Pues sí, como era de prever WONCA despreció una vez más a Latinoamérica en el momento de elegir quien la preside. Afortunadamente entró Pilar Astier, brillante médica de familia española en su Comité Ejecutivo, pero dados sus méritos no haberlo hecho habría tenido muy difícil explicación. Como no la tiene en modo alguno la elección de Karen Flegg como presidenta en lugar de Viviana Martínez Bianchi. Nadie discute los posibles méritos de la futura presidenta, mujer con años de dedicación a las tareas burocráticas de la organización. Pero cuesta imaginar cuales son las razones por las que un candidato nacido en Lationoamérica sigue sin presidir la Organización Mundial de Médicos de Familia 50 años después de su constitución, y aún más cuesta encontrar los extraordinarios méritos de Australia para que 4 de los presidentes en toda la historia de la Asociación Mundial de Medicina de Familia procedan de ese país (un 20%): un país de apenas 25 millones de habitantes (algo más de la mitad de España), cuando los dos continentes sistemáticamente ignorados engloban una población de 667 millones (Latinoamérica) o de 1216 millones ( África).
Todo ello lleva inevitablemente a una interesante conclusión, y es la de que este tipo de lobbies no aspiran en modo alguno una participación equilibrada de las diferentes regiones del mundo, sino simplemente mantener el equilibrio de poder entre los de siempre, los padres fundadores del tinglado. Hoy en día ( y posiblemente por muchos años) no deja de ser un club reservado a los países más ricos del mundo, que mira con una mezcla de suficiencia y menosprecio a lo que se realiza en el resto; un resto (el Asia no china, el este de Europa, África y Latinoamérica) que es precisamente la parte del mundo más necesitada de visibilidad sobre su realidad, pero que a la vez podría también enseñar mucho en cuanto a innovación, creatividad, ilusión y sobre todo, capacidad para trabajar en las circunstancias más adversas.
En modo alguno puede ignorarse o despreciarse el aporte que supone la experiencia de tantos cualificados colegas que llevan dedicando toda su vida al ejercicio de la medicina familiar desde cualquier lugar del mundo. Buena parte de nuestros referentes principales ( desde Tudor Hart a Starfield, de Iona Heath a McWinney o Julio Ceitlin) lo fueron no siendo precisamente jóvenes. Pero llama mucho la atención la gerontocracia que domina las organizaciones profesionales en el mundo con honrosas excepciones.
Bien es cieerto que mientras los sistemas de elección permitan que el voto de unos países tenga mucho más peso que el de otros, WONCA seguirá en manos de los de siempre, que seguirán determinando el modelo de referencia para el futuro, muy parecido al del pasado.
Algo similar a los que se puede esperar de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, en la que tienen derecho a voto a la hora de elegir presidente únicamente los compromisarios y los miembros de su propia Junta Directiva, modelo de elección que hay que reconocer que está solo al alcance de las organizaciones que se mantienen imperturbables ante el paso del tiempo, sea la Iglesia Católica o el Real Madrid.
Una lástima, porque el futuro es tan atroz que probablemente precise de miradas diferentes, en espacio y tiempo, y en especial liderado por aquellos que vivirán ese futuro, del que muchos de nosotros nunca disfrutaremos.
Un tinglado, como dices, en pos del poder y la gloria de unos cuantos. Un tinglado mayor entre otros tinglados sanitarios.
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