En la
magnífica “ la Invasión de los ladrones de cuerpos” de Don Siegel, Miles
Bennell, un médico de cabecera, vuelve a su pueblo tras asistir a un congreso
médico y encuentra que buena parte de sus pacientes se muestran hondamente
preocupados por el comportamiento de sus parientes y amigos: son, pero no son;
parecen ser lo que fueron, pero no lo son del todo. La característica común a
todo ellos es que han perdido sus sentimientos: no ira ni odio, pero tampoco
compasión o amor. En definitiva, la sutil e imperceptible sustitución de su identidad, de su
propia esencia, reemplazada por vainas extrañas, pero que mantienen la carcasa
exterior idéntica a lo que un día fueron.
La
Declaración de Astana sobre Atención Primaria de Salud parece estar poseída por
este espíritu: como si un alien se tratara, la nueva Declaración se realiza
siguiendo buena parte del el proceso de generación de la previa Declaración de Alma
Ata ( casi en el mismo lugar, auspiciada por el gobierno de Khazajistán, la OMS
y UNICEF, con similar estructura narrativa), y aparentemente “asume” sus
principios, pero pierde buena parte de su esencia, disimulada en el lenguaje
que mandan los tiempos: empoderamiento, entornos propicios, decisiones
políticas audaces…
Astana
de forma subrepticia, modifica sustancialmente los principios y valores de Alma
Ata sin que aparentemente nada cambie; pero cambia todo.
En
primer lugar, definiendo claramente quien lleva el timón. Que no es una
genérica Conferencia Global sobre
Atención Primaria ( como en Alma Ata y todos los borradores previos de Astana)
sino “nosotros, los jefes de estado y gobierno, los ministros y representantes
de los mismos”. Los gobiernos toman el mando, quizá considerando que no se
puede dejar en mano de ningún organismo internacional la orientación de las
políticas sanitarias, por mucha evidencia en que se sustente.
La
declaración de Astana deja bien claro cuales son los principios por los que se
van a regir dichos gobiernos:
-
- en primer lugar no permitiendo que ninguna declaración internacional
condicione sus planes: “ la Atención
Primaria de Salud (APS) se implantará de
en conformidad a la legislación
nacional, su contexto y prioridades”. De forma que si, pongamos por caso,
Trump, Bolsonaro o Casado consideran que lo que hay que hay que hacer es
fomentar la iniciativa privada e invertir en hospitales la tan cacareada
Declaración será simple papel mojado.
-
- En segundo lugar hurtando el bulto a la responsabilización de ellos mismos
en cuanto a jefes de estado y gobierno: mientras Alma Ata señalaba que “los gobiernos tienen una responsabilidad en
la salud, debiendo de ser éste un objetivo social principal”, Astana elude
la responsabilidad hablando de que “los
gobiernos tienen un papel y responsabilidad en promover y proteger el derecho a
disfrutar del mayor estándar de salud”. La misma estrategia de dilución de
responsabilidad del estado como garante de la protección de la salud, que hizo
Cameron en Reino Unido en su famosa Health and Social Care Act en 2012.
-
- En tercer término, colocando claramente a la APS en su lugar, que no
es ni mucho menos el centro del sistema, como intentaba propugnar Alma Ata (“la APS es clave para alcanzar el objetivo
como parte del espíritu de justicia social”). Por el contrario, simplemente
se formula la aspiración a que “fortaleceremos
los sistemas sanitarios invirtiendo en APS”. Sobre cuál debería ser esa
inversión se deja a la interpretación
personal.
-
- En cuarto lugar en la Declaración de Astana no de explicita la necesidad urgente de
intervención en Astana (como sí existía en Alma Ata), ni de buscar el
fortalecimiento universal de la APS más allá de las fronteras de los países a
través de partenariados, ni se osa hacer mención alguna a la forma en que se
desangran presupuestos y (lo que es mucho más importante ) personas, detrayendo
recursos para la compra de armas como señalaba claramente Alma Ata ( “un
aceptable nivel de salud puede alcanzarse a través de un mayor y mejor uso de
recursos del mundo, una considerable parte de las cuales es ahora empleado en
gasto en armamentos y conflictos militares”).
-
- Por último, pero probablemente el elemento más significativo de esta
deprivación de la esencia de la APS, es la llamada a la participación en la
declaración de Astana de los llamados “asociados y partes interesadas (partners
and stakeholders), inexistente en Alma Ata y en la que se incluyen desde profesionales
de salud, la academia, los pacientes, o la llamada sociedad civil, hasta los
llamados “socios internacionales, agencias y fondos, sector privado y
organizaciones basadas en la fe”. Algo
especialmente preocupante al menos por dos razones: la primera porque supone una renuncia
implícita de los gobiernos a poder proteger la salud de sus ciudadanos, si no es
con la ayuda de terceros, ya sean Organizaciones no Gubernamentales,
instituciones caritativas o Bancos. La segunda es la introducción en el terreno
de la salud,de forma explícita y entusiasta, de organizaciones cuyo principal
interés es económico ( de incremento de ventas y aumento de beneficios) y no
precisamente de reducción de inequidades y protección efectiva de la salud,
tales como Bancos, Instituciones filantrópicas ( Bill & Melissa Gates
Foundation) y la industrias tecnológica de la salud con las grandes
corporaciones farmacéuticas al frente. Es decir poner a los lobos a cuidar a
las ovejas.
Como ocurría en la Invasión de los Ladrones
de Cuerpos lo más alarmante es la apariencia de normalidad que ese proceso de
suplantación implica.
La declaracion de Astana no solo es demasiado general sino que es ademas propugnDora de una version "descafeinada" de la APS
ResponderEliminar🤔🤔
ResponderEliminarEntiendo que Alma Ata habló de la Atención Primaria y Astana de su privatización
😨
¡¡ Ditoseadió !!
😵
Estimado Sergio : gracias por el análisis. Sirvete revisar el párrafo "De forma que si, pongamos por caso, Trump, Bolsonaro o Casado consideran que lo que hay que hay que hacer es fomentar la iniciativa privada e invertir en hospitales la tan cacareada Declaración será simple papel mojado."
ResponderEliminarSaludos uruguayos