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viernes, 14 de noviembre de 2025

En apoyo a Pablo Simón y su compromiso ético

 


Conozco a Pablo Simón desde que comenzó su residencia en Medicina Familiar y Comunitaria como residente de primer año en el hospital Ramón y Cajal de Madrid hace más de 30 años. Desde aquellos primeros momentos , en la incertidumbre de las guardias de puerta de urgencias y el trabajo en los pasillos del hospital o en las consultas de l centro de salud destacó siempre no sólo por una gran competencia clínica, sino especialmente por un impresionante compromiso personal con los pacientes y con los verdaderos valores de la profesión médica. Cuando en aquel entonces buena parte de sus compañeros desconocían lo que era la bioética, él se embarcó primero en un Magister en Bioética liderado por el profesor Diego Gracia, y más además en la elaboración de una tesis de las de antes ( no de las de ahora, de entrar en grupito puntero de investigación para publicar de décimo autor tres artículos en un año). Le dedicó varios años de su vida y se convirtió e un documento de referencia sobre El consentimiento informado, de la teoría a la práctica. Recorrió todos los escenarios profesionales: la clínica, la gestión, la academia, y de nuevo volvió a la clínica , como médico rural en la localidad granadina de Chauchina. En ese camino fue vocal de la comisión autonómica de ética e investigación de Andalucía y de la Comisión Nacional de Bioética. Su papel en la promulgación de leyes fundamentales en el terreno de la bioética ( específicamente en el de voluntades vitales ) fue esencial. Ha sido profesor invitado en Universidades como Oxford y Columbia, y es reconocido como uno de  los mayores expertos en esta materia a nivel nacional e internacional.

Son precisamente su compromiso y sus valores profesionales los que le llevaron a implicarse completamente en la denuncia del genocidio sobre la población de Gaza y la agresión a los profesionales sanitarios que ahí asisten a través especialmente de HW4PS (Profesionales de la Sanidad por Palestina, España). Precisamente sobre este conflcito publicó un trabajo excepcional en su análisis desde el punto de vista ético en AMF. A título exclusivamente personal planteó su objeción ética a prescribir medicamentos de la compañía Teva Pharmaceutical Industries, señalada por diversas organizaciones internacionales por su participación en el suministro y financiación del aparato militar israelí. No se ha escondido para ello, sino que ha manifestado públicamente su decisión, como tantas otras veces en su vida. Por ello ciertas organizaciones, como la autodenominada “Comisión Sanitaria contra el Antisemitismo” ha formulado una queja al Colegio de Médicos de Granada, imputándole de conductas de incitación al odio y de antisemitismo. Curiosa esta forma de proceder que considera que cualquier crítica a un individuo u organización concreta supone una llamada al odio a la nación o etnia entera a la que pertenece.

El Colegio de Médicos de Granada se encuentra ante una tesitura clave:  tiene la obligación institucional de proteger el honor y la libertad de conciencia de sus colegiados, y más específicamente de uno de sus colegiados más brillantes y comprometidos con los valores éticos y humanitarios nucleares a la profesión médica. No sería comprensible en modo alguno que no fuera apoyado, protegido y respaldado, precisamente en la defensa de dichos valores.

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