En la edición electrónica de ayer del New York Times se vuelve a plantear las utilidades que pueden representar las nuevas tecnologías, en especial las historias clínica electrónicas ( Electronic Health Records o EHR). A partir de la experiencia de Jennifer Brull, una médico de familia que trabaja en una zona rural de Kansas, se revisan los beneficios e inconvenientes que tal innovación supone. Las diferencias con nuestro sistema, no por obvias deben ser olvidadas: la Dra. Brull decidió cambiar sus 3.000 registros de papel a formato electrónico, algo de lo que nunca se ha arrepentido, que le permite consultar sus historias desde cualquier lugar, y que según ella aumentó drásticamente su productividad. A diferencia nuestra, ella asumió la iniciativa y también ella la adecuó a sus necesidades. Según la American Academy of Family Physicians el 42% de los médicos de familia americanos instalaron EHR en sus consultas, pero uno de cada cuatro no tiene previsto comprar ningún sistema electrónico; en gran medida porque no pueden sufragar los entre 30.000 y 50.000 $ que supone. En el artículo no todas son maravillas y a más de un médico le ha llevado a tener que abandonar su consulta por los costes, problemas y falta de beneficios causados.
En el Sistema Nacional de Salud español se realizó en la última década una cuantiosa inversión en implantación de diferentes EHR por los diferentes servicios regionales, sin conocimiento suficiente de la inversión realizada ni de los beneifico obtenidos. Respecto a estos últimos el sentido común puede hacernos pensar que necesariamente la implantación de tecnología electrónica lleva aparajado ineludiblemente beneficios: tal vez mayor seguridad en el mantenimiento de la información o menor burocracia, o mayor tiempo de consulta.
Por eso es especialmente interesante el trabajo que Keyhani et al publicaron en Medical Care hace unos meses, cuyo objetivo era analizar el efecto de diferentes componentes de la EHR ( incluídos datos como anotaciones del médico o de la enfermera, disponibilidad de analíticas, recordatorios electrónicos, prescripición electrónica o petición de pruebas analíticas) y la calidad de la atención a determinadas patologías crónicas seleccionadas. Se recogieron datos de 25.564 visitas en el National Ambulatory Medical Care Survey y 29.975 en el National Hospitalary Ambulatory Care Survey. La conclusión parece sorprendente: la presencia o ausencia dela EHR per se no mejoró la calidad asistencial en dicho estudio: no se encontraron diferencias significativas entre los componentes de las historias clínicas electrónicas y la calidad de la atención a las patologías crónicas seleccionadas.
Cambiando de continente a Europa, Ross Anderson publicó en el British Journal of General Practice un editorial en relación con la intención del gobierno laborista británico de centralizar los datos de todas las historias clínicas: la oposición de médicos, informáticos e incluso pacientes es notoria respecto a ello, de la que es buena muestra la plataforma The Big Opt Out en la que se viene alertando desde hace tiempo de los riesgos para la confidencialidad que supone la existencia de basas centralizdas a las que tienen acceso múltiples profesionales.Los grandes fortalezas que tienen los sistemas nacionales de salud respecto a sistemas tan ineficientes como el americano, parece que también tienen sus riesgos.
Cada vez es más necesario disponer de información fiable sobre la seguridad, efectividad y eficiencia de nuestras historias electrónicas.
pues sí, es curioso como sin haber evaluado realmente lo que puede suponer de beneficio algo, se apueste por su implementación a cualquier precio.
ResponderEliminarno me considero creyente ni apóstata de la hª electrónica, sólo soy, como en muchos aspectos de la vida y la medicina, un agnóstico que no le importaría creer si le muestran evidencias.
mi experiencia de la puesta en marcha de la historia electrónica en nuestro centro tiene luces y sombras, ha mejorado el número de cumplimentación de informes, pero ha bajado su grado de complejidad y la calidad de las historias ha empeorado sustancialmente.
además, se ha limitado la explotación de la información de las mismas a una serie de "elegidos", y ya sabemos que información es poder.
la confidencialidad ha disminuido (cualquier persona aburrida del hospital puede "bichear" la información de los usuarios, sea esa consulta pertinente o no) y la adaptación de la historia electrónica a las características particulares de cada enfermo es escasa.
la digitalización de las pruebas complementarias y su inserción en la historia está lejos de ser resuelta y la identificación médico-legal del que cumplimenta la historia es dudosa.
nos están forzando a usar una herramienta aún no desarrollada, con deficiencias claras, en aras de que "es el futuro".
lo ideal sería demostrar que ese futuro puede ser presente y que, si no mejora la información clínica (que es lo exigible para los cambios), al menos no la empeora.
salu2
fidel