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jueves, 22 de diciembre de 2022

Divisible por ti

"Los jardineros tienen una sensibilidad especial construida por la observación del crecimiento y floración de las plantas"

Ralph Fiennes sobre su película El Jardinero fiel


 Hace menos de un mes se presentó en el Ateneo de Madrid  Divisible por ti, un extraordinario libro publicado a cuatro manos por Alberto López Garcia- Franco y Concha Álvarez Herrero, dos médicos de familia de Madrid que , probablemente, no saldrán en programas de televisión en hora estelar, no ocuparán la portada de El Pais Semanal, ni tampoco serán entrevistados por los “grandes comunicadores” de la radio española que, sin embargo babean ante cualquier investigador de mitocondrias en ratas. Alberto y Concha se han limitado a atender a sus pacientes a lo largo del tiempo, desde que acabaron sus respectivas residencias, ejerciendo ese extraordinario efecto llamado longitudinalidad que reduce la mortalidad de una población hasta en un 30% pero que por supuesto, desprecia cuanto ignora la Presidenta de la Comunidad de Madrid, doña Isabel Díaz Ayuso, para quien la Atención Primaria no es más que chusma y caos.

Divisible por ti es un libro fraguado a fuego lento, con la misma atención y parsimonia con la que Alberto y Cristina atienden a sus pacientes. Hace ya muchos años en la sede de la Sociedad Madrileña de Medicina Familiar y Comunitaria comenzaron a organizar unos cine-fórum semanales, repasando sin prisa pero sin pausa, películas que les hacen reflexionar sobre lo que cada día ven en las consultas, a la vez que de forma tan tranquila como sabia enseñan los valores de la medicina de familia a las sucesivas generaciones de futuros médicos de familia. Divisible por ti es un libro de cine y medicina de familia, pero también es un compendio de filosofía.

¿Y que tiene que ver la filosofía con el cine y la medicina de familia? Pues tiene que ver todo.

Las películas son un espejo ante la vida, en la que ésta se despliega en toda su extensión en función de la mirada de cada director. Por las consultas de Atención Primaria pasea una sociedad entera, esa sociedad que no existía para Margaret Thatcher ni para Isabel Díaz Ayuso, y que forman todos y cada uno de las personas que forman cada lista de pacientes de cada médico de familia de este país. En esas consultas anónimas pasa la vida en todas sus manifestaciones, de la alegría al llanto, de la preocupación infundada a la condena a padecer una enfermedad grave, a agonizar y a morir. Poco describe mejor al ser humano que su forma de afrontar la enfermedad y la muerte. Y los papeles esenciales de la medicina general, como escribía Iona Heath, son los de acompañar en ese proceso: ser testigo de ese malestar y esa muerte, pero ser a la vez guardián e intérprete de cada una de sus personas y sus preocupaciones. Una labor de jardinería sumamente valiosa que solo los necios desprecian.

A nadie que trabaje en Atención primaria puede sorprender lo que ve en una película, porque lo está viendo cada día al abrirse la puerta en la que escucha, espera y toca, tres actividades humanas sumamente preciosas que, sin embargo, apreciamos cada vez menos porque no las aplica un aparato. E inevitablemente la visión de toda esa vida obliga a plantearse las eternas preguntas que dan cuerpo a otra disciplina en declive, la filosofía, despreciada por saberes de 140 caracteres.

Cuando Alberto me contó por vez primera que iban a publicar el libro esperaba un libro razonable: por el contrario, éste es un libro desmesurado, de más de 1000 páginas, lo que constituye sin duda una provocación en este mundo de mensajes de whatsapp y emoticonos graciosos.

Si uno lee el listado de las películas que presiden cada capítulo y que van armando el esqueleto del libro encontrará algunas inevitables ( las Invasiones bárbaras, el jardinero fiel) y otras sorprendentes ( Café de Flore), pero cuando comienza a leer cada capítulo descubre que nada sobra, que está plenamente justificada la elección, y que como las matrioshkas, cada capítulo esconde una asombrosa diversidad de películas , argumentos y reflexiones.

Divisible por ti es un libro “fuera de onda”, entendiendo por tal lo que acapara los llamados trending topics del momento. Por eso es una provocación maravillosa. Porque lleva tiempo y necesita esfuerzo leer un libro así. Porque no evita ninguna de las aparentes esperanzas del futuro (ahí está el capítulo sobre Her y la inteligencia artificial), pero todo lo aborda desde la raíz de lo humano, no desde la expectativa de un futuro robótico.

Walter Benjamin hablaba en su The Storyteller de que había dos tipos de relatos: los relatos de navegantes fascinan porque narran cosas extraordinarias, inauditas, sobre lugares nunca visitados. Por eso fascinan tanto los científicos de vanguardia a los comunicadores radiofónicos. Los relatos de campesino, por el contrario, describen acontecimientos ordinarios, cotidianos, aparentemente familiares, como el ciclo de las estaciones. Como da la impresión de que se conocen estas cosas uno no espera aprender nada de ellas. Por eso ningún semanal dedicará su portada a una médica de familia. (“se hallan tan cerca de la vista que no percibimos con claridad lo que son, se ocultan de la luz”). Probablemente deberíamos contar lo ordinario a la luz de los relatos de navegantes, de forma que realcen lo extraordinario que esconde siempre lo cotidiano.

Divisible por ti, es un magnífico relato de campesinos, no apto para todos los públicos. Abstenerse necios y necios y necias de salón. No entenderían nada.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

La marca de la infamia


 

“— ¿Usted no me cree? —balbuceó—. ¿No ve que llevo escrita en la cara la marca de mi

infamia? Le he narrado la historia de este modo para que usted la oyera hasta el fin. Yo he

denunciado al hombre que me amparó: yo soy Vincent Moon. Ahora desprécieme”.

La forma de la espada. Jorge Luis Borges.1942

 

 “Le cruzaba la cara una cicatriz rencorosa: un arco ceniciento y casi perfecto que de un lado ajaba la sien y del otro el pómulo. Su nombre verdadero no importa; todos en Tacuarembó le decían el Inglés de La Colorada”. Así comienza La Forma de la espada, relato incluido en Ficciones de Borges, en el que se describe la confesión de la traición del Inglés en una noche regada en ron. Pocos escritores han abordado con mayor extensión y profundidad la traición que el escritor argentino. En El tema del traidor y del héroe por ejemplo, relata la extraña concordancia entre los traidores a lo largo de la historia y la literatura, desde el asesinato de César a la tragedia de Macbeth. El que traiciona a uno traiciona a la especie entera. En este caso, el Inglés recuerda, en el marco de las escaramuzas por la independencia de Irlanda, “la razón por la que lleva escrita en la cara la marca de mi infamia”: traicionar a tu propia gente, a quien un día te salvó la vida.

El comportamiento del colegio de Médicos de Madrid en relación con la huelga de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid, desde su presidente a ese fantasmagórico término de Vocalía de Atención Primaria, merece formar parte de esa tradición histórica de la traición, y es digna de figurar en una historia actualizada de la infamia, si Borges lo permite.

Un comunicado como el presentado esta semana sería impensable procedente de los colegios de médicos de Reino Unido, Holanda o cualquier otro país europeo. Los colegios de médicos españoles, por el contrario, nunca se caracterizaron por su cercanía y defensa de la medicina de familia, especialidad que intentaron torpedear en sus inicios con todos loe medios a su alcance. Sus procedimientos se han caracterizado siempre por su falta de transparencia y democracia, como esa insólita tradición de tener que desplazarse a los colegios para poder votar (algo sólo al alcance de jubilados y asimilados), hurtando las urnas del lugar donde trabaja la inmensa mayoría de los médicos. Y por supuesto carecen de la capacidad de presión y defensa de sus profesionales  que tiene por ejemplo el Royal College of General Practitioners.

Pero una cosa es que, como el de Madrid, no sirvan para nada, y otra muy distinta es que en un conflicto como el planteado se sitúe obscenamente en contra de sus propios miembros. No se sabe que genera más desprecio en semejante escrito: podría ser su comienzo (“en su empeño por dignificar la profesión médica”, como si decir basta ya a la sistemática humillación y vulneración de derechos de la autoridad sanitaria sobre los profesionales no fuera un ejercicio de dignificación de la profesión). O podría ser esa replicación servil de los argumentos de la propia comunidad con su presidenta al frente (“mantenemos nuestra petición de despolitización de la sanidad pública”), cortina de humo para eludir sus propias responsabilidades en el desmantelamiento de ese sistema público que dicen defender.

O aún más terrible es su defensa de la creación de centros de salud centralizados para aliviar la burocracia, ignorando tan profundamente los atributos esenciales de la Atención Primaria, en una vocalía que lleva su nombre.

Pero donde alcanzan su nivel más abyecto es cuando se permiten afirmar, sin vergüenza alguna, que “se ha podido constatar que la Consejería ha realizado avances significativos para conseguir los estándares de excelencia que necesita la Atención Primaria” (sic), lo que complementan con su llamada a desconvocar la huelga (“El ICOMEM considera que la huelga indefinida en atención primaria no es buena ni para los profesionales ni para los pacientes y desde el más profundo respeto institucional )hace un llamamiento para la desconvocatoria”). Es imposible llegar a menos; es imposible humillarse más ante la autoridad política, traicionar de forma más miserable a la propia profesión.

De la misma manera que traiciona Vincent Moon, el Inglés protagonista del cuento de Borges, alineándose con quienes aparentemente luchaba, el posicionamiento del Colegio de Médicos de Madrid se sincroniza con precisión máxima con la propia estrategia de aquellos que han llevado a los médicos madrileños a tener que convocar la huelga, y que utilizan los argumentos de esa entidad (politizada de acuerdo a sus intereses), como coartada para su propia estrategia.

El descrédito del colegio de Madrid es ya irrecuperable. Entre las necesidades urgentes para cambiar una Atención Primaria tan deteriorada, se encuentra buscar alternativas a colegios como los actuales, que no solo no contribuyen a mejorar la situación, sino que además alcanzan semejantes grados de traición a su propia gente.