Hace ya tres años comentábamos el último invento de entonces del Sistema Nacional de Salud británico (NHS), que en aras de una supuesta mejora en la accesibilidad aprobó la prestación de consultas rápidas,casi instantáneas, para saltarse la lista de espera que crecía cada año en los centros de Atención Primaria.
Lo sorprendente es que esas citas rápidas eran prestadas por médicos generales del propio NHS pero dispuestos a atender a pacientes de otros colegas mediante el uso de una aplicación informática (GP at Hand) propiedad de una empresa de tecnología privada llamada Babylon. Su App es usada de forma entusiasta por el actual Secretario de Salud británico, Matt Hancock, quien no tiene reparo alguno en promocionar un bien privado, al que llega a calificar de “ Fuerza para el bien dentro del NHS”, como si fuera una versión 5.0 de Gandalf.
Babylon no sólo trabaja en el mundo de la inmediatez sanitaria ( que no accesibilidad, como ya comentábamos entonces), sino que también ha desarrollado artilugios que , supuestamente, aumentan la precisión diagnóstica de los médicos, una afirmación sin evidencia alguna como demostraba este trabajo de Lancet. Abundando en ésto, Margaret McCartney escribía en el BMJ que no existe estudio alguno que demuestre mejor resultado de dicha aplicación, la GP at Hand; más bien al contrario, la aplicación de GP at hand parece incrementar los costes de los Clinical Commissioning Groups(CCG) la fórmula organizativa de los últimos gobiernos conservadores británicos.
Aquejado de su irreductible delirio tecnológico, el ministro de salud británico no se conformó con esto y propuso que los médicos generales dejaran la rancia forma de ver pacientes, sentados junto a una mesa en una vieja consulta, y se lanzaran a las bondades del Skype como medio de atender pacientes. Así, las consultas virtuales a través de un teléfono móvil se han incrementado exponencialmente en Londres de la mano de una agresiva campaña de publicidad de Babylon., especialmente en metro. El problema no es la aplicación de una nueva tecnología en sí, como escribía la experta en cuidados paliativos Rachel Clarke en BMJ, sino la alegría con la que se promociona ésta sin experiencia suficiente sobre su uso y seguridad para los pacientes.
Argumentos razonables que no sirven para nada. A través de Feña Ávila nos enteramos que Chile ha dado un paso más en la deriva de esta atención virtual e instantánea.Allí apareció Salud en Camino, en este caso apoyado por Corfo ( la agencia por el Fomento de la Producción del gobierno de Chile), quien aparentemente garantiza la atención en menos de tres horas a quien la solicite a través de la correspondiente aplicación: “con un clic está todo resuelto” garantiza Karen Alaluf, ingeniera en informática y gerente general de la empresa.Este llamado “nicho en expansión” de los servicios a domicilio a petición del cliente no sólo se limita a solcitud de fármacos y justificantes para no ir al trabajo, sino que también permite la realización de pruebas de laboratorio a la carta; la filantropía de estas empresas es admirable: "así descongestionamos el sistema público". También ofrecen ser atendido por un especialista o psicólogo experto durante las 24 horas del día mediante video llamada, por solo 20000 pesos ( apenas 26 euros). Dichos especialistas están ubicados en Chile o en cualquier otro país ( el saber no ocupa lugar). Su técnica es impecable: se le pide al paciente que si le duele la panza se apriete para ver si duele o haga “sentadillas” para comprobar si el dolor aumenta.
Las dudas sobre la fiabilidad de tales procedimientos o la competencia técnica de los supuestos expertos no dejan de ser lamentos injustificados de nostálgicos opuestos al progreso, como probablemente considere el Ministro de salud británico.
En la competición por dar servicios inmediatos a demandas absurdas no hay límites. La competencia clínica, la seguridad del paciente y la garantía de cualificación de los profesionales son cosa del pasado. Bienvenida la medicina sin fronteras.
Y luego hablan de #conPrueba... Tenemos muchas tecnologías, farmacológicas y no farmacológicas, sin evidencia ninguna, que necesitan ser investigadas para ver su eficacia y/o efectividad, o que habría que pensar si su inclusión tiene sentido. Y estas son unas de ellas. Si todavía no usamos el teléfono de manera eficiente, o es practicamente imposible tener una comunicación fluida y lógica con los especialistas que atienden a nuestros pacientes en el hospital, ¿de verdad piensan que nos vamos a meter en hacer consultas virtuales en cualquier momento y con cualquiera?
ResponderEliminarLa gente debe andar muy mal, para no ser capaz de gestionar la incertidubre de la propia vida y necesitar el aval experto de cualquier cosa en cualquier momento en su vida.
Creo que nuestra función como MdFyC pasa por ser consultores, acompañantes en los procesos, pero también debemos ser desmidelicadizadores (hay que plantear una estrategia general, organizada, con valor), promotores de cambios para que las personas vuelvan a tejer redes de contactos y alianzas que les permitan a ellas mismas resolver sus problemas sin tener que entrar forzosamente en el sistema sanitario. Y reservar este para aquello que realmente aporta valor: lo que salva vida o cambia las causas de muerte o discapacidad. Si nos vamos a convertir en la "abuelita" de todo el mundo, no vamos a dar abasto.