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miércoles, 15 de abril de 2009

¿ Para que nos sirven los fracasos?



Es difícil entender como se puede cometer un error de la magnitud del cometido por el responsable de la sección antiterrorista de Scotland Yard, al presentarse tranquilamente en la reunión de trabajo del 10 de Downing Street con la hoja de ruta ( " la lista de los malos", vamos) de una importante operación contra la red de AlQueda en el Reino Unido, la llamada operación Pathway, a la vista de cualquier cotilla (y mira que hay desde que irrumpió internet). Las consecuencias no son menores, especialmente para él ( obviamente le ha costado el puesto), pero sobre todo para la propia estrategia antiterrorista de su gobierno, obligado a precipitar la operación. La primera idea que viene a la cabeza es la de ¿ como se puede cometer un error así?. Algo más propio de Anacleto agente secreto que de uno de los servicios secretos de más prestigio en el mundo. La chufla es inevitable,como puso de manifesto un reciente articulo de el País. Y es cierto que llama la atención cometer errores tan infantiles: podría habérsele caído o perdido. Pero al margen de la proporción de los errores , nadie está libre de pecado en este terreno. Y si no que revise la conciencia.
Sabemos poco de por qué cometemos errores. Algo tiene que ver el exceso de confianza, del que en algún momento hemos hablado, y que depende mucho de factores actitudinales. Como comenta Eta S. Berner en ocasiones es la arrogancia, en otras los errores de cognición, en otras la autocomplacencia ( nadie es perfecto). En definitiva, necesitamos cuidado, prudencia, reflexión.
Pero no sabemos tampoco si de los fracasos aprendemos lo suficiente. Una de los dogmas reiteradamente enseñados en las escuelas de gestión está también en entredicho: aquella de que " cada fracaso es un tesoro". En un reciente trabajo del grupo de la Harvard Business School de Paul Gompers, en estudios realizados en proyectos ahora tan en entredicho como los de capital riesgo, la media de éxito de los emprendedores principiantes es del 22%. En los que han fracasado previamente es del 23%, y en los que han tenido éxito previo es del ¡34%¡. A los investigadores lo que más les llama la atención es la gran diferencia de porcentaje de éxito entre unos (triunfadores) y otros (perdedores). La sugerencia es tentadora: acércate a los triunfadores y huye de los fracasados. Más que ello, si que puede ser interesante investigar si el éxito se aprende. Aprender a interpretar el entorno, a aprovechar el momento, a perseverar en el trabajo.

3 comentarios:

  1. Interesante Sergio. Gracias por la entrada.

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  2. mucha miga en el texto: errores, suerte, cultura del éxito, asumir responsabilidad de tus pifias,... lo curioso es la variabilidad en los errores, en su interpretación (causalidad vs casualidad) y en su repercusión sobre el autor y los responsables.
    sobre la asunción de responsabilidades en errores tenemos ahora un ejemplo con el juicio del Yak...

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  3. Hola
    Tengo un blog que le puede ser de interes a tus lectores.
    http://gerente.blogspot.es
    Saludos

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