Supera
ampliamente los 80 y presenta múltiples antecedentes delictivos: una
cardiopatía isquémica con la consiguiente colocación de bypass hace veinticinco
años, y que desde entonces nunca dio síntomas; una diabetes mellitus tipo II
tratada con insulina que él controla a su manera ( y etiquetada en los informes
de los cardiólogos como ¡diabetes mellitus insulindependiente¡); una
hipertensión que tampoco da mucho la lata, y una obesidad labrada con esfuerzo
y dedicación y que es el único achaque que mina su moral cuando lee el informe
del cardiólogo: ¡seré obeso, pero no mórbido¡
Lleva casi
dos años con una anemia ferropénica que sus diferentes médicos no consideraron
relevante hasta hace solo seis meses (pertenece a MUFACE y eligió siempre la
aseguradora privada, lo que también le privó siempre de tener un médico de
cabecera); desde entonces anda con administración parenteral
de hierro porque es la única forma de remontar su hemoglobina.
Por
fin, hace tres meses alguno de sus médicos indicó con buen criterio la
oportunidad de realizar una colonoscopia; tras dos intentos fallidos, tras
bucear en un colon complicado, observaron una lesión en la zona ileocecal cuya
toma de muestra fue fallida pero cuyo aspecto era inequívoco. Como lo era
también la imagen del TAC (probable proceso neoproliferativo primario que
afecta válvula ileocecal).
Un
cardiólogo que no conoce de nada al paciente le etiqueta "de
riesgo alto", pero no le explica su significado, aunque el único hallazgo es una fracción de eyección en el
límite; otro cardiólogo (que tampoco le conocía de nada) le etiquetó también de "riesgo quirúrgico
alto" ante la indicación de una biopsia hace unos meses. El riesgo era la edad. Procuramos que tomen mil y
una pastillas para que lleguen a los 90 y cuando les pasa algo les abandonamos…por
su edad.
Un
cirujano impecable en sus formas y explicaciones le describe su problema y las
alternativas: aunque no se ha confirmado, es muy probablemente que la masa sea
maligna y existe indicación quirúrgica clara ante el riesgo de obstrucción y perforación….Pero también un riesgo quirúrgico
cierto dados sus antecedentes médicos. El hombre aún impresionado por la
noticia pregunta: ¿y que hay que hacer entonces doctor?
De
forma neutra y aséptica el cirujano responde: “eso es ya una decisión suya; es usted
quien tiene que decidir si asume o no los riesgos de la cirugía.”
Escuché
por primera vez hablar sobre la asimetría de la información y de los fundamentos de la
relación de agencia a través del profesor Pepe Martín, quien nos desasnó algo a muchos de nosotros en materia económica durante estos 25 últimos años. Pepe
describía el concepto, como acostumbra, con una anécdota: en aquellos tiempos
aún se practicaba el Billroth 1 y el Billroth 2, y ante un cirujano detallista y
puntilloso que explicaba las alternativas terapéuticas a un paciente poco
conocedor de los entresijos quirúrgicos, éste respondió. ¡déjese de Bilroth 1 y
Bilroth; hágame lo que le haría a su padre¡
El
hombre de 80 años al que etiquetan de mórbido tímidamente esboza la misma
pregunta: “doctor, si fuera su padre ¿qué haría usted?
El
cirujano mantiene su distancia emocional y responde sin acritud , pero tampoco
con afecto: “ no soy su padre señor; es
usted quien debe tomar la decisión".
Del
modelo paternalista de ejercer la medicina vigente durante décadas hemos pasado
de la mano de ese nuevo mantra llamado “toma de decisiones compartidas con el
paciente” ( partenrship decisión making) a una nueva forma de dominación del
enfermo. La forma de entender la toma de decisiones activa del paciente por
parte de algunos médicos presenta estos rasgos: dar la mayor cantidad de
información posible, de una alta complejidad técnica, con alternativas en donde
la elección es díficil ya para los propios profesionales, y
dejarles después abandonados a su suerte: la decisión es cosa suya.
Muchas
decisiones en medicina son de una complejidad enorme: enfrentamos
probabilidades (que nadie conoce) de sucesos favorables y adversos, sujetas a factores
externos a la decisión que influirán en el resultado más que el propio proceso
y que la intervención elegida.
Además
la decisión que tomemos dependerá en buena medida de cómo nos sea expuesta la
información, como bien han demostrado Daniel Kahneman y Amos Tversky. Sólo como
ejemplo, un estudio de McNeil, Pauker, Sox y Tversky ya en 1982 demostró que las
preferencias de médicos y pacientes respecto a posibles tratamientos para el
cáncer de pulmón variaban notablemente según sus resultados fueran descritos en
términos de mortalidad o supervivencia.
Es
fácil desentenderse de una persona enferma y conservar a la vez la conciencia
tranquila, dándole toda la información disponible de la forma más detallada y
clara posible. Y es evidente que la última decisión será suya. Pero en
ese proceso tenemos el deber moral de acompañarles, facilitándoles en todo lo
posible tomar una decisión de la que probablemente dependerá su vida. Abandonarles
a su suerte es simplemente repugnante.
Todo muy interesante.
ResponderEliminarHay algo que dices y que subrayaría. Vivimos en una época marcada por un higienismo obsesivo, que abarca desde recomendaciones sobre el colesterol o la conveniencia de mirarse lunares el PSA o el cuerpo entero con un TAC hasta hábitos alimenticios pintorescos, el running, el coaching y lo que sea para ser sanos, felices y empoderados.
Pero es un higienismo que sólo parece a todas luces tener resultados traducibles en masa trabajadora sana hasta los 70 años.
Superada esa edad, pasamos a la categoría de viejos (o tercera edad, que es peor). Y entonces, del higienismo se pasa a la vigilancia costosa si se tiene dinero o al dejar hacer a la naturaleza. Y es que si alguien tiene 80 o 90 años, le va tocando morirse, que ya nos lo recomendó Lagarde.
Antes (no sé ahora) en los informes radiológicos se indicaba a veces "normal para su edad", lo cual sugería que uno empezaba a desgastarse como máquina que era.
El problema del higienismo es que uno de los factores de riesgo para casi todo es la edad y sobre este factor no hay nada que hacer a no ser que tengan efecto esos intentos delirantes con telomerasas que persiguen la muerte de la muerte y cosas así.
Un abrazo
Muchas gracias Javier.
EliminarEl higienismo que comentas aparentemente prolonga la vida pero no enseña a envejecer y morir. Y genera uan actitud médica cada vez más cruel: prescribir,indicar, investigar, pero cuando se descubre el tumor, la insuficiencia, el trastorno se le deja a la intemperie a menudo: que decida él
Necesitamos aprender a envejecer y morir, y los profesionales también a acompañar en ese proceso. Un abrazo
Sergio
ResponderEliminarSoy asiduo a tu blog, pero no introduzco comentarios para no ser pesado. En esta ocasión te agradezco esta entrada. Algunos desde puestos de responsabilidad hemos incidido en estos temas por encima de la actividad, estancias medias, etc que deberian dar por sentado. Lamentablemente no me consta que de las Universidades de Medicina donde se estudiapara el MIR se insista al no puntuarse en la prueba y después cuando se realiza el MIR el conocimiento tácito esta más orientado a publicar y a los ensayos clínicos a la autonomia e intimidad demandada por los pacientes y sus familiares.
Gracias
Jordi, nunca serás pesado. Poor favor, comenta siempre que te parezca. necesitamos opiniones como la tuya. Lo de la universidad ya lo venimos comentando aqui desde hace tiempo. Necesita urgentemente un replanteamianto de su orientación si quiere seguir sirviendo a la sociedad.
EliminarUn abrazo
Ya se que usted no es mi padre, doctor, pero me interesa su opinión. Luego haré lo que me de la gana, como he hecho siempre, pero mojese, comprometase, salga de su zona de confort
ResponderEliminarRafa, no se puede resumir mejor en dos frases.
EliminarMuy interesante tu reflexión y estoy totalmente de acuerdo. Aunque a parte de cambiar el rumbo de las universidades, como comenta Jordi, tamén habría que revisar el tiempo que tenemos para hacerlo y el tiempo que destinamos a la burocrácia. Así como que los objetivos no contemplan esta labor. En resumen, vamos en ese camino pero el sistema no acompaña.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Sandra.
EliminarTotalmente de acuerdo Sara.
EliminarCuánto por hacer para transitar entre los extremos de este dilema.
ResponderEliminarMuchas gracias Sergio por introducir este debate, esencial .. que perversos son los pendulis en nuestra organización . Un abrazo
Hombre, lo que es verdaderamente lamentable es que a estas alturas de la evolución de la especialización médica, quien tiene que hablar de "riesgo perioperatorio", que no Quirúrgico, no son los cardiólogos, quienes, con todo mis respetos, desconocen todo el entorno y contexto quirurgco, ni siquiera el cirujano, que normalmente se centra en lo que son los problemas y complicaciones propiamente quirúrgicos, sino un profesional, cuyas competencias le facultan para el abordaje de los problemas y riesgos médicos periioperstorios y lo hace habitualmente: se llama Anestesiologo!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Angela. El pequeño problema es que , como en este caso, a veces el anestesista se desentiende y delega toda la decisión en el cardiólogo
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