universidades sudamericanas, donde la participación del alumnado en la vida universitaria es muchísimo mayor, superan con creces nuestro caduco sistema universitario. Una pena.
ResponderEliminarQuerido Sergio:
ResponderEliminarUn análisis sensato y tristemente real, como siempre. Sobre todo si añades que al proliferar universidades como setas, esto se multiplica en lugar de disminuir( o bien nos pasamos al otro lado donde ,repentinamente ,estudiantes de lo más normal, adquieren dotes de genio...)
Ayer estuve charlando con mi catedrático de farmacología clínica, que tras 25 años de dejar de darme clase ,sigue siendo una persona a la que puedo recurrir para pedir consejo, ayuda o simplemente una charla amena y estimulante.Se que es una inmensa suerte que aprovechó siempre que puedo :siempre fue además de un catedrático de prestigio indudable un magnífico docente; ambas cualidades no es frecuente que converjan.
¿Está la universidad española prepararáda para valorar ambas cosas ante la oposiciones a las plazas o se sigue el riguroso turno de "gananci de plaza" poniéndose a la cola?
Así es imposible que avancemos...
¿No te parece?
Saludos,Marián
Querida Marian:
Eliminardisculpa el retraso en contestar tu inteligente comentario.Estoy de acuerdo contigo. Lo que más preocupa no es que la universidad esté así ( con el mal cada vez más extendido al diseminarse el modelo como señalas) , sino que no hay visos de que cambie
Aqui en mi ciudad es bien conocido el caso del miembro de un departamento a quien el cátedra de turno condenó a los infiernos durante el resto de su vida ( "no serás nada") al no aceptar las órdenes de éste de ocupar una lejana cátedra, como si se tratara de una guerra en la que alcanzar posiciones de dominio estratégico sobre el adversario 8 en este caso el catedrático rival)
Patético país