“The soil grows
castes; the machines makes classes”
The rise of meritocracy. Michael Young. 1958
A la
hora de buscar razones por las que buena parte de los estudiantes de medicina
no eligen la maravillosa especialidad de medicina familiar y de comunidad,
surge siempre la letanía del escaso conocimiento que tienen aquellos de la
especialidad puesto que el papel que se
otorga por parte de los decanatos de medicina a la atención primaria es, en el
mejor de los casos, residual. No cabe duda de que nuestro “excelente” modelo
universitario requiere un análisis detenido, pero quizá no estaría de más reflexionar
un poco sobre el tipo del estudiante endémico en las facultades de medicina del
país.
Mi
generación (que tuvo que enfrentarse a la oferta de plazas de formación de
residentes más exigua de la historia) preparaba el examen MIR con mucho café,
reuniones en casa de alguna compañera para hacer test, y empolle más o menos
brutal de apuntes, Farreras o Harrison (según gustos). Hoy en día es excepcional que el aspirante a residente no se desplaza un año a Oviedo (la Meca del aspirante
al MIR) en busca de los arcanos salvoconductos que le darán acceso a su
especialidad soñada, con Trivial Mir incluido. Academias semejantes existen
incluso en diferentes países de América Latina, que preparan también para la prueba
española. No es difícil imaginar que mantenerse un año en una ciudad lejana y
pagar además una matrícula de más de 3000 euros no está precisamente al alcance
de cualquiera (aunque ya se sabe que por los hijos cualquier sacrificio es
poco).
Pero, ¿Qué
hay de los que ingresan en las facultades de medicina, enfermería o
fisioterapia?. El acceso a medicina está replicando en buena medida el modelo
MIR, solo que con estudiantes de bachillerato que aún no tienen claro que quieren
hacer, pero que si van entendiendo el valor de mercado de una nota muy alta de
selectividad. El acceso a medicina en España está restringido a aquellos
afortunados/as que superan los 12,5 sobre 14, una nota cercana al 9 sobre 10 de
media. No tardará mucho en aparecer las academias que preparan para acceder a
medicina, ampliando el rango de este lucrativo negocio.
Nadie
parece preocupado por las implicaciones que tiene en una formación de estas
características tal acúmulo de cerebros, cuando esto iba esencialmente de
atender a la gente, en especial cuando se pone enferma.
Tampoco
a nadie parece preocupar que algo tan importante como elegir aquello a lo que
te dedicarás en el futuro cumple de verdad unos requisitos mínimos de igualdad
en las oportunidades. El hijo de una buena amiga es un estudiante brillante
desde los primeros años de Primaria; participaba con buenos resultados en las
olimpiada matemáticas y había ido acumulando un expediente de sobresaliente
hasta llegar al 2º año de bachillerato. Sin embargo su nota final bajó en el
último momento del sobresaliente al notable. ¿Razón? Como le indicó el jefe de
estudios del colegio privado en que estudiaba, para la carrera que quería hacer (una
ingeniería) no se necesita una nota tan alta, que si precisan los compañeros
que quieren estudiar medicina.
Otro
ejemplo: en la clase del instituto público donde estudió mi hija, 15 de sus
compañeros quería hacer medicina. No entró ninguno puesto que sus expedientes
andaban muy alejados de esas notas imposibles. Algunas de ellas emprendieron un
peligroso viaje a través de módulos para acceder por la puerta falsa. Hoy estudian
medicina y (ahora sí) alcanzan el sobresaliente en algunas asignaturas.
Estos
ejemplos no son representativos por supuesto. Pero tampoco tenemos estudios que
nos permitan conocer qué tipo de estudiantes están nutriendo las facultades de
medicina o enfermería y cómo influye la clase social a la que pertenecen en su
acceso.
En
Reino Unido sí los tienen. Steven, Dowell, Jackson y Guthrie analizaron
recientemente la clase social de 32964 aspirantes a las plazas de medicina en
Reino Unido en los cursos 2009-2012 a través de tres instrumentos de medida: el
código postal donde residían, la ocupación de sus padres, y si habían asistido
a una escuela pública o privada.En las cuatro naciones de Reino Unido existía
un marcado gradiente de elección a favor de las clases ricas y en contra de las
clases con mayor grado de deprivación: entre el 22.9 y el 37.7 % de los
alumnos aceptados se incluían en el decil más rico y solo entre el 1.2 y el 3.5
% en el más pobre. Respecto al tipo de centro, se admitían 3 veces alumnos
procedentes de instituciones privadas que las previstas si la distribución
fuera homogénea, mientras que en las públicas no se alcanzaba el 75% de lo
previso. Más del 80% de los aspirantes admitidos
tenían a sus padres ubicados en la clase social más alta (NS-SEC 1).
Steven et al consideran que la forma en que se establece el
ingreso en las facultades de medicina determina la composición de la profesión
médica en el futuro. Pensar que nuestro sistema de acceso es inocente,
equitativo y neutro es una muestra más de nuestra cultura de avestruces, que
mete la cabeza en el agujero antes que abordar en profundidad los problemas.
El que la enseñanza de la medicina esté realmente abierta a
cualquier persona, independientemente de la clase social a la que pertenece y a
la riqueza de sus padres, no solo es importante porque los estudiantes procedentes
de clases más desfavorecidas sean más sensibles a los problemas de este tipo de
personas, sino porque su mera presencia en clase puede facilitar una mayor
sensibilización de los hijos de los más ricos hacia los problemas sociales.
Si por el contrario medicina, enfermería y fisioterapia se
convierten en carreras de una sola casta, ya podemos suponer que tipo de
profesionales tendremos en el futuro y que clase de valores promoverán.
En un mundo donde prima la competencia, y se considera como
modelo de éxito el que más dinero tiene, no es difícil entender por qué una
especialidad como medicina de familia o medicina preventiva no interese a
nadie.
Si como decía Young las máquinas establecen las castas,
especialidades cuya tecnología ha sido tradicionalmente la de escuchar,
atender, o esperar puede imaginarse qué futuro tendrá
( Imagen tomada del articulo de Steven et al donde se observa la distribución de solicitudes y admitidos en función del IMD)
Hay dos erratas una frase del segundo párrafo:
ResponderEliminarHoy en día es excepcional el aspirante a residente *** no se desplaza un año a Oviedo (la Mecca del aspirante al MIR)
1) donde he puesto *** falta un "que".
2) donde pone "la Mecca" lo correcto es "la meca", como se indica en la siguiente página del DPD de la RAE:
http://lema.rae.es/dpd/srv/search?key=Meca
Saludos,
Oscar
Corregido
EliminarMuchas gracias Oscar
Un saludo
Sergio, en ese caso "meca" es con minúscula inicial, como se indica en el enlace de la RAE que indique: Cuando se utiliza con el sentido de ‘lugar donde está el centro principal de una actividad’, es nombre común y debe escribirse con minúsculas: «Todo esto ocurría cuando Barcelona era la meca indiscutible del boxeo español».
EliminarSaludos,
Oscar
Tienes mucha razón Sergio. Si a eso añadimos la oferta cada vez mayor de las universidades privadas, el sesgo aumenta.
ResponderEliminarParece ir íntimamente unida la selección que supone la nota de corte de acceso a la licenciatura con la selección que implica la puntuación alcanzada en el MIR. Y parece a todas luces que ambos criterios apuntan en el mismo sentido: El “mejor” servirá para médico y, además, para una especialidad “prestigiada” económica y socialmente. No sorprende que ocurra lo que ocurre con la Medicina de Familia o con la Geriatría. No hay color a la hora de compararse con quien desarrolla una novedosa técnica quirúrgica o con quien recibe elogios de famosos por mejoras estéticas en sus avejentados cuerpos.
ResponderEliminarEn otra ocasión ya comenté en este blog que estamos ante una grave carencia de vocaciones médicas, viéndose a la vez ese término, vocación, como algo anticuado o restringido al ámbito religioso.
Creo que el error esencial reside en el primer criterio selectivo, la dichosa nota de corte. Alguien puede ser una lumbrera en matemáticas y mediocre en historia. Del mismo modo, otro podrá estar vocado a la Medicina y no haber sido brillante en matemáticas. ¿No sería mucho más sensato dejar entrar a quien quisiera (con una nota sencillamente aceptable) y hacer que el primer curso tuviera un carácter selectivo realista?
Habrá quien se haga médico sólo porque su nota de corte se lo permite (también se verá ante la pregunta: teniendo esta nota, ¿qué harás sino medicina?) y a la luz de un contexto en el que será más fácil ganarse la vida como médico que como filólogo.
Criterios legítimos y respetables en el ámbito personal pero que están conduciendo a una forma de entender la Medicina marcada por la visión mercantil y de brillo técnico.
Pero, además, esos criterios selectivos imprimen algo perverso para el futuro, pues se incardinan en una concepción cada día más competitiva de la práctica médica, alejada a la vez de la clínica: publicaciones, impactos, comunicaciones, etc., etc.
Como dice el título de tu entrada, no es país para pobres.
Un abrazo,
Javier
No se me ocurre un medio más equitativo y objetivo que los méritos académicos anteriores.
ResponderEliminarEl que no consigue entrar a la primera y tiene vocación acaba entrando a las segunda o por las otras puertas (puerta falsa a la que se refiere).
Y con respecto a la academia hoy en día hay principalmente tres cadenas de academias no solo la de Oviedo.
El precio suele rondar los 2000€ dependiendo cuando se contrate. Puede parecer caro pero cualquier academia de oposiciones tiene un precio similar.
Un saludo
Disculpad por favor el retraso en contestar vuestros interesantisimos comentarios
ResponderEliminarTengo problemas últimamente con las notificaciones a mi blog
No es sencilla la cuestión. No cuestiono la necesidad de disponer de criterios de valoración del mérito, pero el modelo actual está consiguiendo lo que señala Javier: se queda fuera gente con magnificas ccompetencias y vocación para sser un buen médico ( médica) y en cambio entran alumnos que se ven impelidos a elegir una carrera cuya exclusividad es correspondiente a su nota
La alternativa del primer año selectivo se aplica en Francia por ejemplo. En Holanda se sortea entre los que cumplan una serie de criterios según comentaba en alguna ocasión Juan Gervas
Respecto a los precios de las academias demuestra para mi el negocio en que se ha convertido todo lo relacionado con la selección
Saludos y disculpas de nuevo
Que entren por sorteo, equitativo y ajustado por clase social y código postal y luego que les aprueben también por sorteo, para no dejar fuera a gente con vocación, mejor todavía que le den el título de médico al que declare tener vocación, aunque suspenda todo, así se arreglará el problema.
ResponderEliminarQue se prohíba todo negocio relacionado con la medicina.
Que a los médicos se les exiga voto y declaración de pobreza.
Es mas sencillo de lo que te crees.
Saludos
Agradezco su mofa, tan brillante e imaginativa. Pensaría que soy un lunático si no fuera porque personas mucho más brillantes que yo como Des Spence o Steven también se preocupan por este asunto. No tengo la solución, solo enuncio algo que ( para mi ) es un problema
EliminarUn saludo