Hace
unas semanas, Greenfield et al publicaba en el BMJ un alegato en que
cuestionaba el papel de filtro, portero o puerta de entrada de la atención
primaria (todos esos términos pueden emplearse para traducir la palabra “gatekeeper”).
Un
término sin glamour, que siempre ha sido considerado desde la Atención primaria
como algo vergonzante. En los clásicos cuentos de Mathers y Herd publicados enel BMJ en cuatro ocasiones, el sistema sanitario se representaba como un
castillo medieval en el que el acceso al “mago” dependía de la decisión de un
humilde “portero” que ejercía su trabajo en la cancela. En el fondo, todos
preferimos ser el majestuoso Gandalf al zarrapastroso Frodo.
Los
argumentos para socavar la necesidad de “gatekeeper” no son nuevos. Son
múltiples los artículos que desde hace más de tres décadas se publican alegando
la limitación que supone al derecho soberano de los ciudadanos a elegir quien prefieren
que les atienda, generalmente desde sistemas sanitarios en que la prestación
sanitaria está sometida a las leyes del mercado y se considera una mercancía
más.
Así, Greenfield
y compañía aluden a la manida necesidad de facilitar la elección de los
pacientes, razón interesante cuando hablamos de concesionarios de coches y
elección de camisas, pero incompatibles con sistemas nacionales de salud
basados en la solidaridad.
Es
preocupante observar cómo se extiende la idea, incluso entre ciudadanos, políticos
y profesionales defensores de sistemas nacionales
de salud, de que éstos pueden someterse a las mismas reglas de juego que un sistema basado en el mercado y la competencia entre
proveedores. Como escribía Tudor Hart “no
hay modo de asumir todas las demandas de atención concebidas en un mercado de
consumidores”: a los usuarios del
sistema público no se les puede ofrecer el servicio qué quieran, como y donde
quieran, puesto que no son ellos los que pagan directamente ( y por lo tanto
eligen), sino que es el estado el que distribuye los limitados recursos de que
dispone entre sus ciudadanos, eso sí basados en los principios de recaudación a
través de impuestos, gratuidad en el momento de la prestación y atendiendo de
forma equitativa a las mismas necesidades. Aquí no son aplicables los eslóganes
de “el cliente siempre tiene razón” o de que “si no queda satisfecho le
devolvemos su dinero”.
La
razón escondida que subyace en el alegato de Greenfield es otro: la excesiva
sobrecarga que soporta la medicina general británica, que hace insostenible la
situación actual. Ese es el problema y no los retrasos en el diagnóstico, la supuesta
baja supervivencia del cáncer en los países con la atención primaria como
puerta de entrada o el argumento de que dificulta la toma de decisiones
compartidas, ninguna de las cuales ha sido demostrada , como bien señala en una
de las rápidas respuestas Nick Mann.
En
cualquier caso conviene volver a las fuentes y recordar por qué Barbara
Starfield demostró que los sistemas con una Atención primaria fuerte alcanzaban
mejores resultados en salud, y equidad a un menor coste, eso sí con un nivel de
satisfacción ligeramente menor de los
usuarios ( probablemente por esa limitación a su libertad de elección que
supone el gatekeeping). Y Starfield
escribió que es Atención Primaria fuerte la que ofrece acceso fácil, cuidado de la cuna a la tumba, amplio rango de servicios
y coordinación general del sistema controlando la entrada al mismo (el
denostado papel de filtro)
Pero no
es solo por la contención del gasto (todos los sistemas de acceso libre al
especialista son mucho más costosos) por lo que el papel de filtro es
imprescindible.
La razón
principal la demostró Knottnerus en un antiguo artículo en Family Practice de
1991: una atención primaria que ejerce adecuadamente su papel de filtro protege
a los pacientes del grave riesgo que supone acceder a los especialistas, como
ya comentamos aquí: la presión para facilitar el acceso apenas mejora el valor
predictivo positivo de una derivación, a costa de que la mitad de los pacientes
atendidos son derivados innecesariamente. El efecto de esto no es menor: como
demostró el grupo de Baines cuantos más especialistas atienden a un paciente
mayor es el riesgo de que sufra efectos adversos.
Acabar
con el papel de filtro juiciosamente ejercido supone acabar con uno de los
instrumentos más útiles que se han inventado para atender adecuadamente a las
personas protegiéndolos de los peligros del propio sistema sanitario.
(Imagen tomada ddel BMJ)
Querido Sergio: ¡cuánta razón tienes!
ResponderEliminarEl convertir al paciente en usuario parece que debe someter nuestro buen criterio clínico a sus exigencias que no siempre son sensatas, prudentes, compresibles y necesarias.
Que atendamos en una misma mañana cosas tan variopintas como:
- paciente al que remiten para " que le enseñemos a ponerse el cabestrillo".
- padres que acuden para pedir cita al digestivo porque no hay deposición en 13 días ,13( como lo oís!)
-hacer las recetas del especialista
- vengo a hacerme la revisión que anuncian en la tele.."
Etc...y ninguna realmente necesaria me hace plantearme que:
1- tenemos demasiado tiempo para mirarnos el ombligo- como pacientes,digo.
2- la educación sanitaria no es ni mínima sino inexistente
3- no le damos. Alos a aquellas cosas accesibles y sin precio( que no sin valor)"visible como be explicas e tu post
4- que a nadie le interesan las 3 primeras.
A mí me gusta trabajar como guardián de la puerta, de filtro ,de tamiz y de orientador más que de agente de tráfico que redirecciona el tráfico de un lado a otro sin importarle de dónde viene el atasco...
Sin embargo tanta específicos ha llegado ala primaria para quedarse.
¿No seremos nosotros los primeros culpables?
Un abrazo
Si querida Marian, somos nosotros y no otros los culpables por permitir que el abuso se haya convertido en norma,privando en cambio de tiempo para los que de verdad precisan atención y apoyo
ResponderEliminarAhora vebdrá algun iluminado a decir que lo moderno es permitir acceder al especialista para satisfacer la insaciable exigencia de los consumidores.
Y habra profesionales de AP encantados de que esto ocurra para poder trabajar menos
Un abrazo
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ResponderEliminarHace una década, Juan Gervas nos contó la historia de unos médicos rusos que tenían la única función de redirigir a los pacientes hacia el especialista más adecuado para su problema de salud.
Tenían la orden expresa de no resolver.
Pero resolvían casi el 60% de las cuestiones que se le planteaban.
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Creo sinceramente que la asistencia fuera de la Atención Primaria se reduce a menos de un 25% de los problemas de salud.
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Somos el principal eslabón de la Prevención Cuaternaria y, siguiendo la medievalidad del relato, somos los caballeros protectores de la Igualdad y Equidad y de la Justicia Distributiva.
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Me encanta el titulo: Cabelleros protectores de la Igualdad, Equidad y Justicia Distributiva.
EliminarMucho mejor que portero
Un saludo y muchas gracias