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martes, 31 de agosto de 2010

Palabras en barbecho: profesionalismo

Vuelve a hablarse de la importancia del profesionalismo en las organizaciones sanitarias. Mejor dicho, de construir un nuevo profesionalismo en ellas. Pero el primer problema viene de definir exactamente a que nos referimos cuando hablamos de ello.
Para Mathew Wynia, en un reciente editorial en JAMA, conviene diferenciar entre profesional y profesionalismo.
El término profesional abarca desde alguien a quien se paga por hacer algo, que no se paga a otros ( el profesional del fútbol tipo Ronaldo, cercano al arquetipo del mercenario,  en oposición al amateur que juega por amor al arte) hasta alguien que realiza una tarea compleja , a la que dedica un estudio continuo, a menudo sacrificando sus intereses personales a las del cliente o a las del bien común. Otra acepción implicaría la autorización por parte de la autoridad a hacer algo que a otros no permite.
Para Wynia profesionalismo, en cambio, implica un sistema de creencias, como el resto de las palabras que acaban en ismo ( catolicismo, budismo, ateísmo). En este caso, el profesionalismo sería una ideología que considera que determinados profesionales deben de tener un papel preponderante en la organización de una determinada actividad, en este caso la atención sanitaria.
Y para ello se precisa establecer unos valores, principios o estándares compartidos que gobiernan el ejercicio de esos profesionales, actuar de acuerdo a ellos y hacerlos explícitos en algún tipo de compromiso escrito (códigos, normas,…)
El profesionalismo como ideología considera que son los propios profesionales los que tienen el derecho y el deber de definir los estándares y valores que gobiernan su práctica , y a la vez , monitorizar la adherencia de sus pares a los mismos.
Por la naturaleza del trabajo médico, por su grado de complejidad, por la dificultad a una monitorización externa fiable , los aspectos centrales del profesionalismo serían la autonomía a la hora de organizar el trabajo propio y la auto-regulación de los propios profesionales, según el citado Wynia.
Conviene aclarar a que nos referimos antes de proponer un nuevo profesionalismo, porque para no convertir a éste en una palabra hueca, un tópico más vacío de contenido, habría que ser conscientes de lo que implica.
Y la cuestión no es trivial. Porque como señala Wynia, si no se acepta la autorregulación dirigida desde los profesionales , es inevitable aceptar que la regulación vendrá de fuera. En definitiva de otras “ideologías”. Ya sea el consumerismo ( es el cliente y su satisfacción el que define al buen o mal médico) , o las burocracias ( es la organización, a través de sus burócratas, la que determina quienes son buenos y quienes no lo son).
La cuestión es saber quien queremos que regule el trabajo del médico.Y mucho me temo que no estamos dispuestos asumir determinados responsabilidades en ello. Lleva mucho trabajo y no pocos disgustos. Y es comprensible. Pero si es así, por favor, dejemos de hablar de profesionalismo.  

2 comentarios:

  1. El profesionalismo es la única alternativa a la proletarización de la profesión médica.

    Nos encontramos en una curiosa encrucijada, pues la sociedad (el contrato social con el médico) nos exije actuemos con profesionalismo (a lo que la gente común se refiere cuando dice "pero es que vuestro trabajo es vocacional) pero no está dispuesta a permitir nuestra autorregulación (a lo que la gente común se refiere cuando dice "por que yo pago").

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  2. Muchas gracias Julio. Ese aspecto que comentas , y con el que estoy completamente de acuerdo, lo comenta Wynia en su editorial. Si no hay profesionalismo otros ismos ocupan su lugar, esnter ellos el consumerismo: el cliente siempre tiene razón y lo que el dice es la canon. La clave para mi es si mayoritariamente estamos dispuestos a asumir lo que el profesionalismo implica

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