Arquiloco.
La primera razón que apoya la hipótesis nula es la falta de
voluntad para cambiar las cosas. De los tres agentes con capacidad para ello, ni
ciudadanos ni políticos tienen preocupación alguna por la Atención Primaria (
salvo alguna excepción honrosa): para ninguno de los dos representa una
prioridad, algo indispensable en su devenir diario; simplemente existe, no
incomoda, y las cosas que no molestan es mejor dejarlas como están. Los
profesionales ,por su parte, ya hemos visto que andan paralizados, aunque por
razones diversas.
El segundo gran argumento que sustenta la ausencia de futuro es la falta de un
proyecto alternativo. Aunque ahora pueda parecer insuficiente, la reforma de la
Atención Primaria de los años 80 suponía un cambio bastante radical respecto a
lo que existía previamente: implicaba sustituir un trabajo individual centrado
en el médico a un trabajo de diferentes disciplinas que aspiraban a trabajar en
equipo; donde los médicos debían trabajar en exclusividad para el sistema, en
horarios de 7 horas en lugar de las 2 y media de consulta tradicional. Y en el
que el trabajo aspiraba a salir de la consulta para intervenir en la comunidad.
Había un modelo, que inevitablemente generó muchas
resistencias. Hoy no se conoce alternativa a ese modelo a pesar de que el mundo
actual es bastante diferente de los años 80 ( salvo la perenne persistencia de
Camilo Sesto).
Las supuestas bondades de modelos foráneos, como el
británico, el francés o el holandés se enfrentan contra un contexto profesional
completamente diferente, donde la seguridad es el valor que prima por encima de
cualquier otro, y en el que asumir responsabilidades individuales a la hora de gestionar
una consulta ( como ocurre en dichos países) solo es atractivo para una exigua
minoría. La escasa expansión del modelo de Entidades de base asociativa catalán
es ejemplo de ello.
Sin embargo el modelo actual sigue sin resolver las
contradicciones internas que atenazan a la Atención primaria desde hace
décadas: ganar espacios de actividad clínica al resto de especialidades y
pretender intervenir a la vez sobre los determinantes de la salud de su
comunidad; garantizar accesibilidades máximas para su población, pero disponiendo
a la vez de tiempos dignos de atención para cada paciente; mantener la
actividad habitual en la consulta sin
renunciar a intervenir en el domicilio; propugnar el trabajo en equipo siendo a
la vez reticentes a que otros amplíen su campo de competencia; generar en los
pacientes todo tipo de necesidades absurdas y lamentarse de que después las
demanden cada día; aspirar a seleccionar discrecionalmente (que no
arbitrariamente)a los mejores, en
un modelo funcionarial que prima la antigüedad como vía de garantizar la
igualdad. Y todo ello por parte de unos profesionales que en su mayoría hubieran elegido inicialmente otra
ocupación de haber podido hacerlo.
Isaiah Berlin en su ensayo sobre Tolstoi oponía dos formas de comportamiento
humano: los Erizos poseen una visión sistematizada de la vida, un modelo que
ordena la realidad y que le da sentido, y en torno al cual se ensamblan tanto
los acontecimientos históricos como los sucesos individuales. Esta visión
centrípeta tiende a reducir la realidad a una explicación única., ignorando el
azar y el caos. Los zorros por su parte tiene una visión dispersa, contemplan
al mundo como una diversidad compleja , a menudo incoherente y contradictoria.
Los erizos tienen una teoría sobre el mundo; son renuentes
también a admitir el error. Son dogmáticos y claros. Los zorros no creen por el
contrario en un único modelo que lo explique todo, y se resigna a menudo a
conseguir lo posible y no tanto lo ideal.
Existe la tentación de esperar la llegada de un Erizo que
marque el modelo a seguir. Pero por la complejidad de los retos a los que se
enfrenta la Atención Primaria probablemente ésta necesite más de zorros que de erizos. Más de gente sin
ideas clara, pero con determinación a construir alternativas entre todos , que
de grandes iluminados que sepan claramente lo que hay que hacer, y lo impongan
a los demás. Pero en cualquier caso, parece razonable pensar que sin afrontar
esos grandes dilemas que esconde la Atención Primaria no habrá muchas opciones
de refutar la hipótesis nula.
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