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jueves, 12 de agosto de 2021

SIAP COVID19: Posicionamiento en contra de los pasaportes y vacunas obligatorias

Los Seminarios de Innovación en Atención Primaria (SIAP) , iniciativa insólita para la reflexión y el aprendizaje colectivo liderada desde su inicio en 2005 por Juan Gervas y Mercedes Pérez Fernández, inición al comenzar la pandemia un Seminario especial, virtual, sobre la Covid-19, con el objetivo de compartir conocimiento y analizar y debatir las alternativas para su abordaje. Las personas que han participado en dicho Seminario han escrito su Posicionamiento sobre la obligatoriedad de vacunas y pasaportes que se reproduce a continuación:

Las personas tenemos sensibilidades, experiencias y comprensiones muy diferentes respecto del sentido de nuestra vida, en general, y del modo de entender la salud, en particular. Las falsas dicotomías surgidas alrededor de la pandemia de covid19 han polarizado el debate y simplificado cuestiones complejas al obviar los matices, la escala de grises, que les acompañan (aquí). Seguir este camino solo nos lleva al deterioro de las relaciones sociales.

Para afrontar colectivamente de la mejor manera los desafíos globales ante los que nos sitúa  la pandemia de covid19 necesitamos debates abiertos e inclusivos y no paripés mediáticos de supuestos expertos alineados en una única visión reduccionista, utilitarista, tecnocrática e infantilizadora.

La salida de la pandemia no debería centrarse exclusivamente en las vacunas sino en la co-creación colectiva de entornos de cuidado y el diálogo para el mantenimiento de la cohesión social. En este momento de la pandemia, la participación social, el debate no polarizante y la comunicación empática permitirán, sin duda, mejores resultados que las imposiciones. Además, la obligatoriedad de una medida por parte de la autoridad, cuando se hace con escaso respaldo en pruebas, suele activar la rebeldía (con o sin causa) de parte de la población, lo que reduce, sin duda, la efectividad de tal medida.

Los más de 300 profesionales sanitarios y no sanitarios participantes desde marzo de 2020 en el Seminario de Innovación en Atención Primaria dedicado a la covid19 (aquí) estamos muy preocupados por la deriva autoritaria de muchos gobiernos de todo el mundo, pero especialmente de los europeos, en las medidas adoptadas en el contexto de la pandemia covid19. Especialmente nos preocupan la implantación del llamado "certificado" o "pasaporte" covid19 y la obligatoriedad de la vacunación.

Como profesionales, queremos aportar hechos y sosiego para un debate científico y ético que consideramos prácticamente ausente en el momento actual.

España se ha caracterizado por la adhesión a los calendarios de vacunaciones y a todas las recomendaciones sanitarias en mayor grado que otros países como demuestran:

1/ el hecho de que seamos líderes en la Unión Europea en vacunación contra la covid19;

2/ el que una vez retirada la obligatoriedad del uso de la mascarilla en exteriores, muchos ciudadanos continúan llevándola a pesar de mantener la distancia de seguridad, y

3/ el hecho de que ha sido ejemplar la adhesión de la mayoría de la ciudadanía a confinamientos, toques de queda, cierres perimetrales  y demás medidas no farmacológicas pese a la más que dudosa eficacia de muchas de ellas en frenar de forma efectiva la diseminación del virus.

Pese a todo ello, vemos atónitos que se plantea la obligatoriedad de la vacunación y se implementa un "pasaporte" o "certificado" para poder acceder al ocio o a la restauración y que, nos tememos, se amplíe al acceso a la educación, al trabajo y a la libre circulación y desplazamientos. Contemplamos con temor la práctica ausencia de debate y la imposición de un planteamiento único que juega con el miedo, los sentimientos de culpa y las medias verdades para imponer el uso de dicho "certificado" o "pasaporte" y, quizá, la vacunación obligatoria.

El propio concepto de "pasaporte" o "certificado" nos parece peligroso porque fomenta la discriminación de las personas sin aportar claros beneficios. Las consideraciones éticas en contra de su implantación ya fueron discutidas en el seno de este Seminario (aquí) y alguna sentencia judicial en contra de exigirlo para el ocio nos da la razón (aquí).

Ahora, contemplamos con estupor cómo la exigencia de este "pasaporte" se une a la exigencia vacunal, incluso para concursar a puestos de trabajo en la Administración Pública (aquí). Deseamos que la denuncia por discriminación interpuesta por el sindicato CCOO en éste caso concreto llegue a buen puerto porque este tipo de exigencias suponen una discriminación desde la ética y, además, carecen de soporte científico puesto que las vacunas hoy disponibles no evitan totalmente la enfermedad ni, sobre todo, reducen suficientemente la circulación del virus.

Hablamos de vacunas que ni siquiera están definitivamente aprobadas por las agencias reguladoras, sólo han sido provisionalmente aprobadas "de urgencia" dada la situación de emergencia pandémica. Vacunas lastradas por una falta de transparencia desde el inicio de su andadura, y que persiste en la actualidad (aquí). Se trata de vacunas que, lamentablemente, no evitan suficientemente la transmisión del virus, especialmente en el caso de la variante delta, actualmente la más frecuente en España. Es decir, las personas vacunadas son capaces de transmitir, de contagiar, el virus ,en muchos casos en la misma medida que las no vacunadas, motivo por el cual los CDC de EEUU han cambiado recientemente su política, instando a los vacunados a tomar exactamente las mismas medidas de seguridad que los no vacunados (aquí).

Se plantea ya, por políticos e industrias con intereses, una tercera dosis aún en contra del criterio tanto de la OMS como de las agencias reguladoras (aquí). Se plantea vacunar a preadolescentes, incluso a la infancia, que tienen una incidencia mínima de covid19 grave o persistente, con una vacuna que, probablemente, proporcione menor inmunidad duradera que la propia infección natural. Es decir, se plantea vacunar a una población, infantil y adolescente, en la que el balance beneficio-riesgo de la vacunación es, probablemente, inferior al de la infección natural. Se dice, además, que la vacunación es la única manera de llegar a la inmunidad de rebaño o colectiva, algo imposible de alcanzar con una vacuna que no evita suficientemente ni la reinfección sintomática ni, muchísimo menos, la transmisión o contagio del virus por parte de los vacunados (aquí).

Por todo lo expuesto, por ética y por ciencia, nos posicionamos en contra del uso del "pasaporte" o "certificado" covid19 y de la vacunación obligatoria y nos gustaría promover con este comunicado el debate sereno y profundo sobre estas cuestiones, abierto a profesionales, expertos, autoridades y población general.

4 comentarios:

  1. Querido Sergio,
    Difícilmente se concilia la presentación de certificados médicos a muy diversas personas con la protección de datos personales, sobre todo teniendo en cuenta que nos movemos en el ámbito de la salud.
    La obligatoriedad de la vacunación, aunque planteada por algunos responsables políticos, no parece que esté teniendo el menor eco por parte de la judicatura.
    Es claro que las vacunas anti-Covid tienen, aunque sea bajo, un riesgo de morbi-mortalidad. Como es cierto que ha reinado una buena dosis de opacidad en muchos aspectos (las presiones comerciales tienen sus efectos). Es aparente que no previenen el contagio, ya que se han reportado casos de personas vacunadas que han contagiado a otros. También es cierto que saberse vacunado puede inducir a la sensación de una falsa seguridad, con los negativos efectos consiguientes.
    Ahora bien, una cosa es el respeto a la libertad de un ciudadano y otra el respeto a la salud colectiva. Parece que, si queremos vivir con cierta normalidad, la vacunación masiva es la mejor medida ahora y, por ello, todo esfuerzo a favorecer la salud en este contexto pandémico con el único medio eficaz (por supuesto, en combinación con las medidas de prevención conocidas), la vacuna, debiera ser fuertemente respaldada, especialmente por nosotros, los médicos.
    Cuando faltan evidencias suficientes, ante un riesgo serio, se imponen medidas de prudencia. En falta de evidencia, parece más prudente usar mascarilla y lavarse las manos que no hacerlo.
    Las vacunas son, a día de hoy, la única arma que tenemos contra este virus. Vacunarme no sólo me protege a mí, sino que también, indirectamente, a los demás, aun cuando haya esa posibilidad de transmisión, que es de esperar se reduzca a medida que la vacunación se extienda.
    Como posible paciente de lo que sea, desearía ser atendido por personal sanitario vacunado. Como posible viejo ingresado en una residencia, desearía que el personal de apoyo, sanitario o no sanitario, estuviera vacunado. Como usuario de transporte público, desearía que el mayor número de viajeros y conductores estuvieran vacunados.
    En la situación actual, me parece que la única opción del médico es apoyar decididamente la vacunación masiva, lo que no implica instar a la obligación legal, pero sí un esfuerzo de responsabilización. Que un cirujano sano y laboralmente activo no se vacune, por ejemplo, me parece sencillamente escandaloso.
    Creo que hay algo que no es tenido suficientemente en cuenta. Somos sujetos experimentales. Todos, no sólo quienes han participado en ensayos clínicos. Y lo somos hagamos lo que hagamos, nos vacunemos o no, tomemos medidas de distancia social o no. Lo somos porque no hay otra opción que elegir, y resulta que lo más sensato parece optar por la vacunación. Pero ese carácter de sujeto experimental no es novedoso. Se dio con todas las vacunas, pues en sus inicios, todas fueron novedosas y de efectos protectores o mórbidos desconocidos.
    Un abrazo

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  2. Querido Javier:
    como de costumbre tus palabras son enormemente sensatas. Es cierto que a fecha de hoy , además de medidas de prevención elementales (lavado de manos, uso de mascarillas en espacios cerrados o donde no es posible mantener una distancia adecuada), la vacunación es el único instrumento del que disponemos para intentar evitar manifestaciones graves o muertes. Pero coincido contigo en que la mejor forma de alcanzar el objetivo de que la mayoria de la población se vacune (exceptuando donde es más que discutible su uso como en los niños) es mediante la concienciación, no mediante la obligación que genera en ciertos círculso un fuerte rechazo.
    Aun no se ha cumplido el año desde que comenzaron a administrarse las primeras vacunas: la efectividad de las mismas dista mucho de la que los laboratorios prometieron en estudios publicados tarde y con múltiples incógnitas por resolver. Dista mucho de saberse cual es su verdadera protección, su caappacidad de reducir hospitalizaciones y muertes, y la prevalencia de efectos adversos que presentan. Y por ello el balance entre beneficios potenciales y riesgos es an dificil de determinar
    La vacunación masiva de la población no evita la necesidad de seguir usando las medidas que comentas ( maascarilla, lavado de manos, distancia social,etc) porque es evidente la transmisión de la infección a través de vacunados. Si voy a un hospital tanto me puede transmitir la infección un médico no vacunado como un vaccunado.
    Se está engañando gravemente a la población con el concepto de inmunidad de rebaño, tanto por politicios como expertos o medios de comunicación, que elevan el supuesto umbral para adquirilo cuando es evidente que esta infección no permite adquirir una inmunidad de rebaño.
    En estas circunstancias con tantas incógnitas, establecer el carácter obligatorio de la vacunación, del que podrían derivarse graves consecuencias para los incumplidores es, cuando menos muy arriesgado e incluso vulnerador de derechos , en mi modesta opinión.
    Un abrazo

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  3. Después de leer y escuchar por los medios de información tantas contradicciones tanto a favor como en contra de las vacunas, creo que cada individuo tiene que tener la libertad de decidir si algo le conviene o no, solo hay que mirar lo que hace la OMS que es la máxima responsable de la pandemia i de la salud de todos los ciudadanos su comportamiento i declaraciones dejan mucho que desear hay un dicho entre la gente del motor que dice si va bien no lo toques, ahí lo dejo.

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  4. Gracias por la mención, Sergio, en mi nombre y en el de Mercedes. El Seminario Covid19 es increíble.
    Precisamos debates respetuosos sobre la covid19, y de ello hay poco.
    Sin querer ser radical, sólo algunos comentarios, respetando lo probado, como el lavado de manos (que es la mejor vacuna).
    Respecto al uso de mascarillas. Las mascarillas son talismanes, en el sentido de que no se ha demostrado ni su eficacia ni su efectividad. Sirve la Revisión Cochrane sobre virus respiratorios "Medical or surgical masks Seven studies took place in the community, and two studies in healthcare workers. Compared with wearing no mask, wearing a mask may make little to no difference in how many people caught a flu-like illness (9 studies; 3507 people); and probably makes no difference in how many people have flu confirmed by a laboratory test (6 studies; 3005 people). Unwanted effects were rarely reported, but included discomfort"
    https://www.cochrane.org/CD006207/ARI_do-physical-measures-such-hand-washing-or-wearing-masks-stop-or-slow-down-spread-respiratory-viruses
    Lo que se requiere son espacios amplios, bien ventilados y sin hacinamiento, tipo las escuelas en Dinamarca, que permiten ir sin mascarillas a estudiantes y profesorado y no contagiarse.
    Y hacer al aire libre todas las actividades que se pueda (laborales, educativas, festivas, etc).
    Respecto a las vacunas covid19 actuales. Si lo necesitara, prefiero que me atienda un profesional no vacunado, que sea cuidadoso, que por ejemplo tenga el fonendo limpio y que se lave las manos (ambas cosas rarísimas).
    El profesional vacunado es un peligro que puede transmitir el SARS-CoV-2 teniendo menos síntomas que el no vacunado.
    Sobre todo, preferiría un profesional que ya hubiera pasado la covid19, que son los que tienen mejor inmunidad: https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.08.24.21262415v1
    Desde luego, en todo caso la vacunación covid19 es un asunto personal, de aceptar beneficios y daños (si los hubiere) al propio individuo.
    Las vacunas covid19 no producen inmunidad de rebaño, no benefician a los demás (casi ninguna vacuna lo logra). Lo ha revisado la Comisión de Vacunas de la Red Española de Atención Primaria (REAP):
    "La inmunidad de grupo/rebaño frente al coronavirus SARS-CoV-2 no se logrará cuando el 70 % de la población esté vacunada (tampoco con el 94%)"
    http://blog-reap.blogspot.com/2021/08/la-inmunidad-de-gruporebano-frente-al.html?m=1
    Si uno se vacuna es por miedo a la covid19 y por la creencia en los beneficios personales de vacunas que no producen bien a nadie ajeno, y cuya inmunidad empieza a decaer a los dos meses como han demostrado en Jávea (Alicante, España) https://gacetasanitaria.org/en-efectividad-vacuna-bnt162b2-el-personal-avance-S0213911121001163 Por ello en Hungría se está poniendo una tercera dosis (refuerzo) a los cuatro meses de la segunda de Pfizer, y en Israel a los cinco meses.
    Eso de "me vacuno por mí y por los demás" carece de fundamento científico.
    Frente a la covid19 la mejor salida es la solidaridad, las vacunas sociales, no la vacuna biològica (ayudará, cuando llegue, una vacuna cuya inmunidad dure décadas, y que evite la transmisión del virus)
    https://www.actasanitaria.com/covid19-vacunas-habra-muchas-pero-solo-una-durarera-la-social/
    En fin
    Un saludo Juan Gérvas

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