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viernes, 26 de julio de 2019

El crepúsculo de los dioses


En el patético debate de investidura celebrado esta semana, la escasa mención a la sanidad que hizo el candidato a presidente de gobierno en su discurso se centró en alabar las bondades de nuestro sistema sanitario, único punto en que coincide en este país la izquierda y la derecha, el norte y el sur. Para el Sr Sánchez Castejón nuestro sistema es el “tercero más eficiente del mundo”. Ignoro si ello significa algo parecido a una medalla de bronce, o más bien supone quedar tercero en la Liga, y si eso implicará realizar algún fichaje estrella para la legislatura que viene (tan del gusto de los gobiernos socialistas) o nos conformamos con nuestra “equilibrada” plantilla.Requiem
Esta tendencia a sacarnos a nosotros mismos de procesión (tan del gusto del español) es un buen indicador de uno de los mayores problemas que aquejan a este país, bien puesto de manifiesto en este esperpéntico sainete de debate. A la manera de Gloria Swanson en la maravillosa El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard) de Billy Wilder, el sistema sanitario español sigue anclado en los recuerdos de sus viejos días de gloria, cuando los desconchones de la edad y el abandono generan espanta a cualquiera menos a los gobiernos de turno. La muestra más evidente del desprecio con que los gobiernos estatales o autonómicos, los partidos de unos y otro signo, consideran a la sanidad es su consideración de asignatura maría, de película de serie B en las penosas negociaciones de estos días, en que el negociante de Unidas Podemos minusvaloraba la importancia del Ministerio de Sanidad al estar transferidas las competencias a las comunidades autónomas. Tal vez por ello ha tenido que ser un humilde pero sumamente brillante médicos de familia, Roberto Sánchez, el que ha tenido que desvelar el escandaloso proceso de introducción de la vacuna contra la meningitis B, que en cualquier sistema sanitario realmente competente debería haber vigilado y controlado la máxima autoridad sanitaria.
¿Qué es ser uno de los mejores sanitarios del mundo? ¿Es comparable el esfuerzo que realiza un país con un sistema sanitario de financiación a través de impuestos, y proveedor público único con el de un sistema que intenta reducir la inequidad con las limitaciones que supone tener un sistema fragmentado en 50 prestadores diferentes? ¿Supone el mismo mérito atender a una población de 8 millones que de más de 200 como Brasil?
¿Es que ninguno de los rutilantes políticos de este país que se llena la boca con el mantra de que nuestro sistema sanitario o nuestra Atención Primaria es la mejor  del mundo, es capaz de ver que nuestros tiempos de atención por paciente en atención primaria ( 5 a 7 minutos) genera estupefacción en lugar de admiración en cualquier lugar del mundo? ¿No les produce vergüenza permitir que pueda haber médicos que atiendan  60 pacientes en un solo día? ¿ No se abochornan ante las listas de espera opacas, la inequidad del acceso a la salud bucodental o la salud mental, en que tu boca o tu cordura son diferentes según el dinero que tengas?
En Antes que el diablo sepa que has muerto , otra magnífica película en este caso de Sidney Lumet, dos hermanos tan ambiciosos como chapuceros planean hacerse ricos para poder dar respuesta a sus muy diferentes necesidades mediante un robo perfecto, sin armas , sin violencia, y sin víctimas, en el propio negocio de su familia. El resultado es un completo desastre fruto de su manifiesta incompetencia. El resultado del debate de investidura tiene peligrosas similitudes con aquella película. Un entretenimiento, un juego no más, entre dos aventureros para los que no parece importante el demorar decisiones trascendentales para la vida de las personas seis meses más, sin solucionar (por ejemplo) los gravísimos problemas de nuestro sistema sanitario, que les sigue pareciendo el mejor del mundo.
Y mientras Hamlet duda y se bate en duelo, afuera Fortinbrás y sus aliados solo esperan la oportunidad para hacerse con el reino.